«Se me fue de las manos»

Juan Antonio Navarro admitió ayer que el 27 de julio de 2007 provocó a propósito el gran incendio que quemó el 12% de la superficie de Gran Canaria. Dijo que lo hizo «cansado de la gestión» de sus jefes, pero aseguró que no quería provocar semejante «disparate», y pidió perdón a las víctimas.

Antonio F. de la Gándara

Jueves, 16 de julio 2020, 14:33

El bombero forestal de La Palmita (Tejeda, Gran Canaria) Juan Antonio Navarro Armas, de 48 años, ratificó ayer ante el jurado el acuerdo que cerró con el fiscal en noviembre de 2016 y admitió haber sido el autor material del incendio que en el verano de 2007 quemó la cumbre grancanaria, provocando lo que el Ministerio Público ha calificado como la mayor tragedia medioambiental de Canarias».

Publicidad

Navarro, de 48 años, confirmó la veracidad del relato del fiscal, que explica que quemó la cumbre con el fin de que le renovaran el contrato como bombero forestal, aunque con otras palabras: «El motivo», dijo, «es que estaba cansado de la gestión de Gesplan [la empresa pública mayoritariamente participada por el Gobierno de Canarias que le había contratado], el vehículo [que le suministraba la empresa] funcionaba mal, una vez me quedé sin frenos... pero no quería llegar a hacer esto, que fue un disparate total», expuso.

Al ratificar su confesión –dio un susto morrocotudo a la Sala al inicio de su declaración, al afirmar con vehemencia que no ratificaba nada; después aclaró que lo que quería decir es que no rectificaba nada de su confesión–, Navarro deja el proceso prácticamente cerrado –en lo que se refiere a su responsabilidad penal– y sólo a la espera de que el jurado emita un veredicto de culpabilidad y el magistrado presidente, Salvador Alba, le de forma jurídica en la sentencia. El aspecto de las responsabilidades civiles es otra cuestión (ver página siguiente).

«No quería». Si bien el informe del fiscal detalla que el vigilante era plenamente consciente de la dimensión de la catástrofe natural que iba a provocar cuando encendió la fatídica cerilla a las 13.50 horas del 27 de julio de 2007 y prendió una montículo de pinocha en la pista que conduce del Juncal a la Presa de las Niñas, ayer Navarro Armas se esforzó en vender la idea de que no era consciente de las brutales consecuencias de su acto: «No quería que se extendiera tanto»; «Fue un disparate total»; «Lo hice a conciencia, pero no para hacer está catástrofe, se me fue de las manos»; «Reconozco las cosas, pero no quise hacer todo esto»; «Yo cuando ví aquello desamparado me desalé», «Llamé al Cecopin [Centro de Coordinación Operativa Insular] para que no se propagara» o «yo lo hubiera apagado, pero con los nervios...» fueron algunas frases con las que el acusado quiso justificarse. Su pacto, hoy por hoy, es inamovible: ocho años y medio de cárcel a cambio de confesar que lo hizo a conciencia del tremendo daño que podía provocar con su acción.

Navarro Armas, actualmente en libertad provisional, ha pasado cuatro años en prisión preventiva, castigo que se abonará a su condena a ocho años. Cuando se dicte la sentencia, reingresará en prisión, aunque en poco tiempo logrará el tercero grado y disfrutará de permisos.

Publicidad

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Regístrate de forma gratuita

Publicidad