El Gobierno de Canarias entra en la cuenta atrás para su primer aniversario. No sé si, tal y como están las cosas, es el mejor momento para una fiesta de cumpleaños, con una pandemia activa, una crisis económica y social de la que solo vemos la punta del iceberg y un retorno de la actividad turística que se afronta con preocupación ante el riesgo de que el virus de la covid-19 retorne como llegó: en avión.
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En esos doce meses que están a punto de cumplirse, el gabinete de Ángel Víctor Torres ha tenido que enfrentarse con todo tipo de problemas. Y de calado. Incendios forestales con miles de personas evacuadas, la repentina quiebra de Thomas Cook, incluso una calima de las que hacen historia... y más recientemente la pandemia. Desde el punto de vista política, y por si fuera poco, dos consejeras que fueron sustituidas, una por destitución presidencial y la otra porque se fue tarde. Con todos esos golpes, el presidente Torres ha ido conformando una mandíbula casi de titanio. Y respecto al Pacto de las Flores, ahí continua, sabedor de que siempre ha rumorología interesada sobre otras combinaciones de gobierno, pero conscientes todos de que las razones de índoles social que unos y otros justificaron para aquel acuerdo siguen vigentes y, si cabe, notablemente agravadas por el impacto de la crisis sanitaria.
Y ese primer aniversario coincidirá casi a la perfección con el debate de la moción de censura presentada para descabalgar a la socialista Patricia Hernández de la Alcaldía de Santa Cruz de Tenerife. Quizás esa coincidencia puede tener un efecto paralelo: que los integrantes del Pacto de las Flores abran los ojos y recuerden lo que había antes y lo que se conjuraron para desplazar. Lo digo porque viendo estos días cuánta carne se pone en el asador para justificar una censura con una tránsfuga que dijo una cosa por la mañana e hizo lo contrario por la tarde, se puede concluir lo importante que es para algunos dar marcha atrás en el cambio de ciclo político. Y esto de abrir los ojos va sobre todo por un sector de los socialistas que creyeron que Coalición Canaria había mutado hasta el extremo de asumir que la oposición tenía el efecto sanador de abrir un periodo de oxígenación. Pero no ha sido así. El poder es el poder y de esto va la censura.
Insisto: lo mejor que podrían hacer los integrantes del Gobierno y del pacto que lo sustenta no es tanto montar una fiesta de cumpleaños como cerrar los ojos y recordar. O abrirlos y mirar a Santa Cruz.
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