Un festival de salas
Desde su nacimiento, hace ya 13 años, en el Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria convivían dos realidades. Por un lado, las secciones y los ciclos que lo integran han sido (y son) una ventana hacia las producciones independientes, periféricas y de vanguardia. Por otro lado, el mismo certamen acogía la parte más frívola del séptimo arte. Galas, alfombra roja, fiestas, estrellas consagradas a las que se rinde tributo, rostros conocidos del cine y la televisión patrio han sido una parte más del paisaje y paisanaje del festival que dirige, desde su puesta de largo, Claudio Utrera.
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La 13ª edición, que se desarrollará entre el 16 y el 24 de marzo próximo, supone el nacimiento de «un nuevo modelo» de festival para la capital grancanaria, según avanzan sus responsables. El cine renovador, moderno y alejado de las convenciones comerciales se mantiene como norte en las distintas proyecciones. Muere, o casi, toda su vertiente glamourosa. El Gabinete Literario acogerá sendos actos «sobrios y austeros» para la apertura y la clausura. A posteriori, en el Teatro Guiniguada se proyectarán las películas elegidas para abrir y cerrar esta 13ª edición.
«No habrá alfombra roja», confirma María Isabel García Bolta, concejala de Cultura del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. «Se ha invertido este año en imaginación», apostilla Claudio Utrera antes de que el alcalde de la ciudad, Juan José Cardona, añada en la presentación de la programación que en esta edición se ha apostado por «la cultura de verdad y con mayúsculas».
El nuevo modelo de esta 13ª edición del Festival cuenta este año con 15 películas en la Sección Oficial a concurso. El jurado, que presidirá el veterano cineasta español Vicente Aranda, decidirá el palmarés entre siete películas europeas, cuatro latinoamericanas, dos asiáticas, una española y una coproducción germano-estadounidense.
Un título español
Ensayo final para Utopía, de Andrés Duque, es la única película española que podrá aspirar a conseguir el máximo galardón del certamen, el Lady Harimaguada de Oro.
En la selección de esta edición llama la atención la abundante presencia de películas europeas, presentes de forma puntual en años anteriores. El cine asiático, foco importante de la vanguardia cinematográfica desde finales de los 90 hasta hace poco menos de un lustro, pierde fuerza en esta edición, como ya ocurre en la mayoría de los festivales internacionales. Esta tendencia ya se aventuraba, en menor medida, desde la 12ª edición. Egg and Stone, película china de Huang Ji, llega tras triunfar en la pasada edición del Festival de Rotterdam, uno de los certámenes de referencia del cine de vanguardia. De Filipinas, cinematografía con pedigrí en los últimos años de esta cita grancanaria, llega Bahay Bata (Baby Factory), de Eduardo Roy.
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El festival de Locarno es otra fuente habitual para nutrirse del mejor cine independiente del momento. Con el premio a la mejor ópera prima en este festival suizo llega la película francesa Nana, de Valerie Massadian. También en Locarno fue premiada con el galardón al Mejor Director y Mejor Actor la película rumana Best Intentions, de Adrian Sitaru. Dos pesos pesados del nuevo cine alemán estarán este año también en la sección a concurso. Se trata de Andreas Dresen, con Stopped on the Track premio Una cierta mirada (Un Certain Regard) en el Festival de Cannes; y Hans Christian Schmid, que participa con Home for the weekend. Este último rodó parte de su anterior película, titulada Storm inédita en España, en distintas localizaciones de Gran Canaria.
La cuota latinoamericana cuenta con la presencia de Mae e Filha, del brasileño Petrus Cariri, el experimento etnográfico argentino Sip’Ohi, el lugar del manduré. de Sebastián Lingiardi; Zoológico, del chileno Rodrigo Marín Cortez; y la mexicana Malaventura, de Michel Lipkes. La sección oficial se completa con la película británica Two Years at the Sea, de Ben Rivers, la coproducción entre EEUU y Alemania titulada The Lonliest Planet, de Julia Loktev, la albanesa Amnesty, de Bouyar Alimani, y la esperada Tabú, del portugués Miguel Gomes, que dividió a la crítica en la pasada Berlinale, donde su director fue galardonado con el premio Alfred Bauer y el filme con el premio Fipresci.
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Gomes es un viejo conocido del festival capitalino, ya que con su anterior filme, el falso documental Aquele querido Mês de Agosto (2008), logró el Lady Harimaguada de Plata.
Los ajustes de este año han llevado a la organización a suprimir la sección específica dedicada a Nuevos Directores, que contaba con un jurado propio. Se mantiene el galardón para los cineastas noveles, pero las cintas que pueden llevarse este reconocimiento se encuentran solo en la Sección Oficial y la ganadora la elegirá el mismo jurado que el de la competición.
Se mantiene intacta la Sección Informativa-Panorama, que no acarrea competición pero que sí ofrece una visión al cine independiente más relevante del último ejercicio.
Para Claudio Utrera, se trata «de la mejor Sección Informativa de toda la historia del Festival». En la misma, se pueden ver las últimas creaciones de cineastas tan relevantes como Alain Cavalier, Naomi Kawase, Aleksandr Sokurov, Kim Ki-duk, Jafar Panahi, Chantal Ackerman o el germano Werner Herzog. De este último se proyectará In the Abyss y Death Row. La segunda tiene una duración de 208 minutos y se proyectará en cuatro partes.
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Presupuesto inferior
Este año, el Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria cuenta con un presupuesto total que asciende a 700.000 euros, frente a 1.272.000 euros del pasado ejercicio. Según la concejala María Isabel García Bolta, la aportación de otras instituciones y los patrocinadores privados asciende hasta los 200.000 euros. «El Gobierno de Canarias ha reducido en un 50% su aportación, mientras que el Cabildo de Gran Canaria, por medio del Patronato de Turismo, mantiene su apoyo. En cuanto al Ministerio de Cultura, confiamos en que mantenga la misma aportación que en años anteriores o, incluso, la incremente un poco», asegura Utrera.
Ante estos recortes a los que ha obligado la creciente crisis económica, la organización de este festival de cine ha tenido muy claro que el objetivo era «mantener la calidad con menos dinero». Para lograrlo, ha sido fundamental dejar atrás «ciertas cosas» destinadas a dar a conocer este evento «en ámbitos» no cinematográficos y que se consideró fundamental para que se alcanzara el prestigio nacional e internacional con el que ya cuenta el certamen.
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