Delaporte: «Lo más importante es que la música sea un medio de expresión muy sincero y muy libre»
El dúo musical reflexiona sobre su proceso creativo, la evolución de su sonido y la responsabilidad que conlleva tener una voz pública en el contexto artístico actual | Llegan al Granca Live Fest, el jueves 3 de de julio, a la 1.05 de la madrugada
Delaporte comparte con honestidad las claves de su nuevo disco, las dinámicas detrás de sus composiciones y el valor de la autenticidad en un entorno cultural marcado por etiquetas, expectativas y tendencias. Su música, a medio camino entre la electrónica de baile y el pop más íntimo, se construye desde una intención genuina: expresarse sin filtros y sin preocuparse por encajar.
Publicidad
Hablan del directo, del lugar que ocupa cada canción en su repertorio, de la importancia de los BPM (pulsaciones por minuto) en la escena post-pandemia y del papel de la emocionalidad en sus letras. Desde el campo hasta la carretera, todo influye en su forma de crear. Todo con una ética artística clara: hacer las cosas desde lo que sienten, sin pretender agradar, pero sí conectar. Todo ello bajo la idea de que: «Lo importante es que la música sea un medio de expresión muy sincero y muy libre».
'Rendición' como punto de inflexión emocional
Si hay una canción que está marcando esta etapa para Delaporte es 'Rendición'. «No es la más bailable ni la más acelerada, pero sí la más representativa del momento emocional que atravesamos». En los conciertos de esta temporada, la incluyen siempre. Explican que el público conecta con ella de una forma especial, y eso les devuelve la certeza de que lo íntimo también puede ser poderoso.
Reconocen que en los directos hay diferencias notables según el contexto. «En festivales agrupamos el espectáculo en poco menos de una hora, priorizando temas conocidos o de alto impacto. Sin embargo, en salas podemos permitirnos otro tipo de recorrido narrativo. Los shows duran hasta hora y media, lo que permite incluir canciones menos coreadas». Esta doble estructura les obliga a mirar su propio repertorio con ojos distintos, redescubriendo las posibilidades de cada canción según el espacio y el público.
Contra las etiquetas: eclecticismo como bandera
El grupo valora especialmente que los carteles de los festivales actuales incluyan artistas de géneros muy distintos. «Nos gusta ver cómo un mismo público puede disfrutar de propuestas tan dispares como una banda de metal, un cantante urbano o una sesión electrónica». Para ellos, esta apertura borra las fronteras artificiales entre estilos y refuerza una idea central en su manera de entender la música: «la emoción no entiende de etiquetas».
Publicidad
Esta diversidad no solo la celebran como espectadores, sino que la integran también en su forma de crear. Consideran que «el eclecticismo es una herramienta de libertad artística, y que solo desde esa libertad se puede aspirar a una expresión sincera». La mezcla, lejos de confundir, multiplica.
Creatividad sin metas: el arte como fin en sí mismo
A quienes se inician en la música, les lanzan un consejo que sirve también como declaración de principios: «no se trata de llegar a ninguna meta concreta, sino de disfrutar el camino. Componer, grabar, actuar… todo cobra sentido cuando nace de una necesidad interna, no de una estrategia externa». Aseguran que cuando una canción surge para complacer o responder a una expectativa, se nota. Por eso apuestan por cuidar el origen de cada idea, permitiéndose explorar incluso cuando no hay una finalidad clara.
Publicidad
Pero esta honestidad no es algo que se consigue una vez y ya. Hablan de un proceso constante de revisión: «preguntarse de dónde vienen sus ideas, qué parte de sí está hablando, si es una influencia real o una presión del entorno. Lo emocional, lo social, lo familiar… todo influye, y ser conscientes de eso es, para ellos, una tarea vital tanto artística como personal».
Electrónica como vehículo de evolución sonora
La electrónica ha sido una constante en el sonido del grupo, pero no siempre de la misma forma. Reconocen que su música ha cambiado mucho desde los primeros trabajos, marcados por un «enfoque más introspectivo, tempos más lentos y un claro diálogo con el trip hop». Hoy suenan más directos, más rítmicos, más conectados con la energía del cuerpo. No lo ven como una ruptura, sino como «una evolución natural».
Publicidad
Desde la pandemia, perciben una tendencia generalizada a subir los BPM. Lo entienden como una respuesta física y emocional a un tiempo de encierro y contención. En su caso, esta necesidad de movimiento se ha traducido en canciones más rápidas, con una pulsión más fuerte hacia el baile, pero sin renunciar a la emocionalidad.
Celebran que la electrónica esté presente en múltiples géneros y espacios, «siempre que no se convierta en una fórmula vacía». Para ellos, lo importante es que conviva con elementos orgánicos y narrativos, que esté al servicio de lo que se quiere contar. No les gusta hablar de «reinvención», prefieren «evolución», porque no responden a una estrategia de novedad, sino a un reflejo honesto de lo que son y sienten en cada etapa.
Publicidad
Un proceso compositivo libre y adaptable
Delaporte no tiene una fórmula fija para componer. A veces las canciones nacen en solitario, otras en equipo; a veces de forma remota, otras cara a cara. Lo que sí repiten es el deseo de crear en entornos donde el tiempo se vive de otra manera: «el campo, una casa rural, la furgoneta de gira. Lugares donde el ritmo externo no imponga prisa».
En su último trabajo, la canción que más les costó dar forma fue 'Somos Diablo'. Surgió a partir de una idea inicial de Sandra, cargada de una emoción intensa que no lograban traducir con precisión. El tema pasó por varias versiones hasta encontrar el tono justo. Fue un proceso colectivo, donde el grupo tuvo que escuchar con paciencia lo que la canción pedía, sin forzarla. El resultado final, explican, «es una de las piezas más sinceras del disco».
Noticia Patrocinada
El universo visual es otro de los pilares del proyecto. Aunque las ideas para los videoclips pueden surgir incluso antes de terminar las canciones, el trabajo escénico se construye una vez que tienen cerrado el repertorio. En ese momento, lo trasladan a su equipo de visuales, con quienes diseñan una narrativa conjunta que se despliega durante los directos.
Ese diseño no es estático. A lo largo de la gira van ajustando tanto las canciones como las proyecciones, buscando que el espectáculo sea una extensión fiel de su imaginario artístico. No conciben el directo como una mera sucesión de temas, sino como «un relato emocional completo».
Publicidad
Mensaje social y voz pública
Delaporte no pretende dar lecciones, pero sí se reconoce con una voz pública que implica «cierta responsabilidad. No necesariamente política, pero sí ética». Lo que cantan, lo que dicen, lo que muestran, responde a conversaciones reales: con amigos, con familia, entre ellos. No escriben desde el panfleto, pero tampoco desde la evasión.
En muchas de sus letras aparece un trasfondo social o emocional que parte de lo vivido, lo pensado, lo sentido. Insisten en la importancia de revisarse constantemente: «qué parte de lo que uno defiende es genuina y qué parte está moldeada por lo que los demás esperan». Este ejercicio, dicen, «no es solo mental, sino también corporal. Hay que escuchar al cuerpo, entender cuándo se está forzando algo y cuándo se está siendo libre. En esa escucha, reside la verdadera posibilidad de cambio», confiesan.
Regístrate de forma gratuita
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión