Gaumet Florido
Publicidad
La actualidad es caprichosa y esta semana la casualidad quiso que conociera algo más de cerca dos casos de altruismo social, aunque eso sí, de muy distinto signo. Uno tiene que ver con el patrimonio histórico. Una investigadora local se ha liado la manta a la cabeza para dar la cara por el valioso archivo personal de un abogado que vivió en Telde, en San Antonio, a caballo entre los siglos XIX y XX. Una parte logró rescatarla, pero la otra sigue aún bajo los escombros de la casa abandonada que fue, en tiempos, de Felipe de la Nuez y que desde 1994 pasó a manos del Ayuntamiento. Esta joven historiadora, Luz Marina Delgado, por vocación, por responsabilidad y por respeto a ese patrimonio documental, regala su tiempo a la causa colectiva para, sin cobrar un solo euro, tratarlo y limpiarlo de excrementos de animales, xilófagos o tierra. Ninguna institución se ha interesado de verdad por ese patrimonio documental, cuyo futuro depende del voluntarismo de esta entusiasta.
Y el otro caso, aún más significativo y de mayor calado público, es el de la asociación Pequeño Valiente, un colectivo que, al paso que va, tiene ya casi la fuerza de un movimiento social en toda regla. Es una asociación dedicada en cuerpo y alma a hacer más fácil las cosas para las familias con niños que sufren cáncer. Es verdad que, como no podía ser menos, cuenta con todo un equipo técnico, muy cualificado, que ha sido contratado y que recibe un salario para prestar un servicio en condiciones a los afectados, pero todo lo demás en Pequeño Valiente es puro altruismo, puro afán de ayudar. Y mucho de lo que organizan, como la segunda edición de su gala solidaria, el 6 de octubre, se nutre de la solidaridad colectiva. Su próximo objetivo, dotarse de una casa hogar para este tipo de familias. El Cabildo les ayuda, pero no basta.
Ambos ejemplos, aunque, insisto, muy distintos, prueban que hay esperanza, que aún queda gente con valores, capaz de implicarse por el beneficio colectivo, y que la sociedad civil está viva, que se mueve. Pero también pone sobre la mesa las lagunas de un sistema que no da todas las respuestas, que lamentablemente no atiende todas las necesidades.
Regístrate de forma gratuita
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión