«Siendo un competidor libre de sustancias he llegado a ganar a otros que sí las tomaban»
Culturismo ·
Aarón Ojeda, 20 años de dedicación absoluta para ser un rey en la disciplina, con más de 150 títulos y, ahora, un Mundial en menteAldeano militante, San Nicolás le vio nacer en 1987 y forjar su vida personal y deportiva, culturista orgulloso, a cuenta de un sacrificio descomunal que hoy le tiene en la cumbre, y profesional del sector sanitario a toda honra, fruto de una trayectoria académica tan cuidada como meritoria, Aarón Ojeda habla de pasado, presente y futuro desde la atalaya de una experiencia, la suya, que le distingue.
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–Viene de poner fin a un año sabático cubriéndose de más medallas y títulos. ¿Ese Mundial de Madrid ha de ser la culminación definitiva a su carrera estelar?
-Siempre soñé con poder optar al Mundial. Nunca se había celebrado en España y ahora, en septiembre, es la primera vez. Estoy clasificado y voy a ir a por todas.
-Su historia en el culturismo es única...
-Empecé al cumplir la mayoría de edad. Y voy para 38. Son veinte años metido en esto, que se dice pronto. En ese tiempo es imposible resumir las satisfacciones que he tenido por la manera en la que viví mi deporte y los reconocimientos que acumulo.
-¿Cómo fueron sus inicios en La Aldea de hace dos décadas?
-Me fijé en Orgiano Ojeda, que llegó a ser concejal de Deportes en La Aldea, y que había sido campeón de España. Fotos suyas me llamaron la atención y, además, en deportes colectivos no se me daba bien la cosa. Ni fútbol, ni baloncesto... No tenía esa furia competitiva, esa compenetración con los compañeros. Encontré interesante el culturismo porque me vino bien para superar el sufrimiento que tenía en mi adolescencia por mi delgadez, sin haber experimentado ese boom hormonal a esa edad que te hace estar más fuerte. Me apunté al gimnasio por prescripción médica para ganar peso y fuerza. Me motivó el ejemplo de Orgiano. Parece que el culturismo me encontró a mí, porque empecé y no paré. Y, sin decírselo a nadie, me presenté a una Copa de Canarias y la gané. A la semana siguiente, subcampeón de una Copa de España. Y me dije que podía valer para esto...
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-El culturismo ha sido su modo de vida. ¿Con qué se queda?
-Me quedo con la gente que conozco en cada campeonato. Y con ganar, que es un reconocimiento de tu físico, de tu dieta... Tendré más de 150 títulos de campeón entre Canarias y España, algún otro internacional, pero soy más atleta de regionales y nacionales. Estoy en la modalidad Games Olympics, que dentro de la Federación Internacional de Fitness y Culturismo (IFBB) no la quisieron llamar natural y fue creada con esa denominación. Va por altura y peso. Mido 1,87 metros y estoy en 84 kilos cuando compito.
-¿Esperaba tener una trayectoria deportiva tan prolongada y uniforme?
-Cuando me presenté a la primera competición no esperaba nada. Iba al día. Pero después me percaté de que llevando una disciplina en mi horario, para poder compaginar los entrenamientos con los estudios, me llegó a fascinar cómo podía hacerlo todo. Levantarme por la mañana con mi desayuno equilibrado y enfocado al fitness, poder llevar mis estudios con normalidad, entrenar. Incluso incorporé el trabajo. El culturismo me dio disciplina...
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-Porque no hay otro camino que la disciplina...
-Exacto. Ahí entramos en el inevitable apartado de los sacrificios. Porque en aquel momento, como me puede pasar ahora, si mis amigos organizaban diez fiestas, solo me daba el lujo de ir a una. De veinte salidas con las amistades, pues iba a tres o cuatro. Si ellos iban a comer a cualquier sitio, yo iba pero con mi táper y mi comida. Y si no me permitían comer en el restaurante mi comida, me metía en el baño y allí me la comía. Como he hecho en muchísimos viajes. Mi régimen de comer cada tres horas es sagrado, una religión. De enero a enero. Un día no podías entrenar y no pasaba nada... Pero la dieta siempre, siempre... Y, claro, esa fortaleza mental hay que sobrellevarla y no es fácil.
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-Esa vida de renuncias, esa vida diferente al resto. ¿Cómo se gestiona sin perder la normalidad?
-Cuando empiezas a ganar, se te pega la gente. Te dicen lo que quieres oír. Egoísmo, narcisismo, ego... Leo mucho, me encantan las enseñanzas de los filósofos... Y eso de que solo somos un hombre, de que todo es temporal, siempre lo tengo en cuenta. Tener presente lo efímero de todo. Cuando se acaba el físico y se acaban los oros ya no van a volver contigo los que antes te aplaudían... El tema del sacrificio tampoco me resultó tan dificultoso porque he tenido un entorno tranquilo, rodeándome de gente que, como yo, busca crecer a nivel personal, laboral y deportivo, desde el trabajo y la superación.
-La pésima fama que tiene el culturismo, a cuenta del dopaje y el uso de sustancias prohibidas, es un manto negro.
-El culturismo nunca fue natural. Siempre era hacer crecer el músculo con sustancias dopantes, desde que empezó y hasta la actualidad. Y admiro a la gente que tiene el valor de, sabiendo lo que implican esas sustancias, las consume. Porque en la imagen del culturismo, la gente lo que quiere es ver cuerpos que no son normales como puede ser el mío. Es un show. Cada uno decide en su vida lo que hace con su cuerpo. A la cara a mí nunca me ha dicho nada ni me han señalado. En ese sentido es una suerte y es, además, justo, porque no hay motivo para ello. Rumores siempre hay pero a mí eso me da igual. Lo negativo no me afecta porque me enfoco en trabajar. Algunos atletas que se dedican a lo mismo que yo, al culturismo libre de sustancias, por su forma de ser acaban quedándose con lo malo. ¿Doping? Yo decidí esta vida con mi método. Los hay quemados en tres años. Por coger atajos poco saludables o exigirse a límites que no son normales. Yo lo he llevado a pequeña escala, siendo discreto. Han sido veinte años sin una lesión, sin ningún problema hormonal ni de salud. He cuidado mi cuerpo con fisios, mi mente con psicólogos. Siendo un competidor natural, libre de sustancias, he ganado en modalidades sin control antidoping. Ganaba en mi modalidad, y salía en otras y sin controles, igual. No es solo la pastilla. Es el trabajo y la disciplina.
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-¿Es lo que aconseja a los que empiezan?¿Que se puede sin trampas?
-A cualquier persona que empiece en esto le recomiendo que se busque a un verdadero profesional, no a uno de esos que con un curso de un fin de semana ya dice que es entrenador personal. Yo terminé Nutrición y Dietética o el grado superior de Actividades del Deporte, tres años, y salí temblando porque era consciente de que me quedaba muchísimo por aprender. Y es una gran responsabilidad hacer una dieta o un entrenamiento a alguien porque han depositado en tus manos su salud. Un entrenamiento negligente o una dieta mala... Eso es peligrosísimo. Busca un profesional, no alguien que te cobre la mitad sin serlo. Y si no, como hice yo, fórmate tú. Hoy en día disponemos de herramientas y posibilidades de sobra para hacerlo. Y tomárselo con calma. La inmediatez es nefasta. Dejé de dar charlas porque me desmotivó la actitud general de quererlo todo ya y a cualquier precio. Pasar de la delgadez al músculo en segundos. Eso es imposible. Si yo gano la Copa del Mundo en Madrid seré el hombre más feliz del mundo... Pero con 20 años a mis espaldas de dedicación total para llegar ahí. Y tengo títulos que me llevaron dos, tres, cinco años. Cuando veo mis títulos pienso en el tiempo que implicó cada uno.
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-¿Se siente reconocido en su tierra pese a no poder ser profesional?
-Sin patrocinadores, es imposible. Y en el culturismo, más. Mi suerte es que, desde el principio, asumí que tenía que invertir en mí. Y por eso jamás dejé de estudiar hasta completar mi carrera en el sector sanitario. Mi prioridad fue esa siempre. Hoy las tarjetas profesionales en el culturismo están muy baratas, por decirlo de alguna manera, porque yo he ganado a profesionales con esa credencial que, en mi opinión, no tienen ese comportamiento. ¿Ayudas de las instituciones? Soy feliz cuando en La Aldea me han abierto el gimnasio para que lo pudiera utilizar. De resto, todo ha salido de mi bolsillo. Porque el culturismo no está reconocido en becas y ayudas. No creo que sea justo y pese a ganar el Premio Gran Canaria Isla Europea del Deporte a propuesta del ayuntamiento de mi pueblo. Me dan premios de ese tipo, siendo el primer culturista en conseguirlo tras presentar mis controles sanitarios avalados por la federación, y luego no te dan nada. Pero nunca he pedido.
-¿Ya mira a Madrid, a ese Mundial que ahora monopoliza sus sueños?
-Lo pienso y si gano, desde luego que me voy a dar el gusto de quedarme mirando la medalla un buen rato. Si lo gano... Me noto súper bien tras mi retiro voluntario. Soy optimista.
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-¿Y eso? ¿Cómo le dio por ahí cuando estaba arrasando?
-Estaba en racha, es verdad. Competí hasta en el año de la pandemia. Nunca fallé en mi dieta y quedé campeón de España. En 2020,2021, 2022 y 2023 lo ganaba todo. Pero sentí la necesidad de desconectar. Estaba en la cresta y pensé que o acababa con el deporte o el deporte acababa conmigo. Estaba muy fuerte pero mi cabeza me decía que parara. Acabé compitiendo contra mí mismo, me comparaba conmigo... Era el momento de parar. No hubo competición aunque mantuve mi disciplina diaria.
-Si no hace referencia de su genética aldeana revienta.
-Ser de La Aldea es complicado. Tienes que vivir de allí para comprenderlo. Antes venías a la capital y todo era increíble. Coger el coche de hora, el Salcai, y llegar por Agaete... Llegar siendo de La Aldea es especial. Benito, de la UD, al que conozco de siempre y que, como yo, estaba con una mano delante y otra detrás. Vivir sin tener nada pero con ilusión máxima. De siendo joven no tener para comprarme un bote de proteínas y tirar para adelante tomándome un Cola-cao. Así somos los aldeanos para el deporte y para la vida.
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