La Virgen volvió a salir ayer al pórtico de la basílica para recibir el cariño de los fieles. JUAN CARLOS ALONSO

El Pino se empieza a reencontrar con la normalidad

Por segundo año, Teror suspendió la procesión y la romería, pero la Virgen salió al pórtico para recibir el cariño de los fieles

B. HERNÁNDEZ

Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 9 de septiembre 2021, 01:00

Poca gente pero la misma devoción y las mismas ganas de reencontrarse con Teror y la Virgen del Pino. Gran Canaria respondió ayer al llamamiento de las autoridades y pospuso la visita a la patrona de Gran Canaria. La normalidad se va recuperando poco a poco y eso se palpa en los actos de la fiesta. Por segundo año consecutivo y atendiendo a las medidas de seguridad sanitaria, Teror suspendió la ofrenda y la procesión en su día grande, pero la Virgen salió a la puerta de la iglesia, tanto ayer como el martes, para recibir el cariño de todos los fieles que decidieron subir a la villa mariana.

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Aunque se celebraron misas durante toda la jornada de ayer y anteayer, a la solemne eucaristía presidida por el obispo de Canarias, José Mazuelos, solo pudieron acceder 60 fieles previa inscripción en una plataforma online. El resto del aforo -hasta un centenar- estuvo reservado para las autoridades y aún así, los representantes municipales no fueron invitados. Solo estuvieron presentes el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Augusto Hidalgo, además de los de Candelaria, María Brito, y Valleseco, Dámaso Arencibia, por estar estos municipios hermanados con Teror.

En la calle, la norma de distancia de seguridad solo regía para las autoridades, que después de la misa ocuparon la Plaza de Nuestra Señora del Pino cumpliendo un riguroso metro y medio entre ellas. Los peregrinos y fieles quedaron bastante alejados, quedaron detrás de una valla ya sin distancias y sofocando el calor como se podía.

Por el camino, menos peregrinos andando que otros años, muchos en bicicleta, y apenas controles policiales en la carretera. El objetivo era llegar a ver a la Virgen, para lo que había que hacer cola, igual que se debía mantener un orden estricto para conseguir el ansiado bocadillo.

Frente a las 150.000 o 200.000 personas que acuden los días 7 y 8 de septiembre a Teror, sobre todo cuando coincide con fin de semana, este martes el Ayuntamiento solo contabilizó 7.000 peregrinos. La mayor concentración se produjo sobre las nueve de la noche del martes, cuando la Virgen salió al pórtico, donde permaneció tres horas. También la pandemia ha modificado el perfil del peregrino: aunque mayoritariamente sigue siendo gente joven, no acude a Teror solo en busca de fiesta. Además, llega en pequeños grupos y «ya casi no se ven mogollones», señala una fuente del Ayuntamiento.

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Ayer el alcalde de Teror, Sergio Nuez (PP), destacó su satisfacción por la celebración de una fiesta «digna» y sin incidentes. Solo le queda una «espinita», no haber podido celebrar la ofrenda, el acto más simbólico del Pino, que este año quedó reducido a un acto con un representante de cada municipio.

El presidente del Gobierno, Ángel Víctor Torres, que fue recibido por un piquete de honores como representante de Felipe VI, destacó que este es «un año más y un año diferente» en Teror, porque la vacunación ha permitido un mayor contacto con peregrinos en la basílica. Hizo hincapié en le civismo de los peregrinos con «carreteras limpias y con un año de cierta normalidad en relación al año anterior». Expresó su deseo de que en 2022 se pueda celebrar una fiesta como antes de la pandemia.

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El obispo pide más humanidad en los hospitales

El obispo de Canarias, José Mazuelos, pidió ayer en la homilía del Pino «no caer en la irracionalidad» del principio de la pandemia y «eliminar las normas más restrictivas en los hospitales» para evitar un mayor sufrimiento de los enfermos, sobre todo de los ancianos, «que gritan en su soledad y reivindican el derecho a ser acompañados».

Mazuelos, que narró la experiencia que tuvo con su madre y como la pudo acompañar al final de su vida, instó a las autoridades sanitarias a buscar «caminos que humanicen» la estancia de los enfermos y familiares en los centros sanitarios en sus los últimos momentos «con unos buenos cuidados paliativos» y un acompañamiento de la familia. «Sin paliativos no es posible hablar de libertad en la elección de la muerte», dijo el obispo, posicionándose sobre la eutanasia una vez más.

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En su homilía, consideró que en estos momentos ya se sabe más del coronavirus y «no podemos acentuar el sufrimiento en su nombre de tantas personas mayores» e insistió en demandar que los enfermos puedan estar en su domicilio con atención paliativa o que las familias puedan acompañarlos en los hospitales mientras estén ingresados, una opción que no tienen en este momento. A su juicio, es preciso mantener el «equilibrio y que los abuelos puedan besar a sus nietos» a la vez que se potencia la vacunación y se tienen en cuenta otras medidas sanitarias.

Igual que para los enfermos y los mayores, el obispo de Canarias reclamó generosidad con los inmigrantes.

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