Imagen de Sebastián Marrero con su hijo y su nuera en su casa de San Nicolás, en agosto pasado. COBER

«Él se merece que se sepa que al final no tuvo ayuda»

La familia de Sebastián Marrero lamenta que se haya ido sin lograr una rampa que venciera los cinco escalones que le condenaron a «casi tres años de aislamiento social» en su casa de San Nicolás

Rebeca Díaz

Las Palmas de Gran Canaria

Miércoles, 21 de diciembre 2022

En agosto de este año que encara su final, la familia de Sebastián Marrero reclamaba desde la edición impresa y digital de CANARIAS7 una solución en forma de rampa para que este vecino del risco de San Nicolás pudiera salvar los cinco escalones de acceso a su vivienda, ubicada en la calle Guadiana de este barrio de la capital grancanaria.

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Explicaban entonces que esta barrera arquitectónica suponía un obstáculo insalvable para una persona que llevaba casi un cuarto de siglo arrastrando problemas de movilidad por una lesión medular que había sufrido, a la que se habían ido sumando otras patologías que, a sus 79 años, le mantenían postrado en una cama.

Su hijo, Juan Pedro Marrero, y la esposa de este, María Medina, exponían que habían tomado la decisión de denunciar públicamente la situación de su familiar debido a la falta de respuesta del Ayuntamiento capitalino a su solicitud de crear esta infraestructura, para que esa escalinata no fuera un impedimento añadido para quien sumaba a sus problemas de movilidad una salud delicada que le obligaba a acudir a revisiones periódicas a diferentes especialistas.

Sebastián Marrero falleció el pasado día 10 de este mes de diciembre sin ver atendida la demanda que hizo a través de escritos que presentaron sus allegados para que se ampliara la rampa que se hizo en su día en la calle Guadiana hasta su residencia, atravesando el solar colindante con la misma, que aseguraban es propiedad del Ayuntamiento y está lleno de escombros.

María y Juan Pedro en una foto de archivo en las escaleras de acceso a la casa. cober

«Estamos bastantes dolidos pero queremos hacernos eco para que otras personas en su misma situación no pasen por lo mismo», apunta María Medina tratando de vencer la emoción que siente por una pérdida que ha dejado muy tocada a toda la familia y especialmente a su suegra.

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«Es muy duro que haya tenido casi tres años de aislamiento social por que no se hiciera una rampa que era tan fácil de hacer y que sus últimos momentos de vida hayan sido entre cuatros paredes», señala sobre una actuación para la que la familia incluso encargó un proyecto a un ingeniero que presentó al Consistorio capitalino con el propósito de demostrar que era factible.

«Nos hacemos eco de esto para ayudar a otras personas y que no pasen por lo que él pasó», insiste María, ya que si bien el Ayuntamiento les dijo que la rampa estaba dentro del presupuesto de 2022 , nunca les dio plazo para su ejecución.

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Además, añade que «él se merecía que se sepa que al final no tuvo ayuda de la Ley de la Dependencia y tampoco se hizo la rampa», pues otra de las luchas que mantenía su suegro era conseguir elevar el nivel de discapacidad que tenía reconocida por el Centro Base del Gobierno de Canarias, que era de nivel 2 y grado 2.

«Uno de nuestros mayores ya se fue pero a ver si al menos esto sirve para que otras personas que están en ese camino de lucha lo pueda conseguir», dice sobre la situación que viven quienes tienen dificultades de movilidad o accesibilidad.

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«Que tengas movilidad reducida no quiere decir que tengas que vivir aislado», reivindica la portavoz de una familia que afronta esta pérdida tras haber tocado muchas puertas con el único objetivo de que Sebastián tuviera una «vida digna».

Así, hay que recordar que su denuncia llamó la atención del Diputado del Común, que pidió información al Consistorio.

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