Baggio, abatido tras su fallo decisivo que dio el Mundial de 1994 a Brasil en la tanda de penaltis. C7

Los penaltis del Mundial

JOSÉ ESTALELLA. Autor de 'Detrás del balón' y 'Además del balón, obras de las que se extraen estos relatos

Domingo, 8 de enero 2023, 21:18

La de Qatar 2022 no fue la primera final de un Mundial en terminar con la tanda de penaltis. En Estados Unidos 1994 los brasileños se llevaron por delante a los italianos. En Alemania2006 los azzurri se resarcieron ante la Francia de Zidane. Los penaltis se crearon, en 1891, para sancionar las faltas dentro del área durante los partidos, pero no para resolver empates. Eso vino mucho después, siete décadas tuvieron que pasar para decidir ganador desde los once metros los partidos. Es posible que no sea el método más justo, pero no hay otro que reúna las condiciones de rápido, emocionante y un aspecto -no menor- depende de los jugadores.

Publicidad

Antes de las tandas de penalti se repetían los partidos y si persistía el empate se recurría a la suerte. Se utilizaba entonces el rudimentario y caprichoso método de la moneda al aire, o del papelito en una bolsa. Así se quedó España fuera del Mundial de Suiza 1954 con Turquía de rival. En la ida, en Madrid, goleada local por 4-1. En Estambul 1-0. Empate a victorias, no contaba lo de los goles.

Se jugó un desempate en Roma. El marcador no se movió. Ante la tesitura de jugar un cuarto partido, entre todos, acordaron resolver el asunto a suerte, dos vasijas con dos papeletas. Buscaron una mano inocente. Por el palco andaba un hijo de un directivo de la Federazione Italiana, il bambino extrajo el papelito con el nombre de Turquía.

Los turcos le consideraron un héroe, incluso le otorgaron la medalla de oro y brillantes de su federación a aquel muchachito de apellido Gemma y de nombre de pila Franco. Lo de los penaltis para determinar ganador de un partido se lo inventó un español, un periodista gaditano el verano de 1962.

En el Trofeo de verano Ramón de Carranza participaban cuatro equipos. Con el calendario ajustado no había tiempo para repeticiones de desempate, así que a Rafael Ballester se le ocurrió incluir en las normas del torneo que caso de que un partido terminara en empate tras una prórroga cada equipo lanzaría cinco penaltis. Todos de corrido, primero un equipo y luego el otro. Sin alternarse en los lanzamientos.

Publicidad

En la VII edición del torneo, la final entre el Real Zaragoza y el FC Barcelona terminó en empate, también la prórroga, así que aplicaron el reglamento, tocaba lanzar penaltis. Primero el Real Zaragoza, de sus cinco penaltis marcó tres, el FC Barcelona convirtió los mismos en sus cinco. Persistía el empate.

La segunda ronda de penaltis la comenzó el Barcelona -marcó los cinco-. El Zaragoza falló el primero de los suyos. Ya había campeón, por penaltis, por primera vez en la historia. La UEFA incorporó está fórmula en la temporada 71/72 para sus competiciones exceptuando las finales.

Publicidad

La primera final de competición internacional, resuelta por penaltis, es la de la Eurocopa de 1976 jugada entre Alemania y Checoslovaquia. Y nos dejó un momento para la historia.

Finalizó la prórroga con 2-2 en el marcador. Ambas selecciones fueron tirando sus penaltis de manera alterna. El alemán Uli Hoeness, falló el cuarto. Era el momento de los checos, Antonín Panenka se dispone a tirar el quinto de su equipo, si marca ganan. Toma carrera y al llegar al balón, observa como Seep Maier -con su habitual jersey celeste- ya se había lanzado hacia su palo izquierdo, mete la bota suavemente debajo del balón y lo levanta haciendo una especie de vaselina, el balón entra por el centro de la portería.

El alemán desde el suelo lo observa, la bola va despacito, a cámara lenta, pero no puede hacer nada. Así logró marcar el penalti que le dio el único título internacional a su país y él entró en la historia, para siempre quedó el penalti a lo Panenka.

Publicidad

Los penaltis son un momento del fútbol muy emocionante pero también son el rato en el que aparecen, en todo su esplendor, las supersticiones y las creencias. Parece que es campo abonado para eso. De pronto todo el mundo se acuerda de Padre Dios, los tipos más creyentes del planeta se agolpan en el círculo central. Algunos también lo fían a echar mal de ojo al lanzador, hace unos años captaron a Dybala gritándole al adversario, que iniciaba la carrera para chutar, ¡Kirikocho¡, un personaje considerado gafe en su país.

Hasta los mejores, buscan algo que les ayude a lograr el gol o detener el balón.

Hace unos días pudimos ver a Messi invocar a Diego Maradona en la tanda de penaltis contra Francia. Cuando Montiel va camino del área para lanzar su penalti, la pulga, con una leve mirada al cielo, le pide una mano a D10S :«Vamos Diego, desde el cielo…», se le puede leer en los labios.

Publicidad

El que estaba en otro nivel de superstición era Mario Lobo Zagallo.

Zagallo lo había sido todo con Brasil, campeón del mundo como jugador y entrenador, un mito, una leyenda, pero con sus manías. En Estados Unidos 1994 ejercía de ayudante de Carlos Alberto Parreira.

Brasil tenía un equipazo, con un centro del campo muy fuerte -Dunga, Mauro Silva, Mazinho- que acorazaba la defensa, y una delantera que con solo recitarla ya había metido el primer gol -Romario y Bebeto-, ambos en su mejor momento futbolístico.

Noticia Patrocinada

Los chicos de Parreira se clasificaron para la final. Enfrente la Italia entrenada por Sacchi con Baresi, Maldini, Donadoni… Y Baggio.

El partido servía para desempatar, ambos tenían tres mundiales. Se dirimía quien era el Campeón de Campeones. El partido terminó a cero y la prórroga también, por primera vez la final de un Mundial se definía por penaltis.

Baresi y Márcio Santos desperdiciaron los primeros. Luego se fueron alternando los aciertos entre italianos y brasileños, hasta que Daniele Massaro falló y marcó Dunga el siguiente. 3-2 para Brasil y un penalti para ambos por tirar aún.

Publicidad

El quinto de Italia lo tiraba Baggio, obligado a marcarlo para que su equipo siguiera vivo y esperar a ver si fallaba Brasil, pero primero tenía que transformar el suyo, si no lo metía el asunto estaba acabado.

Por indicación de Zagallo, Parreira y él se pasaron la tanda de penaltis mirando para otro lado, con los ojos puestos en otro sitio, al cielo, a la grada, a la otra portería... Los gritos les revelaban el resultado del lanzamiento.

Publicidad

Cuando Zagallo observa que el 10 de Italia se va hacia el área para lanzar el quinto penalti le dice a Parreira: «Este sí lo podemos mirar».

El seleccionador extrañado le respondió: «¿Cómo? No hemos visto ninguno y no nos ha ido mal».

Zagallo insistió: «Ya, ya, pero este lo falla seguro».

«Pero si es el mejor, es Baggio, ¿cómo lo sabes?», preguntó Parreira-.

Publicidad

«¿No te has fijado?», dijo Zagallo, «su nombre tiene trece letras». «Lo falla seguro», dijo convencido.

Y, efectivamente, Roberto Baggio falló el penalti que otorgó el cuarto campeonato del mundo a Brasil, bajo la mirada del seleccionador y el ayudante. Seguramente el veterano Zagallo fue el único que se fijó en ese detalle en todo el estadio, además en la camiseta solo ponía R. Baggio sobre el número 10, ni siquiera el nombre completo.

Cuenten, cuenten, ROBERTO BAGGIO.

Un gran supersticioso Mario Lobo Zagallo pendiente de todos los detalles y, a lo que se ve, buen contador de letras.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Regístrate de forma gratuita

Publicidad