Un final feliz para el viaje más largo de Fred Olsen

El catamarán que une la capital tinerfeña y Agaete sigue atrapado en la baja de Las Merinas, a 100 metros del Puerto de Las Nieves

Sábado, 9 de enero 2021, 00:00

Quince horas y media después de zarpar de Santa Cruz de Tenerife, los 59 pasajeros y los 17 tripulantes del catamarán Bentago Express de la naviera Fred Olsen desembarcaron ayer al mediodía sanos y salvos en el Puerto de Las Nieves de Agaete, pero a bordo de la Salvamar Nunki. Lo hicieron tras pasar 14 horas a 100 metros de la orilla, en la baja Las Merinas, desde donde fueron desembarcados tras varios intentos infructuosos de desencallar la nave. Fue, probablemente, la noche más larga de sus vidas.

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La mala mar que sufrieron en la travesía, que dura hora y media, hizo que el barco, en las maniobras de atraque, se desplazara sobre la baliza que señala la baja (quedó encajada entre sus dos bandas) y quedara atrapado en las rocas. Y allí se quedó una vez rescatados, entre el desaparecido Dedo de Dios y el muelle de Agaete a la espera de que la marea subiera para reintentar su traslado al puerto. El equipaje y los vehículos que transporta siguen dentro.

El rescate que se barajó durante la noche del jueves se pospuso hasta la mañana siguiente debido al oleaje y al fuerte viento reinantes con la intención de aprovechar la pleamar de las 09.00 horas para desencallar el barco. Hasta tres remolcadores, el Tamarán del grupo Boluda y las Salvamar Miguel de Cervantes y Polinnia, lo intentaron al mismo tiempo, tirando del catamarán con gruesos cabos. Burbujeaba pero no se movió de la baja que lo agarra y durante las maniobras llegaron a romperse varios cabos.

Los barcos pesqueros Bencomo y El y El Mar colaboraron en las maniobras llevando a bordo a los prácticos que dirigían las operaciones.

«Tuve miedo por el bebé, aunque el niño se porto bien, en especial en el momento de la evacuación»

Francisco González (Pasajero)

«Las olas no paraban de chocar contra el barco, que no dejaba de moverse. Lo pasé mal. No paré de vomitar»

M. Carmen González (pasajera)

Desembarco sencillo

Mientras, la playa y el muelle viejo de Agaete era un hervidero de curiosos custodiado por la Policía Canaria, que llegó a retrasar la cinta de seguridad colocada en el extremo del muelle para evitar que la rotura de algún cabo pudiera lastimar a los espectadores presentes.

El interior del catamarán era, al mismo tiempo, un manojo de nervios. De fondo, las nubes negras se cernían sobre el pinar de Tamadaba y fuera de la bahía las olas alcanzaban varios metros de altura.

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En tierra, todo estaba listo. Varias ambulancias aguardaban en el dique comercial, aunque no fue necesaria su intervención. Finalmente se decidió el desembarco de las personas que iban a bordo, dirigido por el equipo de rescate del Consorcio Insular de Emergencias, que resultó sencillo y se produjo con un solo viaje en torno a las 11.30 horas. Una tromba de aplausos rompió en tierra y a bordo de su embarcación de rescate varios pasajeros saludaban con la mano a los espectadores mientras se dirigían a tierra.

Una vez estuvieron en el dique del Puerto de Las Nieves, los viajeros evidenciaron su cansancio y su alivio, coincidiendo en agradecer el comportamiento de la tripulación. El grueso fue conducido hasta la capital de la isla en una guagua de la naviera, pero varios pasajeros optaron por ser recogidos por familiares o por regresar a casa en los coches que tenían aparcados en la explanada del puerto. Alguno salió andando hacia la parada de guaguas de Global.

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Muchos confundieron el golpe que se sintió a bordo, sobre las 21.20 horas del jueves, mientras se preparaban para el desembarco, con el ruido de las maniobras de atraque. Pronto se dieron cuenta de que algo extraño pasaba, porque el barco no se movía de sitio pero no pensaron que duraría tanto.

Venía desde La Gomera

Mari Carmen González era una de las pasajeras. Volvía a Gran Canaria con su vehículo después de pasar unos días con su hermana en La Gomera, acompañada de sus padres. Zarparon de la isla colombina a las 17.30 horas, atravesaron Tenerife de sur a norte y se embarcaron rumbo a Agaete a las 20.00 horas.

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Marea y lo pasa mal en los barcos. «No paré de vomitar» en la travesía y durante la larga noche posterior, explicó en tierra. Sintió el estruendo del golpe, pero no imaginó que el barco había encallado. Pasó, dijo, «más cansancio que miedo». Lo peor, «la incertidumbre».

Durante la noche «las olas no dejaban de chocar contra el barco, que no paraba de moverse, y sentíamos cada golpe con el fondo», comentó.

Tras un primer aviso de evacuación, el dispositivo de seguridad, que antes había amarrado el barco al muelle con varios cabos, decidió esperar a la pleamar de la mañana y los pasajeros fueron llevados al Salón de Oro del barco, donde les dieron chalecos salvavidas. Bomberos del Consorcio subieron a bordo para tranquilizar al pasaje y el capitán dio las explicaciones oportunas. Solo podían esperar.

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Javier Estévez, residente en Tenerife que estudia en Gran Canaria y usuario asiduo de esta línea marítima, reconoció que «fueron horas muy largas» y que tuvo miedo cuando les dieron los chalecos salvavidas. «Aunque sea solo por protocolo, da qué reflexionar», admitió. No pensó que corriera peligro y en general notó a los pasajeros tranquilos. «Unos estaban nerviosos y otros, de risas», declaró asediado por los micrófonos. Lo ocurrido, agregó, no hará que deje de coger el barco de Fred Olsen. Y salió andando del puerto.

El único bebé a bordo

Francisco González, que viajaba con su familia y el único bebé a bordo, de 7 meses, sí tuvo miedo, por el niño y porque la evacuación «tardó más de lo esperado». Visiblemente afectado, se congratulaba de que «el niño se portó bien» y expuso las dudas que le surgieron durante la evacuación del menor. Su hijo salió dentro de su sillita y junto a la madre fue el único pasajero que cubrió la distancia entre el barco y el muelle en la cabina de la Salvamar.

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Desde hace 21 años Mari Pino viaja a menudo entre Santa Cruz de Tenerife y Agaete a bordo de los barcos de Fred Olsen y lo ha hecho, destacó, «con peor tiempo». Hasta ahora «nunca me había pasado nada» en la travesía marítima más corta entre las dos islas capitalinas. Según confesó, «estoy más nerviosa ahora que anoche». De hecho, «dormí bien» a bordo del catamarán. «La tripulación se ha portado de maravilla», señaló, destacando que el capitán de la embarcación estuvo «chapeau por no bajarnos anoche como estaba el tiempo» en la costa norteña.

«No hubo ningún momento de histerismo» en las 14 horas que estuvieron encallados en la baja de Las Merinas, que asomaba junto al barco a medida que bajaba la marea.

«Tanto la tripulación como los pasajeros hemos estado tranquilos», expuso a preguntas de los periodistas agolpados en la entrada al Puerto de Las Nieves. Ella también volverá a viajar entre Agaete y Santa Cruz de Tenerife cuando se reponga la línea marítima.

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Durante la larga noche a bordo tuvo tiempo de notar que también había varios animales asustados en la embarcación.

horas y media duró finalmente la última travesía del Bentago Express entre Tenerife y Agaete para los pasajeros, cuando el viaje dura 90 minutos. 14 horas las pasaron encallados a 200 metros de la orilla.

horas. Ese fue el momento en que se produjo la evacuación tras varios intentos fallidos de desencallar el barco.

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