Una llamada liberó a 15 mujeres, cinco de ellas menores

La Policía Nacional desmantela una organización de proxenetas de origen nigeriano liderada por una mujer y asentada en Málaga, Madrid y Barcelona. Hay 18 detenidos.

Canarias7 / Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 16 de julio 2020, 12:34

La Policía Nacional desmanteló una organización criminal de origen nigeriano dedicada a la trata de seres humanos con fines de explotación sexual y al favorecimiento de la inmigración ilegal. La investigación se inició hace un año gracias a dos denuncias anónimas recibidas el mismo día en el teléfono de lucha contra la trata, 900 105 090, en las que dos ciudadanos manifestaban que varias menores de edad estaban ejerciendo la prostitución en las inmediaciones del polígono industrial de Guadalhorce en Málaga

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El operativo final desplegado en Málaga, Hospitalet de Llobregat (Barcelona) y en las localidades madrileñas de Fuenlabrada y Leganés culminó con la práctica de nueve. En la operación han sido detenidas 18 personas y 15 mujeres víctimas de explotación sexual, cinco de ellas menores de edad, han sido liberadas.

La red contaba con además con una fuerte infraestructura en Europa por los países por los que transitaban las mujeres -Italia, Alemania, Austria- así como en Nigeria, que le permitía captar a las mujeres en el país africano y trasladarlas hasta su destino final en España para ser explotadas sexualmente.

Las víctimas eran vigiladas permanentemente por un controlador: la persona encargada de ejercer el control directo sobre las victimas durante su explotación, trabajando para el explotador a sueldo o mediante comisión a cuenta de las ganancias obtenidas por los servicios sexuales. El explotador era el responsable de recaudar diariamente todo el dinero obtenido por cada una de ellas, llegando a amenazarlas e incluso a agredirlas físicamente si algún día no conseguían dinero. Las víctimas eran vigiladas permanentemente por un controlador: la persona encargada de ejercer el control directo sobre las victimas durante su explotación, trabajando para el explotador a sueldo o mediante comisión a cuenta de las ganancias obtenidas por los servicios sexuales. El explotador era el responsable de recaudar diariamente todo el dinero obtenido por cada una de ellas, llegando a amenazarlas e incluso a agredirlas físicamente si algún día no conseguían dinero.

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