Rayco Ramos Rodríguez, propietario de Caprarius, da de comer al ganado la cebada germinada en sistema de cultivo hidropónico. Javier Melián / Acfi Press

«A las cabras, primero no les gustaban los hidropónicos, ahora están encantadas»

Ganadería ·

Rayco Ramos alimenta desde hace un año al ganado con forrajes de cebada germinada en la granja Caprarius, en Mesque. El cultivo requiere mil litros de agua al día y es «como mi laboratorio particular». Con sólo cuatro años de andadura, acumula tres medallas y una mención popular del concurso regional Agrocanarias por sus quesos. Entre sus proyectos, elaborar queso azul, ahumado y de pasta blanda

Sábado, 13 de julio 2024

Las raíces ganaderas de Rayco hay que buscarlas en Ugán, en el municipio de Pájara, donde tuvo su primera cabra. Se llamaba Gordi y era canela, regalo de su abuelo Manuel Ramos. Hoy tiene ganadería propia, Caprarius, en Mesque, con 350 cabras y, desde esta semana, tres medallas al mejor queso y una mención popular en los concursos Agrocanarias.

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Caprarius es un crisol de aquella tradición ganadera de su abuelo, sus estudios de Agricultura Intensiva en la Escuela de Capacitación Agraria de Tacoronte y su formación como maestro quesero. Y la ha levantado Rayco Ramos Rodríguez (Ugán, Pájara, 1991) en cuatro años, «exactamente abrí la granja el 19 de noviembre de 2019», vendiendo una gran parte de su queso en los mercados peninsulares y convirtiéndose en uno de los pocos ganaderos de Fuerteventura que alimenta a las cabras con el forraje obtenido por sistemas hidropónicos de cultivo, esto es que las raíces se sumergen en una solución de nutrientes en lugar de ser cultivadas en el suelo. «Primero, no les gustaba a las cabras, ahora están encantadas».

Ramos Rodríguez, con las bandejas de la cebada, dentro de su container hidropónico, lista para dar de comer al ganado. Javier Melián / Acfi Press

«Por allí no, por aquí», indica Rayco y conduce al container hidropónico donde recibe el frescor del aire acondicionado que necesita la cebada cervecera para germinar, crecer y convertirse en un forraje que mejora la calidad de la leche del ganado. Enseña cada paso y los seis módulos de 26 bandejas donde la cebada crece casi como un césped en las cubetas de plástico. «A lo mejor, lo quito», bromea.

Hace un año, y virtud de la subvención del Gobierno de Canarias para jóvenes ganaderos, que se apuntó a los forrajes a partir de cultivos hidropónicos a razón de 83 kilos de semillas de cebada que le producen 450 kilos de forrajes. La cebada la deja de remojo durante unas 16 horas, luego la pasa al secadero hasta que empieza a germinar y se planta en las bandejas. «En seis o siete días, ya está lista para dar al ganado. Es un circuito cerrado, el sistema de riego es por inundación y los 1.000 litros de agua diarios que pide no se reutilizan en los propios hidropónicos sino que la destino al riego de frutales. Es como un laboratorio».

Es tarde en Caprarius para darle de comer a las cabras: Rayco y sus dos trabajadores ya repartieron la cebada, mezclada con heno de avena y concentrado, a las seis de la mañana. «Pero guardé esta bandeja de aquí para las fotos».

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El ganado come su ración de hidropónicos. Javier Melián / Acfi Press

Antes de esa hora, a las cuatro de la mañana, empiezan a ordeñar a las cabras. A partir de las 8.00 horas, toca elaborar el queso hasta el mediodía. El queso lo fabrica bajo dos marcas: Caprarius, con denominación de origen Queso Majorero; y Desierto, con orégano y curry. En breve, Rayco planea elaborar queso azul, ahumado, de pasta blanda, «pero ya no te cuento más».

En Ugán, su abuelo plantaba alfalfa en gavias para las cabras hace 30 años. En Mesque, Rayco lo hace en su particular laboratorio de hidropónicos.

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