No sea derrotista, hoy es la cabalgata

«Frente a los que pintan desesperanza, recuerden que la risa libera al hombre de sus miedos»

Viernes, 17 de julio 2020, 04:41

Acaba de finalizar una legislatura en la que se sucedieron muchas cosas, pero en la que, sin embargo, si del bienestar ciudadano hablamos, pocas se concretaron. Para la historia queda un tiempo insólito en la vida democrática española, con investiduras fallidas, gobiernos inestables y moción de censura triunfante.

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Así las cosas, es razonable que se imponga el catastrofismo, más aún cuando los principales protagonistas de esta historia, que nos tiene en puertas de otras elecciones, todavía más inciertas que todas las anteriores, se empeñan en mantener el discurso de la polarización, imponen el rechazo general a lo que proponen los otros y solo les vale lo de ellos; cuando teníamos entendido que la democracia se sustenta sobre los pactos, y que sin éstos los problemas no solo no se solucionan sino que se convierten en tumores. Por tanto, nada sorprende la desafección ciudadana con la clase política y, consecuencia del deterioro moral en el que se han instalado, se piense, porque así nos lo repiten hasta la saciedad, que estamos al borde del colapso.

Sin embargo, aunque no sean pocos los indicadores negativos que señalan lo mucho que queda por corregir, hay que convenir que este país, el archipielágico y el peninsular, ha cambiado en poco mucho y para bien, lo que obliga a estar atentos ante cualquier pretensión involucionista; porque en ese río revuelto hay quienes quieren llevarnos, otra vez, al blanco y negro.

Así que no sea derrotista. No sucumba a los cantos preelectorales que unas veces nos prometen el reino de los cielos y otras, si los que ganan son los otros, el ardiente infierno, y disfruten del tiempo multicolor conquistado. Preguntemos a los que aspiran a gobernar, para qué quieren hacerlo y reclamemos que no se queden en hacerlo contra el otro.

Además, hoy es la cabalgata, razón de más para aparcar el derrotismo y apuntarse a la transgresión, al jolgorio y a volverse loco, que es un derecho «después de un año sometido a la fastidiosa vigilancia de la cordura», como dijera Gabriel García Márquez. Hoy es la cabalgata, el acto más genuino y definidor de nuestro carnaval. Hoy, la indomable y jaranera serpiente multicolor regresa a su origen y llena la calle de frescura y cívico desorden, ¡qué ese es el orden de esta fiesta!, por mucho que quieran encorsetarla en espectáculos televisivos.

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Como en ese carnaval de día que recupera las esencias, aunque siga habiendo algún desafine con la limpieza, frente a los que nos pintan desesperanza y horizontes oscuros, hoy es el momento de permitirse unas risas, sabiendo, como dijera Darío Fo, que la risa libera al hombre de sus miedos.

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