Ser interino y tener que vivir en una 'camper' por los abusivos precios del alquiler
De barco en barco y de isla en isla, el docente Jorge Molero, enamorado de su tierra, pone el foco en el gran lastre del acceso a la vivienda
Canarias es un paraíso, pero no es infinita. Es un lugar maravilloso, pero también arrastra sus defectos. Uno de ellos está, y cada vez se palpa más, en su modelo de negocio, basado en el turismo. Canarias acoge con brazos abiertos porque es tierra «de unión de pueblos», pero no puede olvidarse de su gente. Jorge Molero, que este mes sopló 38 velas, es profesor de cocina y últimamente ha tenido que mudarse más de la cuenta para hacer sustituciones por todo el archipiélago. Un alquiler tras otro y, como se diría vulgarmente, varios riñones. Eso le llevó a irse a Alemania a comprarse una furgoneta y hacerla, como él mismo dice, 'camper'. Una casa con ruedas para «no pagar por trabajar».
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Al ser profesor interino de cocina y cubrir sustituciones, Jorge ha podido acceder a las entrañas de cada una de las islas. Una situación que le ha regalado momentos inolvidables y conocer parajes únicos, pero que también le ha hecho recapacitar. Porque cada mudanza suponía un agujero en su bolsillo. «Me he visto en la tesitura de pagar alquileres altísimos. Y prácticamente tener que pagar por trabajar, porque muchas de las sustituciones son cortas y el gasto es inmenso:traslado, comida, agua, luz... Al final, tuve que elegir comprarme una 'camper' y vivir en ella. Prefiero pagar algo que va a ser mío en un futuro que estar alimentando la vorágine del problema del precio del alquiler en Canarias. Esto afecta a toda la sociedad canaria e impide que uno pueda desarrollarse completamente», cuestiona Molero, ahora en su Gran Canaria natal a la espera de una nueva llamada para subirse al barco con su hogar motorizado.
«El acceso para comprar una vivienda hoy en día es imposible a no ser que quieras vivir en una cueva. Todo es carísimo y las condiciones son inhumanas. Y luego está el tema del alquiler vacacional, que limita la oferta... Hay mucha gente buscando piso para la poca cantidad. Las islas están saturadas», atiza el docente, no sin desear que, en el futuro de Canarias, «pueda regularse el tema de la vivienda». La clave, a su juicio, y con la constitución en la mano, pues «la vivienda es un derecho», habría que impedir que se «especule» tanto. «La belleza natural que tienen las islas es cautivadora y está en peligro con este modelo económico basado en un turismo voraz que ejercen las grandes familias turísticas del archipiélago», critica Molero. Mientras no cambie esto y cada uno «mire su burbuja», el entorno natural será «plástico» como ya dijo César Manrique, «no habrá quien quiera venir a estas islas de basura», añade.
Entre sus lecciones de cocina, encuentra un vínculo y lanza una reflexión. «Canarias es una unión de pueblos y de encuentro. La sociedad canaria ha descendido del saber juntar lo mejor de cada cultura. Algo tan común en las islas como el mojo picón, la palabra mojo, viene de 'molho', que es salsa en portugués», cuenta.
En su infancia vivió ocho años en Jaén mientras «echaba de menos ir a la playa». «Cuando te encuentras un canario en la península, es la magia instantánea, pero también me ha pasado estando aquí al toparme con alguien de Jaén, como una compañera, Tere, que conocí en Lanzarote haciendo una sustitución», profundiza Molero con esa mezcla de acentos tan peculiar que asoma entre sus barbas, mientras que con cierta nostalgia al recuerda a su abuela. «Cuando pienso en Canarias se me viene a la cabeza mi abuela Maruca, originaria de Valleseco. Me pelaba higos y tunos. Iba en burro a Teror...», añora.
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