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La ermita del Pueblo Canario, que en su bautismo original recibió el nombre de Santa Catalina, ultima un complejo proceso de reforma que pieza a pieza saca lustre a un patrimonio escondido. La aparición del suelo original, así como de obras de relevancia artística en sus paredes, ha propiciado una sucesión de retrasos que van camino de seguir sucediéndose: «Esperamos que esté operativa antes del final de año», expuso este martes en una visita a las obras la alcaldesa Carolina Darias.
Las obras de esta pieza singular debían haber finalizado hace más de un año. Y la última ampliación concedida a la contrata que está realizando los trabajos sellaba el último límite para su recepción en el cercano mes de octubre. «Estamos ante un BIC por lo que estamos interviniendo con mucho cuidado. Es una obra laboriosa. Y esos factores sorpresa que han surgido han requerido un modificado para atender las necesidades acordes del valor a conservar», comentó la jefa del gobierno de la ciudad sobre un proyecto con una inversión de 437.950 euros, incluyendo el coste del modificado.
El proyecto de rehabilitación de la ermita viene desde el año 2017 reflejado en la V Fase de la renovación del espacio del Pueblo Canario. Sus puertas se cerraron en 2018 y seis años después se espera su recuperación para las bodas civiles de la ciudad, exiliadas por el momento en las Casas Consistoriales de la plaza de Santa Ana. «Intentaré ser la persona que oficie la primera boda tras su reapertura», comentó la alcaldesa.
La razón esencial de los retrasos en la obra, que cuenta con cuatro prórrogas ya en su historial, es la aparición por sorpresa de un pavimento con valor patrimonial. Según detalla el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, el suelo exhumado en la nave central, prefabricado de hormigón con polvillo de cantería (aparentemente de piedra) de formato 50x25x15 centímetros, data de finales del siglo XIX o principios del XX. Por su valor patrimonial, los técnicos municipales procedieron a la recuperación del mismo. Ocupa una superficie de 36 metros cuadrados de un total de 68 de superficie que tiene esta nave. Esta modificación motivó que se retirara el piso existente, rebajando así la cota en esos 30 centímetros.
Eso se dio también en las salas contiguas, lo que está obligando a un ejercicio de paciencia para atender las constantes demoras que se vienen ofreciendo en su culminación.
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La ermita del Pueblo Canario, fue la primera pieza de estas características en la isla y data del siglo XIV, con la llegada de religiosas baleares a las islas. Su renovación modernista realizada por Miguel Martín Fernández de la Torre, forma parte de un proyecto conjunto en horas bajas.
Uno de los motivos de esa decadencia es el tiempo que el Museo Néstor lleva clausurado. Algo que según la alcaldesa, con el asentimiento a su vera de Mauricio Roque, concejal de Urbanismo, está próximo a cambiar aunque no fue capaz de dar una fecha para su resolución. «Es otro proceso muy laborioso que ha contado con informes negativos de la comisión de patrimonio insular, que afortunadamente con un trabajo conjunto se ha llegado un consenso y se desbloqueado el asunto».
Mientras eso sucede, la ermita continúa con sus obras y con un proyecto que cuando esté culminado ofrecerá una imagen muy distinta a la planteada en el diseño original de su renovación. Por lo pronto, es posible que para comprobarlo haya que seguir esperando hasta el próximo año 2025.
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José A. González
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Clara Alba y Edurne Martínez | Madrid
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