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El puño, la rosa y el cuchillo

José L. Reina

Jueves, 16 de julio 2020, 09:18

No son buenos tiempos para el Partido Socialista. Mientras Pedro Sánchez lucha contra las pesimistas encuestas a nivel nacional que lo sitúan al nivel de Ciudadanos tras el desafío independentista catalán, en Canarias, Ángel Víctor Torres protagoniza una guerra interna que no deja de estrenar capítulos. Con su partido totalmente roto, la batalla de Tenerife ganada por el sector crítico que lidera la apartada Patricia Hernández, y que simboliza la figura de un histórico socialista en el sur de aquella tierra, Pedro Martín, ha supuesto la enésima encrucijada para una formación que lo último que necesita ahora son puñaladas amigas.

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La elección de los líderes a través de primarias suponen una imagen de democracia interna donde los afiliados se sienten protagonistas, además de trasladar una imagen de higiene y transparencia a potenciales votantes. El problema de este sistema es que no siempre gana el candidato adecuado, y a pesar de que públicamente la frase más recurrente suele ser “hoy ha ganado el partido”, lo cierto es que sería más adecuada una afirmación como: “¿En qué coño están pensando los afiliados eligiendo a este tipo?”. Que se lo digan a Tomás Gómez en Madrid, por ejemplo, donde esta sobrevalorada democracia interna lo consolidó como líder socialista en la capital de España, y Pedro Sánchez lo borró del mapa sin mayor titubeo.

El PSOE canario no es que ande especialmente tranquilo últimamente. Cuando lo lógico sería que las actuaciones estuvieran pensadas en clave electoral, lo cierto es que el socialismo canario sigue afilando cuchillos para llevar a cabo las correspondientes vendettas que mantienen a más de uno mirando siempre a su espalda. La Laguna se ha convertido en la ciudad que alberga el trono de hierro, y en el verdadero dolor de muelas para Ángel Víctor. La inesperada victoria de Pedro Martín como secretario general de los socialistas en Tenerife va mucho más allá de un simple pulso con el sector oficial, supone una fractura de enormes dimensiones. La decisión tomada en el último congreso del PSOE tinerfeño de llevar a cabo una moción de censura en La Laguna, significa un duro varapalo en la imagen y liderazgo de Torres. La situación del partido en esa ciudad es una clara muestra de la gravedad actual a la que se enfrentan. De cinco concejales que empezaron, solamente dos siguen ejerciendo su función bajo las siglas del socialismo, pues tres ya han sido expulsados. Una formación de semejante magnitud, se ha contaminado de comportamientos más propios de los partidos comunistas, donde la autodestrucción supera al objetivo del éxito. Luego, cuando no queden más cuchillos, ni más víctimas, llegarán las elecciones. Y ya será demasiado tarde.

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