Arita Shahrzad invita a un espiritual y sensitivo viaje a la esencia de la vida
La artista iraní exhibe en el espacio San Antonio Abad del CAAM, en la capital grancanaria, la muestra individual 'Human, All Too Human'
Ver de cerca el final de la vida cambia por completo la existencia. Suele llevar a relativizar lo mundano y material. A la vez que a priorizar el mundo interior y fortalecer los lazos con los seres queridos. La artista iraní Arita Shahrzad reconoce que en cuatro ocasiones estuvo a punto de cruzar la laguna Estigia de la que hablaban los clásicos «por una enfermedad» y sus reflexiones posteriores de carácter religioso y filosóficas las ha plasmado en la muestra 'Human, All Too Human' (humano, demasiado humano), que desde ayer y hasta el próximo 29 de mayo se exhibe en el espacio San Antonio Abad del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) de la capital grancanaria.
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La muestra, producida por la artista expresamente para esta sala del CAAM, se desarrolla como un «viaje» espiritual y sensorial, para dejarse llevar ante unas piezas de gran belleza, cargadas de simbolismo mientras acompaña un hilo musical persa.
'Human, All Too Human' alude a un libro homónimo del filósofo alemán Friedrich Nietzsche. «Utilizo ese libro de Nietzsche porque lo escribió como un artista y no como un filósofo. Es muy simbólico. Viene a decir que los humanos no somos lo suficientemente buenos para todo lo que podemos tener. Nos olvidamos de lo bueno que podemos llegar a ser. Por eso, debemos revisarnos, mejorarnos y curarnos para vivir en paz, para estar unidos entre nosotros y con el universo. Cada uno con su dios y con sus ángeles...», apunta la propia artista, que desde hace años reside entre Ginebra y Nueva York.
Además de esta reflexión de Nietzsche, en el germen de esta producción artística figura otro filósofo, el persa Shorevardi, del siglo XII, que según Carmensa de la Hoz, comisaria de la muestra, fue contemporáneo de «nuestro Averroes». «Destaca su teoría de la iluminación. Somos seres de luz, vamos hacia la luz. Nacemos, morimos y la vida es un tránsito que ha seguido Arita, con momentos de luz y de oscuridad, pero ha llegado al final porque es muy sensible y una artista de una categoría enorme», apunta.
Arita Shahrzad profundiza en los conceptos de este autor al que descubrió con 18 años y al que dedicó más de un año de lecturas y análisis como preludio para la creación de las evocadoras piezas de esta muestra. «Nacemos en este mundo, venimos de la luz y una vez en la tierra nos separamos, una parte se queda en lo material, con cosas como la fama o el dinero, que nos hacen sufrir. Nos convertimos en esclavos de esa vida y por eso meto cadenas, porque las cadenas llevan el peso de la vida, cuando realmente la vida es para encontrarnos y unirnos antes de morir», subraya.
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Esta reflexión la plasma en la planta baja de San Antonio Abad con una pieza inicial que evoca «el nacimiento» y una segunda en la que una cúpula de acero y cristales se sostiene con unas cadenas «que están sueltas porque el ser humano puede escapar de las mismas», explica Shahrzad en un castellano más que aceptable.
Una pieza también de acero y espejos recrea no solo «la fe» que asegura la artista iraní que la salvó cuando cayó enferma sino un recuerdo familiar. «Me inspiro en la alfombra para la oración en la que se sentaba mi abuela. Yo la acompañaba cuando iba a los lugares sagrados a rezar», asegura antes de situarse en la escalera de acceso a la segunda planta, donde se encuentra una gran cruz de espejos, que simboliza «la subida al paraíso» y que las distintas religiones deben ser respetadas por igual.
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Una caja suspendida con textos de seis poetas místicos iraníes y una luz interior que alude a que no se puede vivir sin el sol que alumbra incluso a la Luna se suspende sobre un pequeño arenal. «Tenemos dos puertas, una a la vida y otra al desierto, para buscar la verdad y poder después subir al paraíso», defiende la artista.
Desde un «universo imaginario» hasta una pieza dorada que simboliza que «estamos hechos de palabras que se diluyen cortadas por una espada antes de afrontar la luz final» o un juego final de espejos al que se llega tras atravesar una puerta a modo de «tránsito hacia la otra vida» completan este viaje sensorial «hacia la esencia de la vida», como lo define la propia artista.
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Confía, apuntó, en que este proyecto de arte contemporáneo permita viajar sin moverse de la isla hasta lo más sublime y profundo de la filosofía, la religión y la tradición milenaria persa.
Para plasmar todas las reflexiones y reminiscencias veladas de 'Human, All Too Human', Arita Shahrzad trabajó con equipo compuesto por artesanos, artistas y arquitectos. «Ha sido un viaje enriquecedor y también de lágrimas y desasosiego. Fue muy complicado para Arita, con cuatro años de trabajo pero al final llegó a la luz porque es una grandísima artista», subrayó Carmensa de la Hoz.
Más de tres toneladas de arte para un proyecto con «carácter universal»
Orlando Britto, director del CAAM, está radiante porque esta muestra realizada expresamente por Arita Shahrzad para esta institución dependiente del Cabildo, se pueda exhibir finalmente en el espacio para el que fue concebida.
«Es un día especial. Se trata de la historia de un viaje de hace cuatro años, cuando Carmensa de la Hoz me habló de la posibilidad de que Arita Shahrzad hiciera un trabajo específico para el CAAM», apuntó ayer a la vez que alabó el «enorme esfuerzo que ha hecho para su producción y para que viniera hasta Gran Canaria».
Esta producción, «carísima», según la comisaria de la muestra, afrontó con sus más de tres toneladas de peso un viaje de órdago. Partió, según explicó Carmensa de la Hoz, desde Teherán con destino a Doha y después a Frankfurt. En Alemania emprendió viaje por carretera hasta Madrid y allí de nuevo hacia Cádiz, antes de embarcar rumbo al archipiélago canario.
Más allá de esta odisea logística, Orlando Britto hizo hincapié en que se trata de una exposición «de lujo» para la isla y un paso más dentro de una de las líneas de trabajo del centro que dirige. «El CAAM desarrolla proyectos con carácter universal, vinculados con la existencia y la condición humana, como hace esta exposición», apuntó.
El director grancanario destacó que esta propuesta «aúna disciplinas enraizadas con el pensamiento filosófico y la poesía». «Es una invitación a vivir los sentidos», añadió.
Junto a Arita Shahrzad, que según Carmensa de la Hoz viaja con cierta asiduidad al archipiélago canario desde hace 18 años, se han desplazado a Gran Canaria casi una treintena de amigos procedentes de Nueva York, Suiza, Madrid, Sevilla y otras islas.
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