Vuelve Agustín Manrique de Lara a la presidencia del Círculo de Empresarios de Gran Canaria, por un periodo de dos años y ampliable a otros dos. Mientras, continúa al frente de la Confederación Canaria de Empresarios, que es en puridad la voz de la patronal, pues el Círculo es, como se define a sí mismo, «un grupo de opinión empresarial, cuyo principal objetivo radica en el análisis y la propuesta de soluciones que puedan ayudar a la optimización del progreso económico y social de Canarias».
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Agustín Manrique de Lara sucede en el cargo a Mario Romero Mur, un veterano del mundo empresarial que también pasó por la política. Lo digo con naturalidad porque así lo recuerda él mismo, pues nada hay malo en ello. Es más, ojalá todos los que reciben el encargo de gestionar lo público tuviesen en su currículo el paso por la empresa privada. Quizás así entenderían los estragos que genera la demora en el pago de una factura por parte de la administración o los desvelos de los empresarios por garantizar que hay caja suficiente para el abono de las nóminas en tiempo y forma.
Lejos ya aquel mito de un sanedrín grancanario que funcionaba casi con citas a oscuras mientras la ciudadanía dormía, el Círculo de Empresarios de Gran Canaria se ha consolidado como ese lugar de encuentro donde están relevantes empresarios y profesionales y desde donde se aportan valoraciones sobre lo que está sucediendo, así como propuestas en clave de presente y futuro. Es evidente que las hacen desde la fe en la economía de mercado y la defensa de postulados liberales, pues va de suyo cuando se trata de la iniciativa privada, pero también es de justicia reconocer que sus preocupaciones y sus propuestas van más allá de si suben o bajan los impuestos o si hay mucha o poca traba administrativa. Del Círculo han salido reflexiones en materia social y educativa, entre otros contenidos, y a buen seguro continuará siendo así con Agustín Manrique de Lara al frente. El elegido no es ingeniero de puentes pero sí cree en ellos. Y cuando tiene que hacer crítica, no se le caen los anillos por ello.
Ahora que el panorama económico y social se presenta tan complicado, con la crisis sanitaria dejando un impacto en el tejido productivo que todavía somos capaces de medir con exactitud y agigantando la brecha social que ya preexistía, se hace más necesario contar con esas opiniones que propongan soluciones. Es tiempo de construir. Y hacer de la necesidad virtud.
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