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José Díaz el estudiante en su finca. pedro reyes

La leyenda de José Díaz el 'estudiante'

Hubo un día en el que él solo tumbó a once luchadores, anécdota que relata con orgullo, pero también con cierta humildad

PEDRO REYES

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 13 de junio 2021, 01:00

Comenzó a luchar con 11 años en el equipo del pueblo de Geneto y en esa época tenía a Carballo, Marino Acosta y Antonio el palmero sus tres puntales. «Mi primer maestro fue Marino Acosta, que tenía unos ganchillos por fuera. Yo me fijaba en Marino y fue de lo primero que aprendí. En juveniles seguí en Geneto y con 18 años el equipo de Geneto hace equipo de primera y firma a Mario Tomás Babache.Hice buenas luchadas, pues tiré a hombres como Manolín Acosta. Con 19 años me ofrecen firmar en Gran Canaria, en Mogán. Me fui a finales del 72, cuando pesaba 89 kilos y era alto pero delgado. Al llegar allí había salido de juveniles me encuentro un Arucas con Ojeda, el Adargoma con Emilín, pollo de Valleseco, un Agüímes con Acosta y el Ingenio con Pepe el botella, Tonono, Tomás del Toro... el Sardina con Felipe González o el Guanarteme con Miguel Ángel Tejera», relata José Díaz.

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«Cada equipo era una selección y yo era un crío y me voy a las manos de Antonio Suárez Cabrera, que era un maestro de colegio que no sabía nada pero lo sabía todo. La forma d eprepararte era diferente y nunca se me olvida sus palabras: tú tienes que ser el mejor luchador de Canarias, a ti nadie puede tumbarte. Después de unos meses de preparación, eso que me dijo lo cuplió, me prepara, me tiraron todos pero yo los tumbe a todos. En un ecuentro de selecciones en el López Socas salieron dos guaguas llenas que fueron a verme luchar y eso no se me olvida nunca», continúa comentando.

«Lo de la pardelera tiene su historia. Yo vengo de familia de luchadores y mi abuelo en los años 20, José Correa, encabezaba al partido de La Laguna con Angelito el zapatero. Con años 10 luchaba en la finca con mi primo y mi abuelo un día, viendo que me hacía una cogida de muslo y no sabía qué hacer, vino y me dijo: meta la mano para coger el muslo. Cerraba las rodillas y me levantaba, el luchador que meta la mano para coger el muslo, nadie saca ya la mano, me trancaba y me hacía media cadera. Y así lo aprendí para sacar al luchador de cadera. Si no podía, lo hacía de pardelera y ahí comencé con esa técnica, mtiendo al luchador detrás de mí. Cada uno lo hacía de una manera», explica.

«En Gran Canaria estuve unos 15 años. Luché ocho años en el Mogán, en Sardina un año y tres en Arucas. Los de Mogán fueron gloria, ya Antonio Suárez me había preparado, a los ocho meses ya era luchador. Los recuerdo de Mogán, los campos se llenaban, iba a luchadas donde tumbaba a siete u ocho luchadores, hacía estragos. En el 75, con las selecciones de Las Palmas y Tenerife, donde me seleccionaban en López Socas... tirar a Barbuzano y Valencia... tumbar a esas figuras históricas de la lucha y quedando en el terrero. En el Heliodoro no cabía la gente y ese día tiré a Valencia, Juan Primera, Cruz y mi gran amigo Valencia. Son recuerdos bonitos», comenta.

El peor luchador que tuvo en frente fue Santiago Ojeda. «Me metía el brazo a la espalda y me tiraba como un niño, me daba vergüenza como lo hacía pero en un homenaje en el López Socas me tiró nuevamente, caminando al vestuario al lado de Ojeda y muy enfadado lo agarré y le dije: Santiago, no me tumbarás más. Me contestó: a ti te tumbo cada vez que te coja», dice. Antonio Suarez comenzó a prepararlo para tumbar a Santiago Ojeda. «La primera luchada que tuve después fue en Mogán con los guanches, donde nos jugábamos el segundo puesto con Telde. Los Guanches ya eran campeones pues nadie podía con Ojeda. En esa luchada yo había tenido un problema con los luchadores y fiché varios chiquillos en la plaza. La primera fue en Agüímes, fuera y allí cayeron los once y tuve que tumbar alos doce del Agüímes de Manolín Acosta. La siguiente viene los guanches a Mogán y en la grada tenía a los luchadores que separé del club y estaban esperando que Ojeda me diera los plomazos, pero ese día tiré a 11, a Santiago Ojeda entre ellos», narra.

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Mil historias, mil anécdotas. «Cuando llegó al Arucas, veo que se le olvidó la ropa de lucha. En ese momento teníamos os puntos ganados, pero yo era además el entrenador y presidente del club. Fui abuscar une equipaje corriendo, luchamos y ganamos 12-11», continuá contando.

En relación a las críticas, fue tajante. «Sobre los luchadores que decían que yo era mal amañado con ellos no me lo ha dicho ninguno, pero tengo Domingo Peña, pues en el equipo de El Hierro, Barbuzano se quedaba con Peña en la misma habitación. Era de las peronas que más he admirado en la vida, pues podía tirar a doce y no se despeinaba. Tenía una gran calidad, era contrista. Domingo Peña me contaba que en la habitación», añadió.

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Juan barbizabo llamaba a DOoingo peña a las 12 de la noche para practicar como podía cotrear la pardelera deñle studiante.

Ahí nació su leyenda. Cuando trababa una pardelera casi siempre tumbaba al contrario, en la mayoría de los casos. El Adargoma tenía a Segundo Lorenzo con 130 kilos y era muy fuerte, para moverlo era complicado, pero podía con él. Seguía a más.

Le llaman el estudiante porque con 13 años Ramón era el presidente, estaba en el instituto y ese año se le atravesaron las matemáticas e iba a clases particularesal bario nuevo. «Cuando me venían a recoger para luchar «en esa época siempre se luchaba por la tarde) mi madre decía: Pepito está en clase en barrio nuevo y Ramón decía: vayan a buscar al estudiante.

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Hay otra anécdota en Venezuela, cuando hacía intercambios con equipos canarios y muchos luchadores fueron allí. Fue a la selección de El Hierro con Barbuzano Peña, Machín y Venezuela pierde 12-1 y 12-2. El presidente de la Federación, Juan Henríquez me pide que refuerce a la selección, pero le dije que yo no podía porque era funcionario y no tenía vacaciones. Juan Henríquez habla con el cónsul en Canarias y este con el gobernador civil, que llama al alcalde de Mogán, Guillermo Bueno, y le dice que salga del Ayuntamiento y que venga ya a Venezuela. Le comenté al alcalde que no podía y me dice: ¿usted quiere que me metan en la cárcel? Luché tres veces y pude con Barbuzano. Gente mayor me recuerda», argumenta con cierto orgullo.

En tanto en cuanto al momento más amargo fue en «una luchada después de haber realizado esas hazañas contra la selección de Tenerife» donde recuerda que «me engrandecí al escucharr el himno de los Sabandeños, donde me nombran y un mes después de esto en una luchada en Mogán, cuando traen al equipo de Fasnia con Valencia y al salir un luchador flaquito le hago cadera y caigo yo», explica. en la Ya en la segunda le hizo una pardelera pero «caí antes de agarrar con Valencia, con un llenazo donde me vino a ver casi toda la isla de Gran Canaria y me tumba uno de la cola o la media del equipo de Fasnia. Ese instante lo recuerdo con mucho dolor, te da tristeza por la gente que vino a verme·, reflexiona el que fuera luchador.

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Con Eduardo Hernández Garrido estuvo en la Federación regional como vicepresidente segundo, donde estuvo cuatro años.

Por otro lado, explicó la pregunta de por qué no van los veteranos a los terreros, algo que siempre está a la orden del día en este deporte. «En mi caso abandoné a la familia llegando de madrugada cada día y eso te deja un poco tocado, incluso dinero de tu bolsillo, te deja tocado. Terminas y dices, ¿ahora a un campo de lucha? Yo colaboro con la lucha, voy donde me llamen y el Cabildo lo hace para talleres o incluso en Gran Canaria en Tejeda en un intercambio con Galicia, siempre que me llaman ahí estoy y tu lo sabes, tanto yo como Roberto el mocho o Rosendo. Creo que los luchadores si las federaciones hay un acontecimiento de lucha una luchada y ese dia descolgara el teléfono para llamar a varios luchadores para darse una vuelta por ese evento no se le dice que no a la federación y tendrás en el campo a 30 historicos y para otra luchada llamas otros 30 y siempre habrá luchadores del pasado en las gradas, ese es mi punto de vista», asevera.

Entre los recuerdos agradables, destaca «el haber luchado con mis hijos Jose Antonio y Koke». «Yo me retiro con 38 años y luchando como puntal C en Güímar. Coincidió que mis hijos, que eran juveniles pero ya estaban en el equipo de primera, lucharon conmigo. Para mí fue un orgullo y un honor ver a los dos hijos luchando conmigo. Comenté que el día que yo saliera a luchar y mis hijos tumbaran al que me tumbó a mí, yo me retiraba. Vamos a luchar a Lanzarote y un sábado me tumbaron y mi hijo José tumba al que me tumbó a mí. Al día siguiente, igual, pero fue koke quien lo hizo. Regresé a Tenerife y colgué la ropa de lucha».

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