Veneguera, la lejanía se compensa con calidad de vida
El pueblo del municipio de Mogán, incluido dentro del Espacio Natural Protegido del Roque Nublo, resalta por su tranquilidad, sus casas tradicionales, la playa, su festival y su gente. Y sigue así porque una de las movilizaciones populares más recordadas en Canarias lo salvó de un macroproyecto turístico
Unos 90 kilómetros separan Veneguera de Las Palmas de Gran Canaria. Una distancia solamente circunstancial para los que allí viven, pero para cualquier otra persona es un mundo. Una vez dejas la sinuosa GC-200 y te incorporas a la GC-206, el pequeño pueblo perteneciente al municipio grancanario de Mogán y dentro del Espacio Natural Protegido del Roque Nublo aparece con sus casitas blancas entre un seco y árido valle. Esta pintoresca ubicación es, sin duda, una de sus señas de identidad. Una vez llegas, te sumerges por un momento en otro siglo y descubres un verdadero rincón de la Gran Canaria auténtica.
Bajo la sombra de los laureles, su plaza y su ermita le dicen hola con una sonrisa a cualquier visitante. «Esta zona siempre te recibe con los brazos abiertos, con apreciar este entorno ya sabes que estás en un lugar diferente», cuenta Paco Alfonso Suárez, vecino de «toda la vida» de Veneguera mientras se sienta en un banco de la plazoleta. «Los que nacimos aquí e incluso peninsulares y extranjeros estamos enamorados de esto», afirma.
Al dejar atrás esta primera parada y descender unos metros, Las Casas de Veneguera o Casas del Almácigo reciben a sus visitantes con sus mejores galas. «Pasear por aquí es como volver al pasado», añade mirando el pequeño caserío hecho con piedra, cal y barro propio de la arquitectura tradicional de la isla y que data del siglo XVIII. «Esto es una preciosidad. Me acuerdo perfectamente caminar por aquí y ver como usaban este lavadero», apostilla Suárez mientras señala un antiguo lugar donde las personas lavaban la ropa a mano, en pilas o fuentes de agua compartidas. Se desconoce su origen exacto, pero se dice que en 1977 vivían aquí unas 54 personas.
Las personas que viven en esta zona «familiar» de Gran Canaria trabajan la mayoría en el sector agrícola o en las zonas turísticas del sur de la isla. «Me conozco estas montañas como la palma de mi mano, nosotros cultivamos piñas tropicales y también llevamos fincas de mango, aguacate... de Lopesan», asevera Suárez. Suministra ya anualmente a los hoteles más de 300.000 kilos de plátanos, 35.000 kilos de mango, 14.000 kilos de aguacates, 45.000 kilos de limones o 72.000 kilos de naranjas, entre otras frutas. «Si no estuvieran ellos... ¿a donde iría esa fruta?», reflexiona mientras saluda a una vecina que va a comprar al Autoservicio Veneguera, el único supermercado que hay en la zona y uno de los centros neurálgicos del caserío.
Ella es Nuria Suárez Araña, que tras comprar algunos alimentos que necesita vuelve a su casa. «Nací y me crié aquí. Esto es un privilegio, aunque estamos un poco lejos de zonas más comerciales, pero en calidad de vida compensa», explica y añade que todo el mundo aquí la conoce como Araña. «Mi rincón favorito es la playa, es virgen y casi siempre hay poquitas personas», concluye.
La playa de Veneguera se encuentra barranco abajo, a unos nueve kilómetros del pueblo y se accede a través de una carretera sin asfaltar por lo que es recomendable realizar la visita con un vehículo adaptado al terreno. Fincas de frutales como naranjos, limoneros o aguacateros amenizan el viaje. La playa, de callaos, virgen y de arena negra, está orientada al oeste por lo que recibe una gran cantidad de horas de sol. Si el día acompaña, que suele ser lo habitual en esta zona de la isla, se puede divisar el Teide, en la isla vecina de Tenerife. «Eso es un auténtico paraíso, allí prácticamente no hay cobertura y lo único que escuchas es el sonido de las olas y el mar», añade Araña.
1 /
Una tranquilidad que se conserva gracias al movimiento Salvar Veneguera. A mitad de los años 80, un proyecto que contemplaba miles de camas turísticas, cuatro puertos deportivos y un campo de golf originó una de las movilizaciones populares más importantes de la historia de Canarias en contra de la masificación turística y por la preservación de los espacios naturales. En 2003, y gracias a esa movilización, Veneguera se salvó del cemento. El Parlamento de Canarias aprobó la ley que incluía el barranco como parte del Parque Rural del Nublo, garantizando su protección. «Aquello fue una lucha constante, empezó con un pequeño grupo de activistas y se logró parar algo que hubiera sido complicado de sobrellevar», recuerda Paco Alfonso Suárez, con nostalgia y orgullo.
Sin embargo, este enclave grancanario no se ha librado del reclamo viral que procede de las redes sociales. Los Azulejos de Veneguera, carretera arriba, es un ejemplo de ello. Es uno de los sitios más visitados de la zona y a veces hay atasco de coches en los arcenes de la carretera para disfrutar de estos afloramientos rocosos que embellecen los riscos de los barrancos de Ojeda, los Palos y el Salobre. Está en la cabecera de la Cuenca de Veneguera y forman un paisaje único en el oeste de Gran Canaria que sorprende a cualquier visitante.
Además de la belleza de su mar, su orografía, de los cardones gigantes y tabaibas, y, sobre todo, de su gente, Veneguera también tiene fiesta y música.
Este año se celebrará del 4 al 5 de octubre en el campo de fútbol del pueblo la trigésima sexta edición del Encuentro Veneguera, el festival de música más longevo de Gran Canaria y con la misma tradición de siempre.
No solo se disfruta de música. También se organizan talleres de juegos tradicionales, puestos de artesanos y productores e incluso el año pasado disfrutaron de una muestra y un taller de el Salto del Pastor con la Federación de Salto del Pastor Canario. Y todo amenizado con un bochinche improvisado por los vecinos.
Serie 'Una vuelta a la isla redonda'
