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Desde las pequeñas grandes historias, como la de Alejandro Yera autogestionando el jardín comunitario, hasta el aterrizaje de Parques y Jardines aprovechando la inercia del movimiento vecinal. La Vega de San José aspira a ser un reducto singular en Las Palmas de Gran Canaria desde un prisma poco convencional en el relato clásico de sus calles, lo hace desde la construcción de un pulmón verde que este viernes se convirtió en una pequeña escuela de activistas ambientales.
El parque San Cristóbal, fachada deportiva del túnel de San José, fue el escenario del 'Green Festival'. Esta idea se coloca dentro de lo que internacionalmente se conoce como el 'Green Friday', una alternativa sostenible al comercial y ya imbatible 'Black Friday'. Se trataba de generar una conciencia de comunidad alrededor de la sostenibilidad y lo de la escuela de activistas nace de las palabras de Juan Félix Díaz, de Apigranca. Desde su esquina de la entidad que promueve el conocimiento y el desarrollo de las abejas, y que se encarga de aclarar que la especie canaria es negra y no amarilla, fue recibiendo a los menores de los centros educativos implicados para una clase magistral. «Es un tema que siempre tiene mucha aceptación, les encanta. Y yo siempre intento trasladarles mi pasión para que se conviertan en activistas de las abejas», expone.
Docentes y alumnado de los colegios Cervantes, Gutiérrez Rubalcava, Islas Canarias y del IES San José salieron a la calle para vivir la experiencia inmersiva de este viernes verde. Plantaron semillas, vieron a las abejas de cerca y ayudaron a completar el mural de Lucía Montesdeoca Güedes que desde hace meses adecenta los muros del barrio y ayuda a contar la historia del lugar a través de ellos.
Todo esta revolución verde prendió en la Vega de San José desde el entorno del Centro Atajo de la Fundación Adsis. Allí se empezó a generar un movimiento de cuidado de la comunidad, empezando por las zonas verdes, al que se ha encadenado para desarrollar proyectos el área de Desarrollo Estratégico, Sostenibilidad y Energía, al que está subordinado Parques y Jardines.
Sin el empaque publicitario de otros actos celebrados estos días, desde el gobierno de la ciudad se organiza este evento que en su esencia se aferra una fecha del calendario ecologista que por primera vez llega a la ciudad, y que plantea como alternativa a la visita a los grandes centros comerciales pasar el día en la calle con talleres, mercadillos, música, actividades infantiles y el reparto de chocolate con churros gratis en uno de los barrios populares del Cono Sur.
En su sesión matinal todo el protagonismo ha sido de los niños de los colegios de la zona, que se han integrado en esta vocación comunitaria y popular en el barrio desde hace meses. Entre otras cosas fijaron sus manos con pintura para decorar un muro que, por algún exceso de celo, después fue tapado por la errática mano de pintura que un empleado de la contrata municipal le hecho encima.
Alejandro Yera, citado al principio de esta historia, ejercía de voluntario junto a Ivette del Pozo. Ambos protegidos por un chaleco azul que les ofrecía cierta autoridad en el pulso del evento. Ellos también eran protagonistas del documental de 12 minutos que visionaron los escolares para aproximarse algo más a la realidad que un pequeño grupo de idealistas está queriendo imponer al barrio de los juzgados.
Yera y Del Pozo eran todo paciencia ante la marabunta infantil. Les ayudaban a manosear las semillas y explicaban cómo desde ese minúsculo universo puede ponerse en marcha esa revolución verde que ayude a eliminar algunos de los estigmas sociales que han arraigado en el barrio por décadas de abandono institucional.
Otros grupos circulaban a toda velocidad en bicicletas a través del circuito de atletismo que tiene el parque, tan concurrido a otras horas para otro tipo de actividades. Deportivas o no.
La Vega de San José trabaja en un cambio de estatus y este 'Green Festival' es una actividad que le da la vuelta a las políticas municipales que han causado tanto desaliento entre sus vecinos a lo largo de muchos años.
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David Ojeda
Gemma Martínez Soliño es la concejala responsable del equipo que ha lanzado esta idea desde las Oficinas Municipales y lo ha hecho aterrizar a pie de calle, en un barrio humilde. «Llevan semanas bombardeándonos con el Viernes negro, invocando a un consumo desbocado y desde el Ayuntamiento tenemos la responsabilidad de llamar la atención sobre las consecuencias que ese consumo tiene sobre el planeta. No somos lo que consumimos, sino lo que vivimos. Por eso organizamos un espacio alternativo que promueve el reciclaje, la economía circular, la movilidad sostenible, el cuidado de la naturaleza. Formas lúdicas de reflexión para un consumo más responsable, sostenible y respetuoso con el medio ambiente», dijo.
La Vega de San José, que tantos años luchó para borrar del ideario palmenese aquello del Polígono de San Cristóbal, se ve más esplendorosa estos días por la vocación de cuidados y de acción verde que algunos se han empeñado en ir haciendo más grande cada día.
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