Vea la portada de CANARIAS7 de este viernes 5 de diciembre de 2025
Dos hombres pescando en lo alto de una roca en la playa. Juan Carlos Alonso
Una vuelta a la isla redonda

El Puertillo, hogar de 'Sandokán' y su legado imborrable

Tradición pesquera, patrimonio cultural y piscinas naturales convierten a este barrio en un referente del norte de Gran Canaria. La figura de Sandokán, pescador y «vigilante del mar», dejó un huella eterna en la memoria colectiva del municipio de Arucas

Jorge Reyes Billón

Las Palmas de Gran Canaria

Miércoles, 30 de julio 2025

A unos cuatro kilómetros desde el centro de Arucas, acunado por el mar y formaciones volcánicas que acaban en piscinas naturales, se encuentra El Puertillo, un pueblo costero que como su propio nombre indica, sirvió durante décadas como un pequeño puerto de embarcaciones y mercancías. La zona principal, un espacio familiar muy reconocido en la isla, ha mantenido su bandera azul desde 2014 junto a Los Charcones, que ofrecen un baño con vistas al Atlántico. Este reconocimiento internacional avala la excelente calidad ambiental y de servicios de la zona costera a la que se le otorga. Entregado por la Fundación Europea de Educación Ambiental, destacan tanto la limpieza de sus aguas como la accesibilidad, la seguridad y la información ambiental para vecinos y visitantes.

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El entorno de este pueblo combina ocio, deporte y cultura: surf, bodyboard y paddle surf se practican en la pequeña cala rocosa entre El Puertillo y Los Charcones, mientras que la pesca aprovecha las corrientes provocadas por los riscos de la costa. Todo ello convive con la procesión marítima de Santa Lucía, que cada septiembre recorre la playa para venerar a la patrona con su peregrinaje, fuegos artificiales y puestos de comida autóctona diseminados por toda la avenida.

En ese mismo paseo se halla uno de los puntos de encuentro más concurridos de la zona, el restaurante 'El Dorado del Norte'. Su propietaria, Sary Falcón Medina, relata cómo se ha ido adaptando a la evolución de El Puertillo: «Desde que empezamos, que fue muy poco a poco, notamos que cada vez no sólo venía más gente, sino que eran de lugares que hace tiempo no era normal que se pasasen por el pueblo». El turismo, asegura, «ha crecido muchísimo» porque «se han dado cuenta de lo que tenemos: giras la cabeza y tienes estas vistas y estas playas, es un lujazo escondido». Aboga sin embargo porque sean los propios isleños los que visiten más la zona: «El mar, bravo o calmado, es una maravilla, tendrían que venir más. Hay que disfrutar del norte, no todo es el sur», defiende Saray.

Sary Falcón posa frente a su restaurante en la avenida, El Dorado del Norte. Juan Carlos Alonso

Mientras tanto, son las familias y vecinos del pueblo quienes se sientan a contemplar el sol hundirse en el océano, mientras los mayores, testigos de más de medio siglo de cambio, recuerdan la historia de un héroe que fue admirado no solo en El Puertillo, sino que extendió su fama por todo el archipiélago canario.

Manuel Sosa Medina, más conocido como 'Sandokán', fue además de pescador, un ángel de la guarda. Dedicó más de 40 años de su vida a liberar bañistas cuando la muerte les miraba a los ojos. Nacido y criado en El Puertillo, la memoria local le atribuye haber salvado a más de 300 personas con sus propias manos a bordo de la barca artesanal que le acompañaba en su día a día. Empezó a lanzarse al agua con apenas quince años para rescatar a una niña y, desde entonces, los vecinos se acostumbraron a dar el aviso al «vigilante del mar», que actuaba siempre con precisión e incluso con mayor rapidez que las autoridades. «Si el cielo existe, Don Manuel debe estar descansando allí, sin duda», expresa emocionado un allegado.

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«Si el cielo existe, Don Manuel debe estar descansando allí, sin duda»

Vecino de El Puertillo

Su historia fue ganando aura con el paso del tiempo, ayudada en parte por su apariencia pirata y su característica barba densa y blanca, y fue inmortalizada en 2020 en un mural que recubre una fachada de ocho metros envuelto en olas, el cielo azul y gaviotas en vuelo. En la esquina superior derecha se puede leer «La mar no conoce a nadie», una célebre frase que, según relatan los vecinos, «le gustaba esbozar cada vez que cumplía un rescate». Un retrato que, más que un homenaje, forma parte de la memoria colectiva del héroe del barrio, de su barrio.

Una persona bastante allegada a su figura es Carmelo Hernández, un vecino de toda la vida que, orgulloso de su pueblo, se anima a narrar el día a día del barrio y recordar sus experiencias con 'Sandokán': «Aquí no falta la caminata clásica en la avenida por la mañana; luego hacer un arreglito en casa y, al mediodía, lo típico, echarse la cervecita, que siempre le gusta la tertulia a uno». Compartió con Manuel Sosa muchas fiestas de El Puertillo, que «se llevan celebrando más de 50 años» y tienen como plato fuerte los fuegos acuáticos y la embarcación de la Virgen: «es cuando todo esto se llena», señala. «Ahí estuve mucho con él porque era el que la embarcaba, hasta que me relevó esa competencia en 2021», relata Hernández.

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Carmelo Hernández posa frente al mural de Sandokán Juan Carlos Alonso

El traspaso de responsabilidades tuvo lugar el siete de agosto de ese año cuando, lamentablemente, Manuel Sosa falleció a los 67 años tras luchar contra una enfermedad. El golpe para el pueblo fue tan duro, que Arucas guardó tres días de luto oficial, se realizaron homenajes institucionales, se le dedicó una calle, le concedieron la Medalla de Oro de Canarias y su historia fue erigida en bronce.

Ya no estaba presente, pero su legado en El Puertillo era imborrable, por eso, el ayuntamiento del municipio colocó una estatua de Sandokán en la avenida junto a un banco de madera mirando fijo al mar, con los brazos cruzados y la gorra de marinero. «Como quien cuida un fortín», describe un vecino.

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Los bañistas disfrutando de los charcos de El Puertillo, la estatua de bronce de Sandokán en el paseo de la playa y las olas rompen con las rocas de la costa. Juan Carlos Alonso

Amigos cercanos recuerdan sin embargo que muchos le tenían envidia: «Una vez, cuando rescató a un hombre, un familiar se acercó a darle dinero en agradecimiento, pero varios alzaron su voz alegando que cómo se atrevía a regalarle dinero a ese hombre. Es inexplicable ponerse en contra de alguien que hace lo que él. Me gustaría verlos si fuera a su hijo al que salva de ahogarse en el mar», rumorean por el paseo marítimo.

Las voces críticas no impidieron que aquel muchacho que huía del colegio para pescar se convirtiera en un referente para el Puertillo, y que caminar hoy por la avenida sea hacerlo por la crónica de un hombre que se enfrentó a la muerte y que, sin aspavientos, entregó su vida a salvar otras.

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