'Adentro mío estoy bailando' busca las raíces de la música klezmer y de la cultura yidis
El largometraje de los argentinos Paloma Schachmann y Leandro Koch compite dentro de la Sección Oficial, tras ser premiado en Berlín
CANARIAS7
Las Palmas de Gran Canaria
Miércoles, 19 de abril 2023, 02:00
La Sección Oficial de la 22ª edición del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria ofrece el estreno en España, dentro de la cita cinematográfica grancanaria, de 'Adentro mío estoy bailando' (The Klezmer project, Austria, Argentina, 2023, 117 min.) de los realizadores argentinos Leandro Koch y Paloma Schachmann. Este largometraje, que ganó en la categoría de Mejor Ópera Prima en el Festival de Berlín, mezcla documental con una ficción.
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El camarógrafo argentino Leandro se gana la vida filmando bodas judías. En uno de sus trabajos, se enamora de Paloma, la clarinetista de la alianza nupcial. Para seducirla, finge estar filmando un documental sobre klezmer, la música folclórica tradicional yidis. Lo que Leandro no sabe es que su proyecto de película falsa lo llevará en un viaje sin guion por Europa del Este en busca de las últimas melodías klezmer que quedan de un patrimonio cultural en vías de extinción.
'Adentro mío estoy bailando' es ese viaje de un cineasta y una clarinetista que van a buscar las raíces de la música klezmer. Es un retrato de pueblos de países de Ucrania, Rumania y Moldavia en los que todavía se tocan variantes de este tipo de música. Una película centrada en un viaje por carretera en la que los directores viajan, se separan y reúnen con una historia de amor de por medio. Un documental que homenajea a la herencia familiar y cultural judía en este triángulo fronterizo de regiones de Europa del Este en la que la comunidad ha desaparecido prácticamente después de la Segunda Guerra Mundial.
En un encuentro con los medios de comunicación en rueda de prensa, los codirectores de Adentro mío estoy bailando Leandro Koch y Paloma Schachmann explicaron que el rodaje fue «todo un desafío» pese a tener un guion escrito. En un primer momento el germen de la película fue hacer un retrato de la música klezmer, algo que les llevó también a investigar la cultura yidis, donde nace este género musical.
Pero al profundizar, se dieron cuenta del potencial que había en la historia y decidieron introducir la ficción para poder plasmar todo lo que habían descubierto acerca de «cómo era antes la cultura yidis, su desaparición y el rastro que quedaba de este folclore». Eso hizo que el proceso en el que estaban embarcados «se hiciera mucho más grande de lo que habían imaginado en un principio».
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Fruto de un trabajo de varios años, que concretamente duró siete, este proceso compartido culminó «con el propósito de mostrar y dejar registro audiovisual de todo un material que es difícil de encontrar o incluso imposible», además de que «fuera accesible para el público que esté fuera de ese nicho para que el día de mañana puedan tener ese primer acercamiento», explicó Paloma Schachmann.
De generación en generación
«Una música que pasó de oído de generación en generación, tocando y escuchando, ya que no se escribía. De hecho, los músicos que filmaban lo aprendieron de sus padres porque en los casamientos los judíos no podían tocar», dijo Leandro Koch. De ahí, «que la película tuviera cierta urgencia porque había que dejar un registro de esas melodías antes de que esta generación termine de desaparecer y se pierdan porque las conocen los gitanos, pero no los judíos», remarcó.
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Fuera de campo, les resultó «muy llamativo la convivencia de culturas», de judíos con los gitanos, en otra época, concretamente antes de la guerra. «Reflejar la interculturalidad que los hacía nutrirse mutuamente, es decir, la música como elemento cultural, se compartía y se utilizaba indistintamente a la cultura a la que uno pertenecía acompañando los momentos de la vida de todas personas que convivían en el mismo territorio», destacó la cineasta. Eso, «para ellos como judíos de Buenos Aires, es un fenómeno que les es llamativo ya que esa convivencia hoy en día es un tema muy sensible», matizó el realizador, y les resultó «hermoso saber que existió una cultura judía en convivencia con sus vecinos de forma pacífica, ya que no siempre había sido como es hoy en día».
Reflejar a todas estas personas «fue muy motivante» ya que en 2016 cuando hicieron el primer viaje de investigación descubrieron «estas pequeñas comunidades de gitanos que viven en el campo y que guardan las melodías klezmer, que aprendieron de sus padres y que convivieron con los judíos».
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