Playoff Liga Endesa
Montero se cobra todas las facturasEl dominicano del Valencia Basket se doctora en el Gran Canaria Arena, la pista que se negó defender y en la que siempre se empequeñecía hasta esta impresionante actuación con 36 puntos y 41 de valoración
Los 36 puntos que este miércoles empaquetó Jean Montero en el Gran Canaria Arena serán recordados durante años con la magnitud de una aparición mariana. Su salida del club en 2023 es todavía un expediente por desclasificar, del que públicamente solo se conoce una verdad parcial, pero es evidente que el hiperdesarrollado espíritu competitivo del dominicano también ha sido una trampa mortal para él cada vez que ha pisado el Gran Canaria Arena vestido con el uniforme del enemigo de turno. Hasta esta cruda noche de cierre de temporada, amarga como el cumplimiento del peor de los presagios.
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El que fuera la mayor promesa de la Vega de San José se desquitó con 41 créditos de valoración, sostuvo a su equipo cuando estuvo cerca del naufragio durante varios parciales del partido y decretó el final de la eliminatoria en la meritoria prórroga que forzó el Gran Canaria, con nueve puntos de los 12 anotados por su equipo en el tiempo extra.
Montero aplicó en el Arena esa mítica frase que Lakovic hizo mantra durante la consecución de la Eurocup: «Cabeza fría, corazón caliente». Esta vez no le pudo la atmósfera que le era hostil desde que su nombre se anunció en la presentación de su equipo con un crudo sonido de viento desde la grada. Dominó el partido, pidió calma a sus compañeros, y solo se le vio salirse del campo mental cuando se encaró a Brussino por un empujón en la pelea por un rebote.
Que no era un partido más para Montero lo sabía Pedro Martínez. Cuando el duelo se agotó su entrenador, el que más partidos ha dirigido en la historia del Granca, solo tenía ojos para él. Con los dos puños cerrados le miró a los ojos y le buscó para chocar sus manos. Para celebrar juntos el éxito de una comunión inesperada, marcada antes de comenzar por los prejuicios que generan sus poderosas personalidades, pero de la que ambos se han beneficiado.
Estaba claro que en algún momento se tenía que dar esta crucifixión. En la Copa del Rey Montero prometió que el Arena iba a ver el león que lleva dentro. Y lo que enseñó fue un cachorrillo. Habían pasado demasiadas oportunidades y en todas se había marchado frustrado.
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Nadie pudo detenerle. Lakovic no encontró la fórmula. Pero poco se puede reprochar en ese aspecto, estamos ante un jugador de talla sideral al que casi es una tomadura de pelo que le sigan dando el premio al mejor jugador joven de la Liga Endesa cuando es claramente una de las marcas referenciales de la ACB.
Es cruel caer ante Montero. Cerrar una temporada que merece un espacio en la historia del club ajusticiado por un jugador que se negó a volver a vestir la amarilla y por el que Lakovic habría dado un brazo. Montero se cobra todas las facturas y se hace definitivamente mayor ante los ojos de los que aún hoy no soportan verle triunfar con otro color.
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La realidad es que verle jugar es magia. En el Arena batió el récord puntos y valoración de un jugador de 21 años en una eliminatoria por el título, por delante de registros de Pau Gasol y Juan Carlos Navarro, y firmó la actuación más memorable en la historia de los Playoff de un campeón de Liga como Valencia.
Con el alma
El orgullo herido del lunes se convirtió en daño restañado en el decisivo partido de la serie. La afición dimitió y apenas la mitad del aforo quedó cubierto tras la debacle de la Fonteta. Los que estaban rugieron, especialmente por el criterio cruel con el Gran Canaria de Aliaga, Serrano, Oyón, y su equipo premió por fin esa fidelidad que valdría para llenar el hoy demolido Centro Insular de Deportes.
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El Gran Canaria compitió y tuvo el partido en su mano en varios momentos. Jugó con el alma, ese elemento etéreo que tantas veces se ha extrañado incluso esta misma temporada. Se desfondaron en la pista hasta los que ya parecen estar agotando su ciclo.
No fue suficiente, pero con esa mentalidad en Valencia la eliminatoria igual tenía otro relato. Fue conmovedor ver a Shurna, al que en algunos tramos de la ronda se le vio desconcertado, aparecer en el exterior con su mecánica rudimentaria para agarrar el partido con puntos claves.
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La temporada del Gran Canaria supera registros cercanos en el tiempo y está para ubicar en el estante de las grandes memorias. Pero no deja de quedar la sensación de que el tiempo de algunos se ha agotado. De que este equipo necesita un cierto relevo generacional, especialmente en algunos que cuestan lo suyo y han superado el ciclo de grandes partidos sin aparecer por encima de lo que es respetable.
Hay proyecto en marcha y este manda continuidad. Lakovic seguirá dos años más comandando la nave de un equipo al que le ha reprochado en varias ocasiones a lo largo del año la falta de actitud para competir en momentos importantes.
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Pero el nuevo Granca, que necesita reconectar con su gente, también demanda aire fresco, nuevas caras con las que creer que todo es posible ante cualquier rival.
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