Oscar Wilde debió ser un tipo maravilloso, una de esas personas con las que viajar en el tiempo y compartir horas de pub en una conversación interminable –aquí el tópico encaja a la perfección– sobre lo divino y lo humano.
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Pero eso no quiere decir que fuera un tipo especialmente certero. Estos días la maquinaría de propaganda del Gobierno de Canarias que dirige Coalición Canaria en minoría parlamentaria ha usado en varias ocasiones la palabra «histórico».
Wilde dijo que cualquiera puede hacer historia; pero sólo un gran hombre puede escribirla. La frase ha alcanzado un alto volumen de perversión, porque, ajustándonos a nuestros tiempos y nuestra realidad como archipiélago, podríamos decir que nadie hace historia, pero sí que puede escribirla. Y promocionarla hasta darle apariencia de verdad con fines electorales.
Se vende como un hito extraordinario la aprobación en el Senado del Estatuto de Autonomía, 35 años después. Es cierto que el documento tiene un valor incalculable en algunos puntos, justo en aquellos en los que Coalición ha querido ejercer su derecho al bloqueo, como la reforma electoral. Pero si es histórico se sabrá con el tiempo, si en todos aquellos aspectos en los que al archipiélago se le ven los huesos acaban dando un vuelco.
Al hecho, además, le falta la relevancia de convertirse en objeto de debate público, con una ciudadanía totalmente desconectada de la política autonómica, evidentemente desencantada de una forma de hacer política por parte de este nacionalismo con aspiraciones de perpetuarse.
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Otro de los elementos «históricos» para el Ejecutivo de Clavijo es el ensayo de cambio de hora que se produjo el domingo en la Puerta del Sol, dentro de la operación propagandística de unas campanadas canarias en Madrid la noche de fin de año. El Gobierno hizo circular fotos de alta resolución con los relojeros cambiando las manecillas en 4 minutos y 35 segundos, insistimos, según el Ejecutivo, en «un día histórico». La historia se hace con hechos, con cambiar para siempre los parámetros de pobreza o desempleo, no dando para atrás a un reloj.
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