Historias de piratas en el Tony Gallardo
Campus. Un grupo de niños de entre 7 y 14 años disfrutaron de una iniciativa enmarcada en la Universidad de Verano de Maspalomas para aprender historia mientras jugaban
Bruno tiene solo 7 años y es probable que lo más cerca que haya estado de un pirata haya sido de la mano de Walt Disney y de su saga protagonizada por el carismático y un tanto histriónico Jack Sparrow, que tanto y tan bien lo ha encarnado Johnny Depp. Pero estos días ha descubierto que los tenía más cerca de lo que pensaba, porque han pasado por sus islas, solo que las Canarias se las tuvieron que ver con piratas de verdad y bastante más peligrosos que Jack. Se lo ha contado todo un experto, el historiador y arqueólogo Abel Galindo, en un divertido campus organizado por la Universidad de Verano de Maspalomas y que concluyó este pasado viernes.
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Campus Scape Room 'Una de Piratas' ha hecho del Parque Tony Gallardo, en San Bartolomé de Tirajana, un intrépido campo de juegos y aventuras, donde un grupo de chiquillos, de entre 7 y 14 años, ha jugado, ha resuelto acertijos y también ha aprendido. Ahora ya tienen alguna noción más de quién fue Van der Does o Francis Drake, que hicieron de las suyas en Gran Canaria, sobre todo el primero, o conocieron, por ejemplo, que el archipiélago no solo sufrió a los piratas, sino que también los exportó, como es el caso del tinerfeño Amaro Pargo o el grancanario y muy desconocido Simón Romero, del siglo XVII, luego llamado Ali Arráez El Canario, tras ser raptado por los musulmanes.
Fue apresado en la bahía de Las Isletas, en Gran Canaria, por una flota turco-otomana y trasladado a Túnez, como esclavo, hasta que consiguió comprar su libertad. «Fue un personaje muy destacado, que consiguió liderar la flota más numerosa de su época, con 67 barcos», apunta Galindo, que ejerce también de profesor de Historia en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. «Se hizo pirata berberisco, también corsario al servicio del emperador turco-otomano, y realizó sus acciones sobre todo en aguas del Mediterráneo. Su mayor hazaña fue raptar al gobernador de Sevilla y pedir un rescate por su liberación. Luego se retiró», comentó.
Durante esta semana, cada día, al llegar, montaban una pequeña asamblea en la que Abel Galindo les explicaba brevemente la temática de la jornada. Hubo días en que se quedaban también algunas madres. Y justo después empezaba la aventura. «Hemos realizado una serie de pruebas para conocer la historia y el mundo del pirateo en Canarias a través de actividades lúdico-educativas», explica Galindo, CEO de Arkeos Arqueología, la empresa que ha gestionado este campus y de la que ejerce también de coordinadora Silvia Alvarado.
Han excavado un esqueleto, le han seguido el rastro a un tesoro, han jugado a una yincana didáctica en la que no faltó la literatura, con la popular 'Canción del Pirata', han jugado a encestar bolas, simulando ataques piráticos, en reproducciones de antiguas torres defensivas de la isla y de embarcaciones, y hasta han experimentado, mediante un juego con bombas de imitación, qué podían sentir los antiguos canarios cuando se veían atacados por aquellas huestes provistas de armas mucho más potentes. «Les generaba ansiedad, tensión, incertidumbre...», añade Galindo, que ha intentado que los chiquillos se hicieran una idea de cómo pudieron vivir los canarios aquellos ataques.
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El encargado del campus subraya que las islas han estado tan condicionadas por la presencia de piratas en sus costas que, según declaraciones suyas recogidas en un comunidado reciente de la Universidad de Verano de Maspalomas, esa coyuntura explica que, salvo Las Palmas de Gran Canaria, el resto de los municipios de la isla nacieran en emplazamientos tierra adentro, lejos del mar. Entre otros, por ejemplo, San Bartolomé de Tirajana, que tiene su cabecera en Tunte.
Este viernes estaban enfrascados en el campus en una adaptación del juego del pañuelo, en el que, además, los dos grupos debían competir en rapidez a la hora de montar un cañón de cartón. Era el taller que pegaba después de conocer el ataque de Nelson a Santa Cruz de Tenerife. Pero también les dio pinceladas de las tretas que, según las crónicas, empleaban los indígenas canarios para defenderse de los piratas.
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«Les despistaban con las gaviotas, que amaestraban previamente: como es un ave tan huidiza, creían que allí donde había gaviotas, no había humanos y sin ellos, no había esclavos, ni alimentos ni animales que rapiñear, por tanto, seguían de largo, no desembarcaban». Al final se llevaron un diploma, un caudal de experiencias y una noción de qué fueron los piratas en la Canarias del pasado.
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