La autoridad judicial archivó el procedimiento que investigaba a una persona como posible autora del gran incendio de Gran Canaria del año 2017, aquellas llamas que acabaron con la vida de la ciudadana sueca Carin Birgitta Ostman, que vivía en Los Llanos de Ana López, y del que nunca olvidaremos las tremendas imágenes del fuego arrasando el Parador Nacional de Tejeda. Es una decisión complicada que adoptó el magistrado a instancias del Ministerio Fiscal porque no encontraron pruebas concluyentes para incriminar al investigado y ha servido para poner de relieve lo complicado que es acusar a una persona de causar un incendio forestal y lo a veces ingrato que resulta el trabajo que llevan a cabo los especialistas del Seprona de la Guardia Civil y de la Brigada de Investigación de Incendios Forestales (BIIF) del Cabildo Insular de Gran Canaria.
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Ingrato porque, a pesar del gran trabajo desarrollado por los investigadores y que fue puesto de relieve por el fiscal delegado de Medio Ambiente de Las Palmas, Carlos Fernández Seijo, no pudieron conseguir sentar en el banquillo de los acusados a la persona que ellos consideraron que había quemado lo más preciado de nuestra isla. Los informes eran claros y concisos y apuntaban de forma directa al investigado. Se le había relacionado con otros incendios forestales anteriores provocados en zonas cercanas a su radio de acción, era vecino de la cumbre y, por ende, conocía perfectamente donde se originaron las llamas y, además, se dedicaba a cuidar del ganado, por lo que consideraron que buscaba la obtención de un beneficio mediante la quema de rastrojos y la limpieza del terreno utilizando el fuego. De la misma forma, se le ubicó en Tejeda el día en que ardió la cumbre y medianías por culpa de un mechero utilizado con mucha malicia. Pero el sistema es así y, de igual manera que si hay indicios para investigar a alguien, se abre un procedimiento judicial en su contra, hay que archivarlo si su señoría entiende que las pruebas recabadas por los investigadores durante la instrucción no tienen la entidad suficiente para enervar cualquier presunción de inocencia. Guste o no guste, eso es Justicia.
Es duro para los que han invertido muchísimas horas de sus vidas profesionales en la búsqueda de un culpable, pero este archivo judicial no debe de ser un palo para todos ellos, ni mucho menos. Fiscalía, investigadores y jueces seguirán trabajando duro para que no salgan impunes aquellos que están empeñados en destruir nuestro ecosistema.
Quedan aún muchas investigaciones en proceso y otras tantas heridas aún abiertas, y el peso de la ley caerá encima de los responsables de forma implacable.
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