«El nuevo puerto de Playa Blanca, un atentado medio ambiental»
Infraestructuras. El 16 de julio de 1981 Playa Blanca inauguró su puerto. Todo un hito, frente a la nueva ampliación «desmesurada e insensible con la belleza del pueblo sureño»
C. DE INZA
Domingo, 18 de julio 2021, 01:00
Corría el año 1976 cuando el pequeño pueblo de Playa Blanca a penas era un enclave de pescadores. El Ayuntamiento de Yaiza, gobernado por un entonces joven alcalde Honorio García Bravo apenas contaba con recursos para cubrir las mínimas necesidades de su población, pero los marineros de este núcleo costero pedían a gritos un refugio pesquero en el que guarecer sus barcos y descargar su pescado con garantías. Surgió entonces la estrambótica idea de hacer un puerto. El joven García Bravo, pronto se dio cuenta de que el puerto debía ser algo más que un simple refugio, y aprovechando su cargo de consejero de la Mancomunidad de Cabildos -entonces, no existía el Gobierno de Canarias y el poder se centralizaba en esta entidad- propuso allí el proyecto.
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La idea sencillamente parecía descabellada, pero el entonces presidente Alejandro Castro Gómez aceptó el reto, presupuestando la obra en 20 millones de pesetas. Pronto, el joven alcalde comprendió que aquel exiguo presupuesto no daría ni para la escollera, de forma que se propuso hacer todo lo posible para que no se ejecutara.
Poco después al llegar a la presidencia de la Mancomunidad de Cabildos Fernando Jiménez Galván, de nuevo García Bravo le elevó su propuesta y éste enseguida la aceptó, a pesar de las presiones de las islas mayores que la veían como una auténtica locura. «Hubo muchas reuniones que duraban hasta las cuatro de la mañana para poner al pueblo de acuerdo y no había manera», explica el exalcalde. Finalmente se trazó un anteproyecto de 140 millones de pesetas. La obra empezó en 1979 y «pronto nos dimos cuenta de que se iba a quedar corto el espigón y no iban a caber los ferris, así que nos gastamos los 140 millones solo en el espigón, y nos faltaban otros tantos para cerrarlo. La obra quedó parada más de seis meses, nadie daba un duro por ella, hasta que de nuevo se lograron los 140 millones que faltaban», explica García Bravo.
Finalmente el proyecto se ejecutó con 300 millones de pesetas (2 millones de euros). En su ejecución tuvo mucho peso el entonces secretario de la mancomunidad Juan Pérez Millán, mientras que los ingenieros no paraban de poner reparos.
El 16 de julio de 1981 se inauguró el puerto con su línea de atraque para ferris y no un simple refugio pesquero. Hubo una gran fiesta, coincidiendo con la festividad de la patrona de Playa Blanca, al acto asistieron el presidente de la Mancomunidad de Cabildos, Fernando Jiménez, el del Cabildo de Lanzarote, Antonio Lorenzo, -también miembro de la Mancomunidad e impulsor del proyecto-, el propio García Bravo como alcalde, así como numerosas autoridades civiles y militares. El 12 de octubre de ese año, día del Pilar se, se inauguró la primera línea de ferris que unía Lanzarote con Fuerteventura, con el buque Betancuria de la compañía Fred Olsen, que apostó desde el principio por el proyecto. Asistieron numerosas autoridades de ambas islas «Sin duda supuso un paso de gigante en las comunicaciones, porque hasta entonces para ir de Lanzarote a Fuerteventura se tardaban dos horas en velero». Recuerda el propio García Bravo como antes de inaugurarse el muelle, el entonces presidente del Cabildo de Fuerteventura, Guillermo Sánchez Velázquez vino a dar una conferencia a Yaiza y tardó dos días. Hizo el trayecto desde Puerto del Rosario, vía aérea hasta Arrecife. En la conferencia dijo «Lanzarote y Fuerteventura, tan cercanas y tan distantes». En la misma inauguración del puerto, el propio Jiménez Galván llegó a calificar de «Bendita locura unir Playa Blanca y Corralejo», en referencia a los que habían denostado aquel proyecto, que hoy alcanza la mayor cifra de facturación de la red de Puertos Canarios, con 1.130.038 pasajeros y más de 300.000 vehículos anuales, siendo el puerto de la Comunidad Autónoma más rentable.
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«El muro de Berlín»
Hoy día, cuarenta años después, esta a punto de inaugurarse la nueva ampliación del muelle de Playa Blanca. La obra costado casi 40 millones de euros. Para su ejecución se barajaron una quincena de proyectos, «de entre todos ellos eligieron el peor» -explica García Bravo-. «Han hecho un muro de Berlín, una auténtica aberración, un atentado al medio ambiente», señala.
«Eligieron la peor ubicación, la ampliación debió hacerse por poniente, desahogando así el pueblo, separando la operativa de los ferris de los barcos de pesca, y evitando el oleaje que la operativa de los ferris produce en la playa del pueblo, que aunque digan que se ha resuelto, no solo no se ha conseguido, sino que ha empeorado». A su juicio, señala, «han optado por trazar un espigón artificial de refugio en paralelo a la dársena actual, asfixiando así al pueblo, en lugar de aprovechar la baja natural de Punta Limones», añade el exalcalade sensiblemente horrorizado con la obra apunto de inaugurase, y todo ello rematado con un enorme bloque de hormigón que es la terminal de pasajeros y oficinas que parece un búnker, que nada tiene que ver con la belleza de la arquitectura de Playa Blanca». De este despropósito, señala que hay culpables, y apunta al expresidente de Canarias, Fernando Clavijo, al exconsejero de Obras Públicas, Domingo Berriel, y a la anuencia de las autoridades locales e insulares».
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