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Un fotograma de 'Viver mal'. C7
Crítica de cine/ 'Viver mal' y 'Mal viver'

Demonios ocultos y el mito de Medea

Joâo Canijo compite en la Sección Oficial con este turbador díptico compuesto por sendos largometrajes independientes

Victoriano Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Miércoles, 19 de abril 2023, 23:02

Es indudable que forman un díptico, pero también es cierto de 'Viver Mal' y 'Mal Viver' funcionan cada una en solitario y no hace falta ver la primera para entender la segunda, ni a la inversa. La forma en la que las proyectó en la mañana de este miércoles el 22º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, dentro de su Sección Oficial, ayuda a entrar mejor en la propuesta: primero 'Viver Mal' y luego 'Mal Viver'. Y es que el cineasta Joâo Canijo se lanza en unas aguas turbulentas, tanto visuales como narrativas, de las que no resulta fácil salir con vida. Pero el portugués demuestra ser un nadador experimentado y resistente La metáfora de natación la entenderán quienes vean una o las dos películas.

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Lo que sucede en ese pequeño hotel donde transcurre toda la acción tiene varias lecturas que van por capas. Una de las más evidente es que lo que exhibimos ante los demás no suele ser real. Aparentamos un estado de ánimo, por lo general bueno, que esconde tormentos interiores y que en muchos casos vienen de lejos. Se arrastra una mochila que, en ocasiones, resulta imposible disimular en público. Así le sucede, sobre todo, a los tres núcleos de personas que se alojan en estas instalaciones del norte de Portugal, que captan la atención de 'Viver Mal'. El espectador se topa con una pareja en la que anida la infidelidad, la falta de entendimiento y el apego irracional de la joven a mostrarlo todo en las redes sociales. Coinciden en el hotel con una viuda que se aloja con su hija y su marido y que integran un triángulo tóxico. Tanto o más que el que conforman otra madre, su hija y su novia.

Hemos mencionado a dos madres y es que la lectura principal de ambos largometrajes se centra en estas figuras. Resulta evidente en 'Viver Mal', pero se dispara en 'Mal Viver', filme en el que Joâo Canijo fija su mirada en la familia que regenta este establecimiento hotelero. La inesperada llegada de una nieta abre la caja de Pandora, sobre todo en el caso de su madre, Piedade, que atraviesa una profunda depresión.

Ambas películas transcurren en los mismos dos días, por lo que se cruzan momentos y escenas pero desde distintas perspectivas y con la cámara atendiendo a otros protagonistas en el mismo espacio.

El mito de Medea resulta evidente en todo momento y el enfoque por el que apuesta Canijo es muy osado. En estos tiempos donde lo políticamente correcto marca la pauta, su mirada supone un salto al vacío, que algunos considerarán polémica y hasta inadecuada. Atreverse a desnudar los traumas que generan unas madres tan duras y castradoras de las libertades de sus hijas e hijos no es un trago de buen gusto.

El propio hotel, gracias a un espléndido trabajo de fotografía, planos largos y encuadres osados y muy cuidados se mimetiza con la realidad de los inquilinos y de la familia propietaria. Hasta el punto de llegar a transformarse casi en la misma cárcel en la que los sentimientos de la mayoría llevan habitando desde que tienen uso de razón.

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De 'Viver Mal' y 'Mal Viver' no se sale igual que se entró. Su propuesta funciona. La duda es si hacía falta un total de 252 minutos y dos filmes para lograrlo. Personalmente creo que no.

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