Savané, cuando el afecto se mide en decibelios

El coro, todo un clásico, atronó en las tribunas del CID una vez extinguida la amenaza tangible del descenso. «Savané, Savané», retumbaba en una Avenida Marítima que desprendía un aroma sexual toda vez el Gran Canaria constataba que volvería a ser equipo ACB por décimo séptima ocasión consecutiva. En la prórroga del festejo el capitán hablaba y aquello, se pongan como se pongan sonaba a despedida.

Lunes, 20 de julio 2020, 07:12

La única realidad absoluta es que hasta la fecha no hay más que indicios, ninguna verdad oficial. El club no se ha pronunciado sobre la situación del senegalés, que concluye contrato a 30 de junio. No es una excepción. No lo ha hecho con ningún otro jugador en situación similar, aunque nadie iguale en magnetismo y carácter al jefe. El jugador, anoche tras quitarse el sudor, afirmó que nadie ha tratado con él la extensión a una novena temporada del vínculo que les une. «¿Te gustaría seguir?», se le preguntó. «Hablaremos», contestó.

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Alrededor de Savané hay mucho ruido. Es capitán y líder. No hay duda. Jamás en la historia del Gran Canaria nadie ha ostentado tanto ascendente sobre el corazón anímico del club, la grada. Con Savané se es parcial. Nadie mira que esta temporada, en la que reaparecía con la rodilla dañada, sus números ofrezcan su peor panorámica desde que viste de amarillo. Con Savané se juzga otro baloncesto, el de su implicación emocional. Da igual si el afecto y el desafecto con quien le dirige ha bordeado o no una línea muy estrecha durante esta temporada.

Palabras y gestos aparentan despedida. El club no pronuncia, aunque ya se haya renovado a Beirán y con Bramos haya dialogado pervirtiendo el protocolo del club Joaquín Costa, presidente. Lo que nadie jamás negará es el amor recíproco del capitán y el CID. Una leyenda claretiana.

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