Desdibujar la realidad para descifrar sus trampas
El Centro de Artes Plásticas del Cabildo abre el próximo jueves la muestra individual 'Hoy', que lleva la firma del creador italiano Rocco Cardinale
FRANCESC ZANETTI
Lunes, 25 de enero 2021
Los anárquicos trazos y el color palpitan en la enérgica pintura del creador italiano Rocco Cardinale. Las 25 piezas que integran su última entrega individual titulada 'Hoy', que el próximo día 28 de enero será abierta en el Centro de Artes Plásticas del Cabildo, se nutren (además del material reciclado recuperado en su estudio) del uso de las técnicas mixtas que Cardinale ha venido en los últimos años empleando para ofrecernos su universo de pulsión abstracta: grafito, pintura acrílica, tinta, spray, paintstick de óleo, collage de tela y papel sobre tela.
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El creador nacido en 1981 en la ciudad de Taranto, en la región de Apulia, donde mueren y enferman más adultos y niños en Italia por la siderúrgica más grande de Europa que gestiona la multinacional ArcelorMittal, se trasladó en 2007 a la capital grancanaria con la intención de conocer nuevas culturas, realidades sociales y poder seguir practicando sobre la tabla su pasión por las olas.
Realizada entre el 2018 y 2019, 'Hoy' es la segunda exposición que impulsa el Centro de Artes Plásticas incluida en el paquete de su convocatoria de proyectos expositivos que durante este año seguiremos disfrutando en el citado espacio ubicado en el número 8 de la calle Colón, en el casco histórico de Vegueta.
Tras su última exposición individual celebrada en la galería Soppa de Azul en 2018, 'Parejas íntimas', en la que reflexionaba sobre el recurso de la introspección y la meditación en estos tiempos de bruscas urgencias y prodigalidad digital, Rocco Cardinale insiste en esta nueva serie en las tretas de la contemporaneidad y sus múltiples trampas. «Lo hago desde una perspectiva critico-existencial», explica, «porque las ideas y propuestas incómodas son hoy más necesarias que nunca. Creo que nuestra comodidad puede terminar generando inquietud. Las ideas nuevas, incómodas, propositivas son necesarias para seguir adelante. Para cambiar lo que no funciona, para poner en duda las tesis que parecen ciertas. Son necesarias, sí. Ahora, más que nunca». La nueva jerarquía social y el goce inmediato se enfrentan en la obra de Cardinale a un elogio de la lentitud, de la reflexión y la diferenciación.
No obstante, sus pinturas, a pesar de lo que advierta el propio Cardinale, parece que no pueden llevar a otra parte que no sea a más incertidumbre. Las observa uno y se transforman ante los ojos a medida que descubrimos detalles, rehaciéndose en el intento de otorgar 'dar sentido' a toda esa ambigüedad y complejidad que proponen y nos rodea e inevitablemente parece que siempre nos acompañará.
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Primitivismo y esteticismo.
A pesar del flujo abstracto que se aprecia en la pintura de Rocco Cardinale, el creador confiesa que no se considera un pintor abstracto. «No lo soy. Alguien hasta dijo que lo abstracto no existe. En mi obra hay símbolos, textos, imágenes, elementos anatómicos... Lo que pasa es que a veces puede que ya no se vean. El que observa detenidamente nota lo que queda», añade. «Los tonos empleados son una forma de diferenciar las distintas historias que cuento en cada pieza, cada una con su tonalidad sentida, emotiva y expresiva. Otros elementos, que, como el color se mezclan sobre mis telas, regalan definitivamente fuerza y personalidad a cada pieza: un trozo de papel ajado, un recorte de tela pintado pero borrado permiten que la composición final sea como la que deseo, que reproduzca el efecto deseado y tanto buscado durante la realización de la obra».
En su cuerpo a cuerpo con la pintura Cardinale ofrece al espectador un mensaje directo y visceral a través de todo un universo de referencias gráficas que contempla desde números y letras a compulsivos trazos y manchas de color. «Mi manera de crear persigue que el primitivismo pase a ser esteticismo. Estas dos palabras explican muy bien mi relación con el momento creativo y con lo que quiero mostrar», subraya.
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Criado en la década de los 80 al amparo de la provocación grafitera, el cómic, la música hardcore punk, el arte urbano de los 'skaters' y los 'writers', así como de la llegada masiva de los videojuegos, Cardinale vomita todas esas manifestaciones de la cultura urbana a la hora de plantearse un nuevo trabajo. «Me considero un autodidacta. He estudiado arte por mi cuenta. Teniendo siempre presente quienes son los pilares del arte académico, siempre me he acercado a creadores más underground. Me parecen muy interesantes las corrientes de la transvanguardia italiana y el neoexpresionismo, el 'bad art' surgido en Nueva York y el 'art brut' en general. Desde los trabajos de Keith Haring y Jean Michel Basquiat hasta la fotografía de Roger Ballen, pasando por Anselm Kiefer, George Baselitz y toda la obra del polifacético David Lynch», admite.
Curiosamente fondeados todos en la época de la cautividad digital al artista italiano poco le interesan los recursos de las nuevas tecnologías y sus posibilidades aplicadas al arte. «No, gracias. Por lo menos de momento. El futuro siempre es incierto. No soy nada tecnológico. Apenas se usar un móvil. Prefiero por ahora oler la tela y el papel, oler los colores, las resinas, la cola y la madera. Pero 'nunca digas nunca jamás'. Puede que cuando lo digital ya sea una herramienta del pasado... lo contemple».
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