«Cualquier día me mata una piedra al salir de mi casa»
María Jesús vive con miedo por culpa de un enorme risco que se asoma sobre el techo de la vivienda que habita
Miedo, rabia, impotencia, desolación o desesperación son algunos de los sentimientos que experimenta a diario María Jesús Cáceres Medina, una teldense de 44 años, originaria del barrio de El Ejido, que ahora mismo está pasando por un calvario en su vida.
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«Temo que algún día al salir de mi casa me caiga una piedra en la cabeza y me mate», manifiesta la mujer que vive en una de las casas-cuevas del pequeño barrio de Cendro, junto a Caserones Bajos. Hace un año que se vino hasta aquí, «porque no tenía otra cosa», gracias a que la familia de su expareja le cedió temporalmente este habitáculo plagado de humedad que se ubica bajo un pronunciado y peligroso risco que de manera habitual escupe rocas de diferentes tamaños. Estas caen directamente sobre su débil techo hecho de planchas o, peor incluso, en la descubierta entrada a su casa. Un hecho que se acentúa con la llegada de lluvias copiosas.
María Jesús ha intentado que el Ayuntamiento ponga remedio a esta situación mientras espera a que el Gobierno de Canarias le otorgue un cobijo, pero desde la administración local solo recibe la respuestas negativas, e, incluso, le sugieren que sea ella misma quien compre e instale una malla para evitar la caída de los pedruscos, según detalla la propia ciudadana.
Es solicitante de vivienda desde 2018 y aún continúa esperando a que el ente regional le ayude a recuperar una vida estable. «Solicito que me ayuden a mi y a todos esos canarios que están en una situación igual o peor que la mía. ¿Es que no se les cae la cara de vergüenza de vernos en esta situación? Como ellos tienen sus sueldos y viven como quieren, no les importa nada más. Tanto hablan de que todos merecemos una vivienda digna y luego nos dan la espalda. Yo no veo derechos por ningún lado», implora la mujer, que expone que todavía sigue esperando la llamada que le prometió la alcaldesa, Carmen Hernández, para conocer mejor su delicada situación.
Para más 'inri', padece artritis reumatoide, un trastorno inflamatorio crónico que puede afectar a las articulaciones, la piel y a los órganos internos. En su caso, la patología no le deja caminar con normalidad y sufre dolores intensos constantes. Se lo detectaron tarde y mal y como consecuencia ahora se tiene que tomar una gran cantidad de pastillas para tratarse. La enfermedad cada vez va a más y ya le impide trabajar. Ya ha puesto en marcha el trámite para que le concedan la invalidez y poder optar así a diferentes ayudas que le hagan más cómoda su vida.
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Resiste con una paga mínima que le permite sobrevivir y poco más. Una remuneración que, además, «me la han vuelto a bajar hace poco», reclama.
Sus hijos y sus mascotas, su mayor fuerza para seguir
Sus hijos son su mayor motivación para seguir adelante, aunque apenas les ve porque pocas son las fuerzas que le quedan para salir de la cama. «Encima aquí no los voy a traer», exclama. Su mayor apoyo en estos momentos son sus cuatro perritas: Linda, Laika, Princesa y Luna. «Cuando tengo que llorar ellas siempre me dan cariño y me entienden. Son mi vida», confiesa.
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