Vendían carne de caballo para consumo humano

Ya en el 2017 destaparon un fraude cuando uno de los veterinarios detectó que en el albarán se registraban muchos más kilos de carne que la que les enviaba su proveedor, por lo que el Concello de Vigo decidió cambiar de proveedor y además no pagar esa factura, pero también se dieron cuenta de que los caballos procedían desde Portugal y desaparecían sin ningún control para ser después sacrificados.

Detrás se encontraba una banda de «entradores de ganado», dirigida por un holandés desde el año 2015. Vendían la carne no apta para consumo humano y destinaban una parte a Bélgica. Despiezaban y deshuesaban la carne aún sabiendo el peligro que podía suponer para la salud de los consumidores.

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