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En la Vega de San José prende la llama de la participación ciudadana. Al principio eran pocos y les miraban con recelo, pero han ido expandiendo su radio de acción y han pasado de los jardines a los murales. En la calle Córdoba, cerca del 'Lechuga' y junto al club de los pensionistas, están pintando un muro que crea barrio y hace memoria. El recuerdo colectivo coloreado entre todos.
Este mural es fruto de un proceso común, en el que los vecinos más veteranos del viejo barrio han volcado sus recuerdos y han enumerado los elementos que los completan: plataneras, perinqués, tenerías, y hasta una puesta de sol del lado de naciente, que acompañan el lema de verde y viva que está sujeto a la actual concejalía de Parques y Jardines, que financia esta iniciativa que forma parte del proyecto 'Cuidemos el barrio' levantado por la Fundación Adsis.
Desde el pasado 5 del presente junio las mañanas tienen otra atmósfera en esa céntrica vía de la Vega. 240 personas entre vecinos voluntarios, jóvenes de los centros de menores, entre ellos migrantes, y alumnado de espacios educativos del distrito –este martes acudieron alumnos de primero de la ESO del IES Vega de San José– se afanan con las brochas en colorear el boceto plantado en el muro por la artista Lucía Montesdeoca Guedes, que cada jornada dirige el batallón de pintores a pie de escalera. El dato refleja la participación, que ha desbordado a los impulsores de la idea, pero todo el que pasa por allí se detiene y lanza, como quien manda un beso volado, alabanzas a los artistas improvisados.
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Uno de ellos es Santiago Cárdenes, vecino de la Vega de San José desde hace 45 años. Él es uno de los que ha compartido las imágenes del pasado, las que fueron cercenadas por la llegada de los bloques a la Vega. «Esto nos permite fomentar un mejor barrio para empezar una nueva vida. Otras veces se ha intentado movilizar el barrio para trabajar por nuestras cosas pero no había pasado de un intento. En esta ocasión parece que la gente se está involucrando más», indica con la brocha manchada de negro con la que bordea el nombre en una esquina del mural.
El Centro Atajo de la Fundación Adsis fue el kilometro cero de esta revuelta cívica. Allí se empezó a trabajar desde lo microscópico, cuidando los parterres del propio espacio de acción social. Reclutando vecinos, con Jonathan Alonso, responsable de la parte de acción de valores y participación comunitaria al frente, se empezó a salir de la propia esquina para ir entrando en el resto de zonas comunitarias.
Esa iniciativa tuvo un cambio de mecánica hace unos meses, cuando Gemma Martínez, concejala de Desarrollo Estratégico, Sostenibilidad y Energía, conoció junto a su equipo cómo se organizaba la ciudadanía en el barrio y apostaron por arroparles. Operarios de Parques y Jardines peinaron sus jardines como zapadores que limpian el terreno para que los voluntarios aparezcan como la infantería en su labor de jardinería.
También secundan el proyecto del mural, con el que pretenden «fomentar y sensibilizar sobre el cuidado colectivo de las zonas verdes del barrio después de las actuación integral que se realizo en la zona. La idea de este proyecto piloto es ir generando una cultura en torno al valor positivo de las zonas verdes de la ciudad, reforzando la idea de pertenencia y su necesario cuidado común».
La elección del muro a pintar tiene toda la intención posible. Ese lienzo urbano fue creado, en otro tiempo y casi otra ciudad, por los propios vecinos. Levantaron esa fachada y unieron a ella sus escaleras para evitar un rodeo agotador para acceder a sus casas. Y de aquella manifestación colectiva nace esta otra.
Lucía Montesdeoca Guedes es la encargada del diseño y de la gestión de los grupos de trabajo. Esta creadora de Valsequillo cuenta con experiencias colectivas similares en murales pintados en su propio municipio, así como en Vecindario o en Arguineguín. Nunca había tenido bajo su mando a tanta gente como en la Vega de San José. «Es un caos –dice a la vez que suelta una carcajada–. Viene muchísima gente y este tipo de participación no lo había experimentado en otros proyectos, de una forma tan sostenida, día tras día, como está ocurriendo en este barrio», señala.
La Vega de San José, aquella que huyó durante tantos años del sobrenombre del Polígono de San Cristóbal, trabaja contra los viejos estigmas en una revolución de los jardines que cada día gana más aliados.
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Clara Alba y Edurne Martínez | Madrid
M. Hortelano y Gorka Navaz
Borja Crespo, Leticia Aróstegui, Sara I. Belled, Borja Crespo, Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
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