Movimientos anormales de causa psicógena

«Estos movimientos pueden ser de una gran variabilidad y simular cualquier trastorno del movimiento de carácter orgánico conocido, lo que con frecuencia puede dificultar el diagnóstico».

René de Lamar / Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 16 de julio 2020, 18:02

Los movimientos anormales psicógenos, aunque pueden tener diversas causas son aquellos que tienen su origen en un trastorno mental, son relativamente poco frecuentes lo que hace que el diagnóstico puede resultar muy difícil, incluso para especialistas con formación especial sobre el tema, las interrogantes de un paciente muy interesado en este campo han servido de base para estructurar el artículo de hoy.

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El manejo de los pacientes con movimientos anormales psicógenos por un equipo multidisciplinar es muy fundamental.

Los antecedentes históricos de los movimientos anormales psicógenos han sido muy variados, porque cuando comenzaron a estudiarse los trastornos del movimiento de origen orgánico, con cierta frecuencia alguno de ellos era diagnosticado de psicógeno por lo abigarrado de su síntomas, presentación y compleja evolución.

Por otra parte desde hace muchos años se sabe que los pacientes con histeria pueden reproducir movimientos anormales en todo parecidos a los de origen orgánico, lo que contribuye todavía más a dificultar el diagnóstico.

De la misma manera que sucede ante muchos tipos de trastorno del movimiento de origen orgánico, con frecuencia no es suficiente la sospecha clínica de que un movimiento anormal o involuntario sea de origen psicógeno para realizar el diagnóstico, desafortunadamente a día de hoy no contamos con estudios que sean del todo concluyentes para apoyar una sospecha clínica.

Todo lo anteriormente expuesto crea el terreno propicio para que se comentan errores involuntarios en el diagnóstico, siendo posible que en ocasiones un movimiento anormal sea clasificado durante mucho tiempo como orgánico y viceversa.

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El error en el diagnóstico lleva como acompañante otro de carácter terapéutico al recibir por ejemplo un paciente con movimientos psicógenos tratamiento de diversa índole para un movimiento anormal orgánico o a la inversa a un paciente portador de movimientos anormales orgánicos someterse a intensos tratamientos psiquiátricos o psicológicos por creer que su origen es psicógeno.

Otra complicación que puede darse en pacientes con movimiento anormales psicógenos es que se pueden asociar con auténticos síntomas y signos neurológicos de origen orgánico, y en esos casos resulta muy complicado dilucidar hasta donde llega los psicológico o hasta donde lo orgánico y la selección del tratamiento adecuado puede ser muy compleja.

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A la inversa pueden aparecer movimientos anormales involuntarios orgánicos en un paciente que asocie síntomas y signos psicógenos, siendo igualmente en estos casos difícil delimitar lo uno de lo otro.

A todo lo anteriormente descrito debemos añadir que un paciente puede ser portador de una lesión estructural demostrada en las exploraciones complementarias, tener signos y síntomas derivadas de ella, pero además se puede asociar un movimiento anormal psicógeno o una acentuación de la clínica orgánica que la esperada por el movimiento anormal psicógeno.

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¿Cómo se presentan con mayor frecuencia los movimientos anormales psicógenos?

En forma de hipercinesias cuya más clara expresión son los temblores más que como hipocinesias, Parkinson o Parkinsonismos, mioclonias o trastornos de la marcha.

Desde el punto de vista clínico es muy difícil en la mayor parte de las veces hacer una diferenciación entre un movimiento anormal involuntario orgánico y uno psicógeno, su forma de presentación en algunos casos es indistinguible, debiendo buscar siempre datos, detalles o signos que nos hagan pensar que estamos ante uno u otro.

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Otro dato de interés en el reconocimiento de un movimiento anormal psicógeno es que el criterio de la supresibilidad o el hecho de que el paciente pueda voluntariamente, durante periodos de tiempo más o menos cortos controlar sus movimientos anormales involuntarios no sirve por si solo para el diagnóstico de movimiento anormal psicógeno.

Cuando coexisten en un paciente ambos tipos de trastorno del movimiento lo habitual es que el movimiento anormal orgánico sea el de presentación inicial y el segundo sea el psicógeno. Lo importante del diagnóstico correcto de estas entidades que pueden ser tan parecidas en ciertos momentos de su evolución es que la eficacia del tratamiento dependerá del mismo.

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En muchos casos de movimientos anormales psicógenos , sus síntomas y signos son el resultado de la histeria, lo que nos hace reflexionar sobre la habilidad que tiene el cerebro de expresar en forma de manifestaciones aparentemente orgánicas problemas psicológicos.

Científicos que han pasado a la historia por sus aportes a la medicina como Charcot y Freud estudiaron intensamente las reacciones de conversión histéricas utilizando en aquellos tiempos la hipnosis como herramienta clave en su diagnóstico y tratamiento.

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Siempre los grandes maestros de la medicina han intentado enseñarnos a diferenciar, a través de sus manifestaciones clínicas los trastornos del movimiento psicógenos de los orgánicos.

Hablamos de trastorno fingido cuando los trastornos del movimiento presentados son producidos voluntaria y deliberadamente por el paciente, no suelen ser enfermos mentales, sencillamente persiguen un fin como ciertas ventajas laborales o compensación financiera.

El trastornos artificial se produce cuando los síntomas son producidos intencionadamente por el paciente por una necesidad psicológica de realizarlos, aunque los trastornos del movimiento pueden ser controlados voluntariamente por él.

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¿Qué indicios nos permiten pensar que un trastorno del movimiento es psicógeno?

El comienzo repentino, movimientos inconsistentes que cambian sus características con el tiempo, posturas y movimientos incongruentes que no encajan con patrones reconocidos, trastornos psiquiátricos obvios, presencia de ganancia secundaria, respuesta a placebo o sugestión, demostrar fatiga o excesivo cansancio, remisión espontánea y que los movimientos desaparezcan con la distracción entre otros.

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