Imagen de archivo de una mujer preparando su voto en la capital grancanaria. C7

El derecho a exigir un futuro mejor

Diario de campaña ·

Solo me disuade de la abstención el recuerdo del sufrimiento de quienes se pusieron del lado de los demócratas

Carmen Delia Aranda

Las Palmas de Gran Canaria

Viernes, 12 de mayo 2023

Para cualquier profesional de la peluquería, mi actual flequillo es una aberración. Llevo unos cuantos meses cortándomelo sin orden ni concierto con tal de no ... ser infiel a mi peluquero y no volverlo a ver hasta bien pasadas las elecciones.

Publicidad

Era muy desagradable sentir el agua tibia chorreando por mi testa al tiempo que achacaba todos los males de la ciudad a los menores extranjeros en desamparo. En su opinión, la inmigración ilegal es una plaga que merma los recursos disponibles para las familias canarias y diluye la identidad cultural isleña como un azucarillo en el más amargo de los cafés. Estas son las ideas básicas y viscerales del supuesto partido centrista en el que milita, me explicó el estilista en febrero con tijeras en mano. Ni me molesté en rebatirlo, pero me prometí no dejar mi cabeza a su alcance hasta que se pasara la fiebre electoral.

Mis intentos de esquivarla han sido vanos. Desde abril el bombardeo mitinero es incensante, aunque, oficialmente, la campaña empezó ayer.

Las promesas, algunas disparatadas, se lanzan al viento sin escrúpulos. Las más lacerantes de todas, las incumplidas por quienes tuvieron la oportunidad de hacerlas realidad.

La palabra, en boca de buena parte de los candidatos, pierde todo su valor. De hecho, sus mensajes huecos y reiterativos se me van haciendo bola en la garganta a medida que intento digerirlos. «Todos los partidos sin excepción colocan a las personas en el centro de sus iniciativas y mejorar la vida de la gente se convierte en el gran objetivo de sus proyectos», escribe Bárbara Hernández tras analizar los programas de los partidos que aspiran a tomar las riendas del Gobierno canario. A ella sí la creo.

Publicidad

Cuanto más escucho a los aspirantes a gobernar, mayor es el desencanto ante el 28-M. Solo me disuade de la abstención el recuerdo de las torturas y la prisión que sufrió mi abuelo por estar del lado de los demócratas.

Me veo obligada a votar porque estoy convencida de que ese gesto nos aleja de aquellos tiempos oscuros que algunos añoran y lo hago movida por mi fe en que quizá alguien, en algún partido, tenga ideales remotamente parecidos a mis principios. Sé que soy una ilusa, pero de eso se trata, de imaginar que nuestro voto contribuye a crear una sociedad más justa y avanzada. Acudir a las urnas avala nuestro derecho a exigir un futuro mejor. Hay que ganárselo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Regístrate de forma gratuita

Publicidad