«No me lo pensé, corrí y me tiré al agua cuando vi que se ahogaba»
Rescates en el mar ·
Javier Cabrera rescató a pulso a una ciudadana irlandesa en Playa Blanca. En Ajuy, a dos niños hace unos diez años, más lo que él llama «ayudar a salir del agua». Desde pequeño, practica la nataciónLa marea estaba llena, la corriente arrastraba hacia el muellito y la mujer flotaba por sí sola: todos esos elementos ayudaron a que Javier Cabrera Cabrera salvara la vida de una ciudadana irlandesa en Playa Blanca. Logró sacarla primero a nado hasta que pudo hacer pie en el fondo de riscos, llevándola caminando entonces, hasta que apareció el otro bañista con el salvavidas.
Publicidad
Ese viernes, 31 de marzo, mientras Fuerteventura se preparaba para la Semana Santa, Javier (Pájara, 1970) prefirió darse un par de chapuzones en Playa Blanca, muy cerca de la capita. «Fue la casualidad porque no es que sea asiduo de esa playa. Eran sobre las seis de la tarde y yo me había quedado hasta dormido de tanta tranquilidad».
La quietud de sal de ese viernes se rompió cuando un chico se le acercó para decirle que se estaba ahogando alguien y que él se iba a buscar el salvavidas. «No me lo pensé, salí corriendo, me tiré y nadé unos 60 metros, que es donde estaba la señora intentando flotar».
A favor del rescate jugó que la marea estaba llena, las olas llevaban hacia fuera del agua, hacia el muellito, y que la mujer de unos 70 años flotaba por sí sola, aunque ya sin fuerzas. «La arrastré nadando hasta que, cuando intenté hacer pie porque no podía más, di con el risco y ya la llevé caminando hasta el muellito donde me esperaba el chico con el salvavidas y ambos la trasladamos hasta la arena».
La ciudadana de origen irlandés, que se alojaba en el cercano hotel Mirador de Playa Blanca, había tragado mucha agua por el oleaje. «Terminé reventado», resume Cabrera.
Ya en lo seco, se le acercó mucha gente, entre ellas una mujer que dominaba el inglés y se puso a hablar con la bañista rescatada. «Logró ponerse de pie y caminar sola en dirección al hotel, no sin antes darme un abrazo y las gracias». Para entonces, ya habían llegado primero los bomberos y la policía local de Puerto del Rosario, y luego la ambulancia.
Publicidad
Aunque sin fuerzas por salvar a la mujer, Javier Cabrera Cabrera reconoce que el rescate de Playa Blanca no fue muy duro. Los más duros son los de la mar del norte, donde ha ayudado a salir del agua a más de uno.
Hace unos diez años, salvó a dos hermanos pequeños de la corriente y el oleaje de Ajuy, en esa mar del norte del municipio de Pájara. «Me costó un montón porque los niños no flotaban, los cuerpos no les hacían caso y tenía que tirar de ellos».
Publicidad
En un mar más tranquilo, en la playa de las Canteras, ayudó a llegar a la orilla a una chica que nadaba hasta la barrera. «Tenía entonces unos 18 años y estaba estudiando Arquitectura en Las Palmas de Gran Canaria».
En una playa u otra, la recomendación de Cabrera Cabrera es la misma: «si uno no conoce la playa, te metes sólo hasta que el agua te tape la cintura, te agachas y te bañas. ¿Para qué nadar si no sabes dónde estás? No hay que perder pie: la orilla es un amparo. En Ajuy mismo, no me separo de la orilla aunque la conozco bien, pero es mar del norte».
Publicidad
No es sólo el altruismo, Cabrera nada desde siempre, cuando de chico aprendió en los cursos de verano de la piscina municipal de Pájara. Donde quiera que ha vivido, ha seguido nadando en piscina: en el barrio de Schamann, en Las Palmas de Gran Canaria, tres kilómetros cada noche de su vida de estudiante; en la de Santa Cruz de Tenerife, cuando pasó a la Universidad de La Laguna; en el club Herbania de Puerto del Rosario durante casi dos años, que es una de sus favoritas por ser de agua de salada y por medir 25 metros, que no se encuentra cómodo haciendo largos de 50 metros;y ahora en la piscina municipal de Puerto del Rosario.
Regístrate de forma gratuita
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión