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Estado de las obras abandonas en la plaza Santiago Tejera en el Barrio Marinero de San Cristóbal Arcadio Suárez
Las Palmas de Gran Canaria

La plaza más cara de San Cristóbal

Las obras en la Santiago Tejera, en el Barrio Marinero, padecen un nuevo modificado que encarece una vez más el fallido proyecto en el corazón de un núcleo urbano fatigado

David Ojeda

Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 21 de noviembre 2024

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La cola de un cachalote metálico señala la plaza de la vergüenza. Es el cadáver de un juguete, la pieza central del parque que ocupará la plaza Santiago Tejera Ossavary en el barrio marinero de San Cristóbal. Un proyecto inacabado y que nace contra el deseo de los vecinos y que ya es la imagen de la plaza más cara de San Cristóbal.

El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria acaba de resolver el decreto que aprueba la modificación del contrato, con su incremento presupuestario, de la obra en la plaza. Por un lado es una buena noticia, porque propicia la reactivación de los trabajos en la zona, abandonados hace once meses y dejando esa imagen de desidia y decadencia que rodea la ballena de mentira.

Los trabajos fueron adjudicados originalmente por 968.680 euros, pasando al 1.152.834,08 euros que aparece ahora como precio del contrato final en la nueva resolución firmada este mes por el edil de Urbanismo Mauricio Roque, responsable desde su área de la gestión del proyecto.

Tras este modificado es posible que los obreros vuelvan al barrio, donde la lista de demandas de los vecinos empieza a hacer bastante más larga de lo que el Ayuntamiento de la ciudad ha demostrado ser competente para resolver.

El mes de octubre del pasado año debió haber terminado esta obra. Pero los distintos problemas que fueron sucediendo, con la adjudicataria inicial solicitando modificados al encontrar un depósito de diesel enterrado en el pavimento entre otros obstáculos, acabó con la resolución de ese contrato y la consiguiente demora en las obras.

Ahora se aprueba un nuevo modificado que conlleva que las máquinas puedan trabajar en lo que parece el paisaje apocalíptico que deja tras su paso una batalla campal. Empezando por el cartel que indica las características de la obra, derribado por el viento y erosionado por la implacable erosión del mar. Luego, también, por los efectos del salitre, que ha empezado a comerse la zona de juegos plantada sin ni siquiera haber sido estrenada por los niños del barrio.

El núcleo urbano, todavía castigado por la última subida de la marea del pasado mes de mayo, asiste ya sin esperanza a que las obras continúen. Un proyecto, además, que no responde a lo que ellos entienden que era prioridad para sus desgastadas y colmatadas calles. De hecho, ellos querían que esa plaza, como acabó siendo por la fuerza del uso público, fuera destinada a plazas de aparcamiento.

Este espacio. donde antiguamente se encontraban las instalaciones de lAgua San Roque, fue resolviendo de manera improvisada la necesidad de zona para dejar los vehículos de los vecinos, cuyas calles crecieron sobre apenas un filo de piedra sin mucho más espacio para encontrar hueco a sus coches.

Ese punto de vista también es compartido por la oposición municipal, en este caso por la del Partido Popular, segunda fuerza en número de ediles en el pleno capitalino. «Las necesidades que tienen los vecinos son las que son. Allí lo que quieren es aparcamiento. Lo necesario es aprovechar este modificado para establecer esas plazas o desecharlo para construir allí un aparcamiento», indica el concejal conservador Gustavo Sánchez Carrillo.

Sánchez estima que en la insistencia del gobierno municipal en construir el parque hay un desdén poco disimulado por la opinión de la ciudadanía. «Han decidido hacer esa plaza cuando en la zona ya existe una plaza y otro parque infantil que lo que habría que hacer es mantenerlo en buen estado de conservación. Se empeñan en no escuchar a los vecinos de SanCristóbal, que por lo que está sucediendo con el estado de las obras se encuentran con un panorama desolador. Que suman ya siete años con proyectos de obras inacabadas acumulando frustraciones», comentó.

Lo cierto es que los vecinos cuentan con un historial de oposición a esta decisión. Llegaron a atrincherarse en la zona cuando comenzaron los trabajos de vallado y han manifestado, reiteradamente, lo que opinan sobre esta imposición.

Sin embargo, la lucha por la plaza Santiago Tejera no es la única que libran. Allí siguen exigiendo que el Ayuntamiento cumpla con su parte en la reposición del paseo marinero y en la construcción de elementos de desagüe que les ofrezca una mayor tranquilidad en días de mala mar.

Considerado un espacio singular de la ciudad, con su histórico castillo como pieza de bienvenida, la imagen entristece a los que lo visitan tanto como a los que allí residen.

Ocupadas sus calles por maquinaria de obra varada, como aquel viejo cachalote que fotografiado en sepia ocupa la imagen de uno de los paneles históricos que ilustran el barrio, los tractores esperan la orden para volver al trabajo y reanudar las obras de aquella plaza que sus vecinos no querían pero que esperan que se termine para acabar con su suplicio.

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