El Chupa dice que perdió la cabeza cuando vio a Lionel que «sacó su arma y me apuntó»
«No sé si por miedo o por qué, corrí hacia él accionando mi arma varias veces», declaró este martes el acusado en la segunda jornada del juicio
«Cuando vi a Lionel en la puerta de mi casa, me pegué al portal para evitar una emboscada y él cruzó, la guagua casi lo atropella y mientras me decía que me iba a matar y a partir en dos. Me levanté la camiseta donde tenía el arma para que la viera y se marchara, pero lejos de irse, sacó de su espalda una pistola que tenía envuelta en una camiseta y me apuntó. Ahí perdí la cabeza. Me dijo que la tirara y yo le dije que la tirara él, que era un abusador y había amenazado a mi madre. No sé si por miedo o por qué, corrí hacia él accionando mi arma varias veces. Cuando me apuntó, la opción era dejar de disparar y ver si él me disparaba o no, pero al final disparé yo». De esta forma tan gráfica describió ayer Francisco Iván T. G., conocido como el Chupa, los hechos por los que está sentado en el banquillo acusado de haber acabado a balazos con la vida de su vecino del Polígono de San Cristóbal, Lionel Carrillo, apodado el Tigre.
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El Chupa contestó a las preguntas del fiscal Pedro Gimeno y ofreció su versión de los hechos, una tesis que luego fue rebatida por la jefa del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional. El acusado relató que todo comenzó cuando en agosto de 2017 fue a una casa de citas en Molino de Viento que regentaba una tía del fallecido, con la que se crió, y un primo suyo. «Fui porque la noche anterior, Yeray -el primo de Iván- le robó 3.000 euros en el prostíbulo a un amigo mío. Me lo contó y me dijo que su mujer lo iba a echar de su casa y que por favor, si conocía a Yeray, que fuese a hablar con él. Fuimos a la casa y las chicas me dijeron que se lo había quedado Yeray y su mujer y cuando apareció le dije que era un abusador y que se lo devolviese. Lo hizo y me dijo que esto no iba a quedar así», relató. Negó que el otro acusado, Marcelo T.H., lo hubiese acompañado y afirmó que tenía claro que Yeray se lo iba a contar a el Chupa, que en ese momento estaba en prisión. «Cuando salió de la cárcel no hablé con él, pero venía a a buscarme y yo lo intentaba evitar porque no venía a hablarme, venía a reventarme porque así se lo contó a todo el barrio», sostuvo.
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Matizó que supo que Lionel lo buscaba cuando «el 25 o 26 lo vi subiéndose en un coche al lado de mi casa y me dijeron que menos mal que acababa de llegar ahora, porque había ido a buscarme con una ballesta y un cuchillo. Esa fue la primera vez que supe que me buscaba», dijo.
Ya el día anterior a los hechos, el Chupa declaró ayer que estaba en Tauro con sus hijos y al llegar a su casa, «mi madre estaba llorando y me dijo que había ido a buscarme un chico con una pistola. Le dijo que como no diese la cara se iba a llevar a quién estuviese por delante. Era Lionel, todo el barrio, lo sabía, pero como alguien diga que Lionel iba con un arma, su familia se lo come, nadie tiene cojones de decirlo, nunca lo harán. Todo el mundo sabía que era Lionel», exclamó visiblemente nervioso. Su madre «quería llamar a la policía y le dije que no se preocupara, que en unos días volvería a prisión y se acabaría todo», añadió.
«Atemorizado»
A partir de ese momento, narró el acusado, «y como él decía que me iba a volver a buscar, esa noche entregué a los niños a su madre y fui a un parterre detrás de mi casa donde tenía una pistola enterrada tipo revólver. La desenterré porque Lionel me había ido a buscar con una pistola, pero mi intención jamás fue disparar a Lionel, sino que la viera y desistiera de su acción, que se marchara y no viniera más a buscarme. Mi objetivo era asustarlo. Era obvio y por eso cogí el arma y la guardé en mi mesa de noche».
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Ya al día siguiente por la tarde sonó el telefonillo de su casa «y mi madre me tocó en la habitación y me dijo que estaba René en el portal y que si podía bajar. Pensé que era Lionel y le dije que le respondiera que dormía». Acto seguido, dijo oír «como gritaban ¡cabrón, hijo de puta, no das la cara' y era Lionel». Pasaron unos minutos y vio que su madre no estaba en la casa y le «entró el pánico porque pensé que estaba Lionel abajo, me vestí y cogí el arma. Fui a la calle, a los comercios donde iría mi madre y me encontré a Lionel bajándose de un coche», manifestó.
En ese momento, «caminó hacia mi gritándome '¡hijo de puta!' y me pegué al portal para evitar una emboscada. Cruzó, casi la guagua lo atropella, y mientras me decía que me iba a matar y partir en dos. Sacó su arma y me apuntó y corrí hacia él y fui disparándole hasta que llegué a unos dos metros» de distancia.
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Negó haber disparado en su vida un arma de fuego e incluso se sorprendió de su puntería: «Es increíble, lo pienso y estaba para él o fue increíble. Un tirador bueno no daría cuatro blancos seguidos. Hasta un policía me dijo que cómo había acertado, si llego a querer apuntar, no me sale», exclamó.
Tras disparar, contó como huyó en un taxi, «me paré en el edificio Pineda, bajé por el túnel de la pista, tiré la pistola al mar en San Cristóbal, luego me escondí en El Tablero y al tiempo en unas fincas en Bañaderos. Acabé yendo a la comisaría lleno de barro hasta las cejas para entregarme». Afirmó haber llamado «en el taxi porque quería despedirme de mi madre y de las dos madres de mis hijos. Pero no recuerdo exactamente haber dicho a ellas 'lo reventé con el 45'».
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Por último, hizo saber que consumió «cocaína en cantidades descomunales, 8, 10 o 12 gramos, y para dormir tomé benzodiacepinas», y que «Lionel era una persona capaz de apuñalar a alguien por cinco euros y yo tenía claro que quería matarme. Era súper violento y por eso nadie va a tener los santos cojones de venir aquí a dar la cara porque le tienen miedo a su familia. Sus padres son drogodependientes, su tía regenta un prostíbulo, sus hijos son iguales que él, unos abusadores. Por ese motivo nadie va a venir a declarar en su contra», determinó en su declaración.
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