Los padres más orgullosos del mundo

Ignacio S. Acedo y /Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 16 de julio 2020, 19:38

La gesta de la selección española de balonmano, por primera vez en la historia campeona de Europa, tuvo como uno de sus protagonistas a Daniel Sarmiento, jugador grancanario que añadió un éxito más a su ya legendaria carrera. En su casa del barrio capitalino de Las Torres, Pino y Pepe son los padres más orgullosos del mundo.

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Son innumerables y valiosísimos los títulos que adornan la trayectoria de Sarmiento (Las Palmas de Gran Canaria, 1983). Tras formarse en el Juventud de Escaleritas y dar el salto al profesionalismo en las filas del Gáldar, sus posteriores estaciones en el Almería, Ademar León y Barcelona no hicieron más que consolidar un recorrido de esplendor. Lo ha ganado todo a nivel de equipos. Y, camino de las cien internacionalidades con España, en la que es un habitual desde 2009, el oro conquistado el pasado domingo en Zagreb supone su tercera medalla con la selección, en la que ya saboreó, también, la conquista de un Mundial y fue olímpico en Londres 2012. La vitrina está hasta arriba de trofeos, méritos y condecoraciones. Pero esa rutina maravillosa de estar entre los elegidos no resta un ápice de orgullo y felicidad a sus padres, Pino Melián y Pepe Sarmiento, quienes, desde el domicilio familiar evocan, henchidos de satisfacción, los inicios de Dani, a quien cubren de elogios.

«Siempre fue un niño muy responsable y que se entregó por completo al deporte. Empezó en el fútbol pero, por la influencia de un tío y de su hermano Ayoze, acabó en el balonmano. Desde que probó con 10 años en el Escaleritas, ya no lo dejó», recuerda Pepe, fan incondicional que guarda en carpetas recortes y fotos alusivas a su laureado vástago. Pino incide en que su carácter reservado y humildad no ha hecho más que acentuar su talento. «Desde muy joven se acostumbró a superarse. Tenía muchísima disciplina a la hora de ir a los entrenamientos, no fallaba nunca, ya tuviera que ir andando al Obispo Frías. Era muy aplicado también en los estudios, todo se lo tomaba con mucha disciplina. Y le gustaba pasar desapercibido. Cuando comenzaron a llamarle de las categorías inferiores de la selección española y tenía que pedir permiso para faltar a las clases, los maestros se mostraban sorprendidos porque era yo la que tenía que comunicarlo. Dani no decía nada, nunca fue con él presumir o darse importancia», asegura.

Ambos, que vivieron por televisión la final ante Suecia «muy emocionados», ya han podido trasladarle por teléfono las felicitaciones y afecto que le profesan. «No sabemos en qué fecha podrá venir porque volverá a Francia con su equipo, el Saint Raphael, para seguir con las competiciones. Pero, a la distancia, compartimos con él esta alegría tan especial», insisten.

En sus palabras, Pino y Pepe no pasan por alto la especial ascendencia que ha tenido en la carrera de Dani Sarmiento la figura de Jordi Ribera, hoy seleccionador y que le dio toda la confianza del mundo en sus inicios. «Jordi llegó a venir personalmente a casa para convencernos que que fuera al Gáldar. Siempre le valoró mucho. Lo que es la vida, quién les iba a decir que volverían a coincidir muchos años después y para esto», significan.

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