Una vez conocidos los contenidos de la 34ª edición del Festival de Música de Canarias, anunciados el pasado viernes por su organizador, el gobierno regional, considero que lo más coherente es esperar a ver los resultados del mismo para juzgarlo de una forma fundamentada.
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El pasado año, cuando se generó una enorme polémica entre los que consideraban un dislate la propuesta de Nino Díaz, coordinador de la 33ª edición, y los que consideraban que lideraba una revolución maravillosa, hice la misma apuesta. Mantener la cabeza fría, no dejarse llevar por las filias y fobias de unos y otros, y esperar a ver la respuesta del público, la de la crítica especializada y los resultados económicos.
Salvo que se tenga una venda en los ojos y se habite en el planeta Marte, a nadie se le escapa que la apuesta de Nino Díaz, con el apoyo de la ya hoy exconsejera Mariate Lorenzo, y de David de la Hoz –gran padrino político del primero– fue un esperpento, capaz de generar, como ha reconocido la propia consejería de Turismo, Cultura y Deportes, un déficit de 410.301,35 euros.
Su firma marca buena parte de la programación de la 34ª edición, incluida la arriesgada apuesta por Fuerteventura. Por suerte, desde la Consejería se eliminaron algunas de sus apuestas. Para no levantar más polémicas, lo mejor que podemos hacer es correr un tupido velo.
Lo que queda pendiente es la elección del nuevo director. Al menos, según las fuentes consultadas, se ha abortado la operación que quería situar a un elegido por el catastrófico equipo anterior y su grupo de siniestros amiguetes.
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