Hay personas que triunfan porque tienen talento, otros porque se lo curran y trabajan sin descanso hasta cumplir los objetivos y después están aquellos que se alían a esa diosa llamada fortuna. La suerte de estar en el momento apropiado, a la hora indicada y con los astros alineados de tal manera, que te favorecen hasta conseguir tus propósitos.
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Si nos centramos en Pedro Sánchez, no sabría posicionarme sobre cuál de estas tres características se acercan más a su figura. Estoy convencido que tiene talento, porque estar donde él se encuentra, no está al alcance de cualquiera. ¿Que se lo ha currado? Pues claro que sí ya que hay que echarle horas y salud para presidir un partido de la talla del PSOE. Pero si algo ha tenido Pedro Sánchez es el don del oportunismo. Le salió mal en la primera ocasión cuando fracasó en su intento de ocupar el despacho principal de la Moncloa después de una fallida moción de censura, pero ahora está a un paso de convertirse en el primer presidente del Gobierno de nuestro país que llega a La Moncloa después de echar al electo.
Y todo ello no por una cuestión de meritocracia, sino tras la publicación de la primera sentencia del caso Gürtel, un fallo que le ha puesto en bandeja ser el amo del Ejecutivo, colmando así su ambición personal.
Pero Sánchez no será presidente solo por estas cuestiones sino por la torpeza de Rajoy. Ese presidente que niega las evidencias y que vive en un mundo mágico en el que el PP jamás se financió ilegalmente y la corrupción que ha ensuciado a su organización ha sido simplemente fruto de la casualidad y «hechos aislados».
Rajoy se irá por esa cabezonería gallega de no dar un paso atrás. No ha querido dimitir asumiendo que su momento tiempo político ha concluido y, de paso, desactivar la votación con la que concluirá la moción de censura que coronará a Sánchez como nuevo mandamás del país.
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Hay que reconocer que no han sido tiempos sencillos para el líder del PP, que ha gobernado en el peor momento económico y social de la democracia española, aunque será recordado por sus múltiples torpezas y mensajes de texto a delincuentes en los que les transmitía ánimo.
Será una sorpresa que no haya cambio de cromos en Moncloa, pero España precisa de un cambio urgente, una regeneración que demuestre que no todo vale en este país. España lo vale y con Sánchez o con quien sea, hay que demostrar que este país no es la Gürtel o los ERE.
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Se avecinan meses intensos, ¡viva la democracia!
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