«Nos hubiera matado», dice el anciano que disparó al ladrón

«Nos hubiera matado», argumentó este lunes en su defensa ante un jurado Jacinto S.M., el anciano de 83 años que, en 2015, acabó de un disparo con la vida de un hombre que entró para robar en su casa de Arafo (Tenerife).

Efe / Santa Cruz de Tenerife

Jueves, 16 de julio 2020, 15:43

La fiscalía pide para él la absolución por el delito de homicidio, al estimar una eximente completa de legítima defensa, pero dos años de prisión por tenencia ilícita de armas.

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La acusación particular, ejercida por la letrada Alicia Pomares, que representa a la madre del fallecido, pide diez años de prisión por homicidio y una indemnización de 76.000 euros.

El abogado defensor, Avelino Miguez, quien interesa la absolución de su defendido, apuntó en su intervención preliminar que el fallecido no tenía una estrecha relación con su madre y que el interés de ella por ejercer la acusación particular puede estar más relacionado con la indemnización que reclama que con que se haga justicia.

La madre del fallecido, que compareció como testigo, afirmó al final de su declaración, por propia iniciativa, que ha recibido una oferta para no seguir adelante con el juicio, aunque el magistrado presidente del tribunal, Fernando Paredes, le retiró la palabra y no la dejó seguir.

Los hechos ocurrieron el 1 de marzo

En su declaración, el acusado coincidió con la fiscal, Náyade Remón, en la versión los hechos, que ocurrieron el 1 de marzo de 2015 en su domicilio del municipio de Arafo, una casa aislada en una finca de una hectárea.

Esa noche, dos asaltantes, uno menor de edad (que ya ha sido juzgado y condenado por el robo) y otro un joven de 26 años de nombre Jonás, entraron en la casa, tapados con caretas, armados con palos y una pistola simulada.

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Golpearon a la mujer y amenazaron de muerte al matrimonio si no les entregaban la caja fuerte que iban buscando, según explicó Jacinto S.M., quien se dirigió a una habitación contigua con la excusa de ir a buscar algo de dinero.

Regresó armado

Regresó armado con un revólver que allí guardaba, con el que disparó primero al suelo y luego a Jonás cuando se dirigió hacia él, al que mató de un disparo en el cuello.

Jonás no murió inmediatamente, sino que salió de la casa para desplomarse junto al tendedero, y de hecho Jacinto ni siquiera supo que el disparo lo había alcanzado, según declaró.

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El acusado reveló que el día anterior ya había visto a los presuntos ladrones por los alrededores, tapados con sus caretas, pero se marcharon ahuyentados por los perros al verse descubiertos.

Describió cómo aquella noche le encañonaron con la pistola simulada, cómo golpearon a su mujer y le rompieron los huesos de la mano con una puerta, mientras ella gritaba, lloraba y les ofrecía tarjetas de crédito, porque en la casa no había “ni para un cortado”.

Su hijo les dejó el arma por si la necesitaban

“Nos hubieran matado, no había ninguna posibilidad de huir”, aseguró el propietario de la vivienda para explicar su idea de coger el arma que guardaba en la habitación contigua, en donde la había dejado su hijo ya cargada un año antes en previsión de que pudieran necesitarla por vivir tan aislados.

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Jacinto aseguró que nunca había disparado ni sabía manejar el revólver, y por eso ni siquiera apuntó, sino que solamente levantó el arma y la disparó cuando Jonás se dirigió hacia él.

Previamente, había mostrado la pistola a los asaltantes para intimidarlos y que huyeran, y de hecho el compañero de Jonás, entonces menor de edad, salió corriendo.

Pero no así Jonás, cuyo cadáver fue descubierto más tarde junto al tendedero por la Guardia Civil, momento en el que Jacinto admitió haber sido él el autor de los disparos.

La acusación particular trata de que el jurado entienda que aunque se alegue legítima defensa, esa circunstancia no tiene porqué ser una eximente completa como pretende la fiscal, sino que puede ser una atenuante que en todo caso rebaje la pena.

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Alicia Pomares puso de manifiesto durante el interrogatorio que, tras los disparos, el acusado envolvió el arma en una bolsa de plástico y la escondió debajo de un armario en el garaje, además de que no explicó a la Guardia Civil lo ocurrido en un primer momento, sino cuando se descubrió el cadáver de Jonás.

Tras la declaración del acusado, testificó la madre de Jonás, quien justificó su presencia como acusación particular porque quiere justicia por la muerte de su hijo.

Aseguró que desconocía que su hijo hubiera llevado a cabo actividades delictivas ni que tuviera problemas con las drogas y aunque no le hablaba mucho de su vida mantenía una relación normal con él.

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Jonás vivía desde 2010 en casa de su padrastro, del que su madre se separó entonces, quien testificó que tampoco sabía de sus actividades, ya que era un chico trabajador, dedicado como él a la albañilería, aunque se había quedado desempleado.

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