El Pino: la cuna de la ilusión
El pasado 25 de agosto la actriz Lili Quintana, de Teror, dio apertura a las fiestas con la lectura de este pregón, cargado de recuerdos de su infancia y adolescencia en el municipio y de referencias a sus familiares
Lili Quintana
Actriz
Viernes, 8 de septiembre 2023, 02:00
Antes de iniciar la lectura del pregón, quisiera aprovechar este momento para enviar a nuestra querida isla hermana de Tenerife un mensaje de ánimo y solidaridad. Espero que esta pesadilla se apague de una vez, y que nuestras patronas, la Virgen del Pino y de Candelaria, den mucho consuelo a quienes han sido afectados por el brutal incendio. Este pregón también está dedicado a las personas que han luchado con todas sus fuerzas para apagar este horrible fuego. Muchas gracias, de verdad, por su valentía.
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Es para mí un inmenso honor compartir este pregón con ustedes y este año con más motivo ya que cumple su 75 aniversario. Reconozco que la responsabilidad me ha quitado horas de sueño. El compromiso de estar a la altura con mi pueblo, estas fiestas y el legado de mis padres aquí presentes, que son mis mejores amigos, me han dado la fuerza y el empuje necesario para afrontar el bonito encargo de pregonar las Fiestas más importantes de la isla de Gran Canaria: 'Nuestras Fiestas del Pino'.
Soy nieta de Pedro Quintana el Churrero de los Arbejales y de María Ramírez, cuya caseta verde sobrevivió a un fuerte temporal vivido ya hace mucho tiempo. Juntos abrieron la primera churrería en Teror, aquella caseta de madera donde mi abuelo deleitaba con churros en aquellos cartu chos de papel con su sobre de azúcar y los chocolates. También los vendían de pueblo en pueblo con motivo de las fiestas patronales de cada lugar de la isla, hasta que se estableció definitivamente en Teror. Si venías a Teror y no te comías unos churritos, parecía que te faltaba algo al marcharte.
«Aquel viernes 16 de mayo de 1969 amanecía con Luna Nueva en Teror. Nací en casa de mi tía Luisa»
También mi abuelo compaginó la elaboración de churros con la de turrones. Este oficio lo aprendió de su suegro el maestro turronero Antonio Ramírez Asencio. Gracias a la iniciativa del Ayuntamiento de Teror, hoy podemos ver señalada parte de nuestra historia, en distintos monolitos repartidos por todo el municipio, con un código QR que nos acerca la información a través de una aplicación en Internet. También la historia de la churrería de mis abuelos ubicada junto a la plaza de Sintes. Mis abuelos construyeron su hogar en el Castaño, bajando por la fábrica del Nick, frente al Monasterio del Cister. Desde la azotea de la casa de mis abuelos podía avistar la finca entera. Siempre albergué el deseo y la esperanza de poder verlas de cerca cuando me mandaban a comprar los dulces artesanos. Pero se me antojaba misión imposible.
Mis abuelos por parte de padre son José Pérez que era panadero y Juliana Genara, construyeron su hogar en el Hoyo. Aún recuerdo a mi hermano Agustín y a mi bajando a buscar agua a la fuente Agria con botellas de distintos envases era toda una odisea. Mis padres se enamoraron en el muro nuevo el mismo día que se colocó la primera piedra de las casas baratas. Paseaban desde la Alameda al Muro Nuevo y desde el Muro Nuevo a la Alameda. Pasaban muchas horas hablando. Tres meses tardó mi padre en atreverse a besar a mi madre. Asistían al cine Pabellón Victoria de Teror. Cuentan que cuando paraban la película se compraban un bocadillo de sardinas en la tienda de «Felisita». Iban con dos pesetas y media: una cincuenta para el cine y otra para gastar. Aun así, siempre les sobraba. También les encantaba ir al bar Americano que estaba aquí enfrente a comerse unos bocadillos de vuelta.
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A mis padres los casó Monseñor D. Antonio Socorro Lantigua. Está enterrado en la basílica de Teror, y decían que era un gran orador. Dicen que llegó una hora tarde a la boda porque al parecer, se había quedado dormido. Ante la desesperación del joven matrimonio, lanzó un chascarrillo y les dijo: «Yo pensé que se habían arrepentido». Hoy se le recuerda entre otras cosas con su nombre a un colegio: Colegio de Educación Infantil y Primaria Monseñor Socorro Lantigua. De aquel matrimonio nacieron 4 hijos, a los que siempre nos inculcaron valores, amor al prójimo y una profunda fe por nuestra patrona la Virgen del Pino.
«También mi abuelo compaginó la elaboración de churros con la de turrones»
Aquel viernes 16 de mayo de 1969 amanecía con Luna Nueva en Teror. Nací en casa de mi tía Luisa, en una cama plegable. Mi madre, Lidia Quintana Ramirez, dio a luz por segunda vez, entre las manos de Ciprianita Santana, la partera de Teror, mujer muy querida en nuestro pueblo y en otros tantos. Sus manos sirvieron de primera cuna a muchas criaturas de la época, arrancando con el primer jadeo lo que al poco rato se convertía en llanto. Ese día, cuenta mi madre, había hecho un potaje para veinte personas y Ciprianita le dijo que cuando viniera de atender a otra mujer de San José del Álamo, a eso de la una o una y media del mediodía, ya la criatura estaría para nacer. Quince minutos después de la hora convenida, a las dos menos cuarto cuando mis pupilas se abrían por primera vez a la luz, y mi llanto inundaba de alegría a aquellos padres, cuenta mi madre que miró el reloj y se paró. Lo del reloj tiene su aquello, quizá ya estaba destinada a llegar siempre tarde a las citas con mi familia, la cual siempre se lo toma a guasa. ¡Ellos ya me conocen! Dicen que mi tía salió gritando por el Castaño, ahora conocido como el Camino del Castaño: «Lidia tuvo una chiquilla jembra. Y mi madre decía bajito».
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«Díganle a Luisa que si es una niña es una niña, no una chiquilla jembra».
Supongo que serían cosas de la emoción.
La infancia en Teror la tengo bien latente en mi interior. De las fiestas recuerdo lo importante que eran los siete de septiembre. Se vivía con mucha intensidad y ajetreo ese día de trabajo, en el que toda la isla se encontraba para venerar a la patrona. En la explanada cerca de la churrería, el canto de los boletos, se acuerdan, 'me gusta la chochona, que linda la chochona'. No tengo noción de haber ganado nunca, pero me divertía con mis primos y mis primas.
Y llegado este momento, con respeto a todos y todas, hago una mención especial a mi primo Javi. Era muy devoto de nuestra Virgen del Pino y con el que compartí muchísimos juegos. La vida nos lo arrancó demasiado pronto. También un recuerdo para mis primos Manolo, Chari y Elsita. Tengo vivo el recuerdo de la casa de mis abuelos maternos que me parecía gigante. Cuando no tenía ni un año cantaba en el pollo de la cocina 'asi a sita mi sete'. Mi abuelo Pedro, hombre duro pero de gran corazón, que no dejaba ver sus sentimientos, se emocionaba al oírme cantar. En una ocasión, tratando de disimular, le dijo a mi madre, «creo que me entró algo en el ojo». No sabía el abuelo Pedro, que eso ya lo había escrito Lope de Vega en 'El perro del hortelano'.
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Recuerdo bajar al pueblo y pararnos en la tienda de Cecilito, o acabar en la dulcería de Benítez para comprar los 'petisú'. Aún conservo la memoria de las grandes excursiones que hacíamos de niñas detrás de la casa de mis abuelos. Mi madre y mis tías nos preparaban la merienda y salíamos a la aventura. Nunca olvidaré aquellos largos veranos con mis primas Pino y Blanca, que por edad compartimos juegos y vivencias. Los domingos era todo un acontecimiento venir a buscar los churros bien temprano. En el patio de la casa de mi abuela acontecieron algunas de mis primeras actuaciones. Era por navidad y representábamos el portal de Belén. El público asistente eran mis tías y mi madre, siempre vestidas para la ocasión como correspondía a un estreno. Mi madre siempre ha sido mi fan número uno.
Ya en la adolescencia, las subidas a Teror se hacían cada vez más espaciadas. La ausencia de los abuelos y otras obligaciones, hacían que cada vez viniera menos. Y aquellos ojos que pasaron de niña a mujer siempre vieron el mismo Teror de la infancia, a pesar de que el pueblo y los barrios seguían creciendo, y las calles comenzaban a transformarse. Y en la distancia, me acordaba de un pueblo rebosante de felicidad. Una felicidad a tiempo tasado por el silbido de nuestros padres cuando nos llamaban a la hora de comer mientras hacíamos trastadas en la azotea de mi tía Estrella. Más tarde en mi juventud las fiestas del Pino serían mi válvula de escape solo para divertirme, con la pandilla caminando por aquella carretera que dista mucho de la que tenemos hoy. He de reconocer que llegaba agotada, y ya por el puente Molino tenía unas ganas enormes de llegar.
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En aquella época y siempre, los vecinos y vecinas de Teror de manera solidaria, mantenían la celebración multiplicándose en cualquier tarea para que los visitantes pudieran disfrutar de las mejores fiestas marianas. Ahora veo el Pino desde otra perspectiva. Si o sí tengo que subir a verla en septiembre.
Tengo vivo en mi memoria cada vez que hice teatro. Dicen que de 'casta le viene al galgo', siempre supe que mi madre quería ser actriz. La Canarias de aquellos años no era un espacio propicio para el desarrollo artístico de nadie, y menos de una mujer. Pino Ojeda, mujer de teatro y nacida en Teror como yo, visibiliza esos cauces subterráneos por los que han transitado, tradicionalmente, las vidas de las mujeres. Su obra reivindica esa voz que, desde los márgenes, se hace eco de la igualdad y la libertad explorando las vidas silenciadas.
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Aún conservo la memoria de las grandes excursiones que hacíamos de niñas detrás de la casa de mis abuelos. Mi madre y mis tías nos preparaban la merienda y salíamos a la aventura (...)
En casa siempre fuimos una familia muy cómica y divertida. Cuando se juntaban las Quintanas, tronaba el cielo. Y no tengo claro si por ahí vienen algunos de los personajes que han tenido más recorrido a lo largo de mi vida artística. Mi carrera se inicia cuando tenía 19 años, momento en el que decidí emprender un nuevo viaje para dedicarme profesionalmente al mundo del teatro. Fue en el Centro Insular de Cultura en el año 1989. Ahí conocí a Frederic Roda y Fábregas, director de teatro catalán, con quien empecé a formarme. Él mismo decidió que mi nombre artístico fuera el que es hoy: Lili Quintana. A mi me encantó, porque tenía una mejor sonoridad. No creo que a mi padre le hiciera mucha gracia. ¡Total Papá ahora me llaman... ya sabes! (...)
Con el tiempo también creo que ha sido una constante en mi vida reivindicar a la mujer dentro del teatro, y poner por delante el apellido de mi madre ha sido toda una declaración de intenciones a la larga. La influencia de mis maestros catalanes hizo que marchara a Barcelona para ahondar mucho más en mi formación. Vaya por delante mi defensa de la profesión hecha en Canarias y sirva este momento además para poner en valor la cultura que desde estas islas exportamos al exterior. Lejos quedan aquellos momentos donde todo lo que llegaba de fuera era mejor. He tenido la oportunidad de trabajar con la inmensa mayoría de las actrices y actores profesionales en Canarias, y con los mejores directores teatrales de las islas. El teatro me ha regalado varios premios y distinciones. Bueno en realidad son premios compartidos de profesionales que han sabido hacer bien su trabajo. Les aseguro que estar hoy pregonando es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida, es un premio para el alma. Esta increíble profesión me ha dado infinitamente más alegrías que tristezas.
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Miles de anécdotas pudiera contar que hoy no vienen al caso, pero me quiero acordar de una de las veces que actué aquí, en el Auditorio de Teror. Era un día muy ilusionante para mí.... Fue con 'El cerco de Leningrado'. En medio de la función se fue la luz. No sé si fue casualidad o una señal de protesta de mi abuela María. A ella nunca le gustó que el teatro se pusiera encima del club de mayores.
Quiero hacer mención especial al público, a la gente que me quiere y que me sigue. Y no sólo al público que me acompaña cada vez que vengo a mi pueblo, sino a esa multitud anónima, que integran clubes de fans en todas las partes del mundo y que me escriben desde los lugares más insospechados. Gracias a esos clubes de fans, también se ha proyectado al mundo el nombre de Teror. Muchos de los espectadores y admiradores saben colocar en el globo este mágico lugar, y me consta que algunos han venido hasta aquí para conocerlo en persona (...)
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Mi fe por la Virgen del Pino es inquebrantable. Confío en ella y cada venida a Teror y a la basílica, supone una carga emocional difícilmente comparable con nada. Hoy resuenan más que nunca las palabras, anécdotas e historia de mis padres que de manera cíclica se repiten en cada conversación. Yo lucho contra el tiempo, ese demonio interior que como el alzhimer tiende a borrar el Teror de mi infancia. Lucho para que no se borre mi pasado mirando al futuro de un pueblo que crece, que se enorgullece de sus jóvenes valores y de sus nuevas generaciones. Hoy comenzamos las fiestas de un pueblo, y las fiestas son una oportunidad para la diversión y para la celebración. Pero también son una maravillosa oportunidad para reflexionar y para la convivencia.
Es para mí un honor pregonar las fiestas que han marcado mi vida, la vida de todas y todos, la vida de una isla. Es un honor ser la primera mujer de las Artes Escénicas que lo hace y compartir esta distinción con otros prestigiosos pregoneros que me han antecedido algunos de los cuales se encuentran hoy aquí presentes. ´
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Es el momento adecuado para reivindicarnos como pueblo, pues somos el sustento de la historia. Sigamos construyendo nuestro sueño, todos juntos, creciendo y avanzando. El camino de la prosperidad se hace en el transitar diario, agarrando fuerte la mano de nuestros vecinos y hermanos, aquellos que comparten nuestras mismas raíces. No nos olvidemos qué como pueblo, hemos conseguido respeto y admiración en medio mundo.
Me despido con la gratitud infinita de quien acaba de cumplir un sueño, y con la responsabilidad de seguir pregonando que Teror es único. Salud para todas y todos. Nada me gustaría más que encontrarnos aquí nuevamente el próximo año, será la mejor señal de todas. Gracias Papá, Mamá y que la Virgen del Pino, nuestra Madre, les proteja y les de salud. Teror es mi cuna. Ante los ojos de Dios somos todos iguales y este pueblo también es la cuna de quien lo necesita. PAZ, Salud y Amor. ¡QUE VIVA TEROR! ¡QUE VIVAN LAS FIESTAS DEL PINO!
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