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De izquierda a derecha, Rogelio, Antonio y Ana María son captados por una cámara de seguridad caminando juntos el día de la desaparición tras la reunión en el banco. C7

Rogelio fue despedido del banco por engañar a otros clientes de avanzada edad

Crimen de Guanarteme ·

El sumario desvela que el investigado gestionaba las cuentas del matrimonio. Fue el último que los vio con vida por última vez

Francisco José Fajardo

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 14 de mayo 2023

El matrimonio de Guanarteme formado por Antonio Quesada y Ana María Artiles tenía una situación económica boyante. El patriarca de la familia se había dedicado toda su vida al plátano y consiguió que sus cinco hijos vivieran de forma cómoda tras una vida de intenso trabajo. Con el asesoramiento del que fuera subdirector de su banco, Rogelio S.T. –que es el único investigado por el doble crimen– realizó varios movimientos para obtener ganancias, pero lo que pudo ser una manera de conseguir beneficios, se convirtió en una tragedia. El banquero fue despedido poco después por hacerse con el dinero de más ancianos.

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Esa es la tesis que maneja la familia de estos dos ancianos que fueron asesinados en marzo de 2012. Un planteamiento que mantienen desde que el 20 de agosto de 2017, un vecino de Ingenio llamado Carlos Díaz encontró los dos cuerpos en el barranco de Las Vacas mientras iba de cacería con su perra Canaria.

La abogada de la familia, Patricia Catalina, expuso en el programa 'Código 10' del canal Cuatro, que «el cerco de la investigación se estrechó sobre tres personas que vieron al matrimonio antes de que desaparecieran y que no tenían coartada fiable», dijo. Y entre ellas estaba el subdirector del banco, Rogelio S.T.

El matrimonio se reunió con el investigado el 6 de marzo a las seis y diez de la tarde en la sucursal y fueron los dos presuntamente engañados con la excusa de que tenían que firmar algo, al parecer domiciliar recibos de agua y luz, según la tesis de la acusación. Luego, los investigadores vieron que era falso porque uno de los dos recibos ya estaba domiciliado y el otro lo tramitó el subdirector tres meses después.

De forma paralela, Antonio le había comentado a dos de sus hijos que iban a mirar unos audífonos para Ana María. Nunca les dijo nada de la visita al banco.

Tras acabar con esas presuntas gestiones, salieron caminando los tres de la sucursal y se pudo ver en las cámaras que Antonio iba con un papel en la mano. Según Rogelio, dijo cuando fue interrogado que tenía prisa porque estaba llamando a un taller ya que se le había estropeado el coche por la mañana. Los agentes cotejaron esta información y se dieron cuenta de que era totalmente falso, que no llamó a ningún taller sino a su mujer que no le contestó.

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Según él, el matrimonio les siguió diciéndole que se acordara de las domiciliaciones, pero lo único demostrable es que las cámaras de seguridad los perdieron en el momento en el que Rogelio se fue a por el coche.

Idas y venidas con el coche

Los movimientos que hizo el investigado tras abandonar Guanarteme no fueron los habituales de alguien que buscaba un taller al tener el coche averiado. En el sumario, que acaba de abrirse por decisión judicial, los investigadores cotejaron que el taller al que Rogelio solía ir estaba en Telde, a dos kilómetros de su casa y, en vez de llevarlo allí, declaró que «a las seis y pico o siete no estaba abierto» y por eso se fue a Vecindario y Carrizal que, según comentó, estaba «cerca de su casa», un dato que no tiene aparente sentido. El cotejo de la señal del móvil del exbanquero determinó que nunca estuvo en esa zona.

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Posteriormente, Rogelio llamó a una grúa que lo recogió en Jinámar a las 19.30 horas porque, según dijo «se le sobrecalentó el motor», pero en el parte de incidencias, el gruista recogió que el conductor refirió que el vehículo «no le arrancaba» y en vez de llevarlo al taller, pidió que lo dejara en su casa. Una semana después, llevó el coche a un taller y los mecánicos no le miraron nada relacionado con un posible recalentamiento, sino le hicieron una revisión rutinaria.

Curiosamente, Rogelio efectuó la tarde de la desaparición una llamada a su mujer. Los agentes comprobaron que el terminar utilizó el repetidor ubicado en la montaña de Agüimes, que da cobertura al barranco de Las Vacas donde se encontraron los restos del matrimonio desaparecido.

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Rogelio se separó de su esposa pocos meses después de la desaparición del matrimonio y tras haber sido despedido del banco. Su revocación como apoderado mancomunado del Santander se produjo el 6 de marzo de 2013.

La entidad bancaria alegó pérdida de confianza en el trabajador, que había sido investigado por cometer irregularidades en trámites que realizaba con clientes de avanzada edad, como Antonio y Ana María. Unas gestiones que generaron un perjuicio económico que posteriormente reparó. Por eso no lo denunciaron.

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En concreto, sacó 5.000 euros de una anciana de 75 años fingiendo que fue un error del sistema. Cinco minutos antes, se hizo con otros 5.000 euros de la cuenta de otra mujer de 84 años pero deshizo la operación.

La investigación sigue su curso.

Imagen del matrimonio fallecido. C7

Otras tres personas fueron investigadas, pero se descartó su posible participación en los hechos

Los agentes de Homicidios de la Policía Nacional investigaron a todas las personas del entorno del matrimonio y detectaron que tres además de Rogelio S.T. no tenían una coartada fiable.

Uno de ellos fue un amigo del matrimonio desde hacía 28 años, albacea del patrimonio de uno de sus hijos que es discapacitado. Acompañaba y asesoraba a Antonio en operaciones económicas en el banco Santander. Testigos afirmaron haberlo visto junto al matrimonio tomando un café en la churrería Guanarteme sobre las 17 horas. Su mujer dijo por teléfono a una amiga que había quedado con los desaparecidos ese mismo martes 6 de marzo (en otra llamada corrigió y dijo «unos días antes»). Él manifestó que no los veía desde el 21 de febrero.

Otro de los investigados fue una persona del entorno cercano de Antonio. Fue preguntado dónde estaba la tarde noche del 6 de marzo, fecha de la desaparición. Se supone que estaba con unos amigos, pero nadie pudo certificarlo. Declaró haber sufrido problemas económicos y que cogió dinero de un colectivo al que pertenecía y dijo que su peor momento fue en 2009, el año en que su tío Antonio Quesada sacó los 78.400 euros que tenía a plazo fijo en el banco y de los que se desconoce su uso o paradero.

El último de los investigados fue un excompañero de Rogelio S.T. en el Banco Santander.

Desde el primer momento se quiso desvincular de Rogelio cuando los agentes le preguntaron sobre él.

Hablaron el día que desaparecieron los ancianos y también el que fueron hallados los cuerpos, pero nunca llamó a la familia para preguntarles ninguno de estos dos días a pesar de tener una buena relación con ellos. Este dato llamó la atención de los investigadores.

Los agentes descartaron estas líneas de investigación y se centraron solo en la de Rogelio S.T.

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