Verlo para creerlo
El Granca se dio el gustazo de ajusticiar por todo lo alto al Unicaja en una de las mejores noches que se recuerdan en el Arena. Fue un partido sencillamente escandaloso por parte de los muchachos de Aíto, que dignificaron el baloncesto con una exhibición para la posteridad.
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Hubo momentos de verdadero éxtasis en el pabellón, con Pangos, Newley, Salin, Báez, Seeley o Aguilar reventando a bombas desde el perímetro a un rival estremecido. Ventajas por encima de los treinta puntos, defensas feroces, la vida en cada rebote, carreras a cada esquina... Así se las gastó el Herbalife, inalcanzable desde que arrancó a sudar. En el banquillo observaba Kyle Kuric, para quien se quedaron cortas todas las gargantas en los prolegómenos.
Si faltaba algún motivo para despellejarse ahí estaba, sonriente y emocionando al personal con su lección de fuerza. Kuric, la afición encendida y porcentajes de impresión. Imposible pedir más. Repasos de este tipo al Unicaja no están al alcance de cualquiera. Sí de un Granca bendecido y que se resiste a que le pongan límites. A este nivel (con Omic bastante rato en la reserva, apunte pertinente), hay licencia para mirar al frente sin complejos. Por algo en la clasificación reluce el amarillo y oro con los mejores, desafiando presupuestos terribles. Sin ir más lejos, el que manejan por Málaga. Pero los arrestos que hay en este vestuario permiten gestas como la que se desarrolló en esta ocasión a lomos de unos jugadores que merecen la mayor de las reverencias y que han lanzado un mensaje rotundo al resto. Ahora, el Unicaja. En el futuro, quién sabe.
El partido tuvo truenos y electricidad en su arranque, con unos y otros por la labor de abrillantar la pista a base de acierto y méritos. El Herbalife propuso un intercambio de golpas al que respondió el Unicaja, como no ser menos. Pedigrí obliga. Pero la noche estaba para batallas. Pangos, conectadísimo, y un Seeley destapado se pusieron al frente de la tropa. Era el preludio del chorreo que estaba por venir. Porque la cuestión únicamente se discutió en el primer cuarto. Lo que aconteció luego fue un abuso con todas las de la ley de los chicos de Aíto, devastadores con el visitante. Un parcial de 35-11 permitió al Granca aterrizar en el descanso con la persiana echada (59-36). Una renta tan abultada como ajustada a los méritos. Porque el equipo corrió, encestó y defendió a intensidad total para desespero de Plaza, hundido en la banda entre resignaciones y gestos apagados.Ni por asomo podía esperar semejante afrenta. Lo mismo calculó mal lo que le aguardaba por aquí. A esas alturas ya estaba la grada derretida de alegría por contemplar la portentosa actuación de sus jugadores, metidos en faena con tanta inspiración como orgullo. Funcionaban las muñecas, también el corazón y qué decir del orgullo de defender la plaza. Un huracán en todos los sentidos. Un rugido monumental.
El caso es que, después del descanso, baño y masaje para los de casa, puro recreo y picos, incluso, de humillación en el electrónico. Porque caminar entre fracturas como 63-36, 69-39 o 79-46 en el tercer cuarto ya ayuda a dimensionar las diferencias que se dieron en el parqué. Pero la grandeza del Herbalife emergió en ese momento de auténtica gloria competitiva. Nadie ahorró esfuerzos y los jugadores entendieron que la mejor manera de honrar el escudo y llevar al cielo a sus seguidores era la persecución de la excelencia. Todos querían más. Poco importaba que el partido ya se hubiese convertido en un trámite goloso.
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Hasta el final, cada camiseta estuvo a la altura y el delirio en Siete Palmas alcanzó cotas que ya forman parte del patrimonio de la historia reciente de la entidad. Quien estuvo allí podrá certificarlo. Con el bocinazo final, consumada la paliza, estallaron todos en una celebración convertida en conjura. Kuric en el centro del coro, la afición en combustión, Aíto a la distancia, rumiando una satisfacción rotunda y limpia. Sí. Comienza a encajar el ecosistema. A tiempo para todo.
Ficha técnica:
98 - Herbalife Gran Canaria (24+35+23+16): Pangos (17), Salin (5), Newley (11), Báez (16) y Galdikas (4) -cinco inicial-, Oliver (5), Omic (10), Seeley (10), Rabaseda (3), Savané (8), Paulí (-) y Aguilar (9).
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Entrenador: Aíto García Reneses.
65 - Unicaja (23+11+16+15): Nedovic (5), Jackson (11), Kuzminskas (12), Thomas (3) y Hendrix (6) -cinco inicial-, Smith (8), Díez (5), Vázquez (6), Suárez (4), Díaz (3) y Cooley (2).
Entrenador: Joan Plaza.
Árbitros: Conde, Perea y Cardús. Sin eliminados.
Incidencias: partido correspondiente a la duodécima jornada de la Liga Endesa de baloncesto disputado en el Gran Canaria Arena ante 6.928 espectadores. En los prolegómenos del encuentro, la afición grancanaria tributó una ovación espectacular a su jugador estadounidense Kyle Kuric, quien se recupera de la operación de un tumor cerebral
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