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Mapas nuevos y espejismos

Jueves, 16 de julio 2020, 08:04

Varios analistas anglosajones han publicado en las últimas semanas el mapa de los actuales movimientos separatistas, de donde conviene extraer algunas conclusiones más allá de este ruido ensordecedor procedente de Cataluña. La expresión más potente de este fenómeno la muestra el brexit en el Reino Unido, pero el patrón en el que todos coinciden deja poco margen a la controversia.

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Las regiones más entusiasmadas con la idea de la independencia son las más ricas de sus respectivos entornos. El norte de Italia, Escocia, Baviera o el Tirol acunan la exaltación de valores locales, con gran éxito de público en las urnas. La potencia del nacionalismo francés reunido en torno a la familia Le Pen, el regreso de los nazis al Parlamento alemán, o la avanzada gestación de la república de Cataluña obedecen a una misma idea, que viene fraguando desde la fragmentación de Yugoslavia. El abandono de la integración es el único valor en alza en la vetusta Unión Europea. Lo común hecho pedacitos.

Entre la izquierda española abunda el espejismo de considerar al expediente de Cataluña como una movilización popular, cívica o como se quiera llamar a esa dinámica de contestación callejera frente al status quo. Se convalidan así actuaciones de raíz fascista, ajenas al valor de las leyes, como la reiterada burla de la mayoría del Parlamento catalán. El problema no está en la unilateral independencia. Es que se ejecuta conforme al viejo patrón que sólo da cabida en el nuevo mapa a los soldados fieles a la causa.

Mientras, el progresismo español sucumbe al afecto revolucionario, convencido de que la secesión configura la apertura automática de la puerta a un nuevo Estado español, sea república o monarquía federal devaluada. Sin percatarse de que en ese abrazo, sólo se salvan las oportunidades de negocio de los grandes capitales. Sin sitio para los disidentes, no hay alternativa para los pobres. Como ya impera en Europa.

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