"Perdí parte de la visión por no cuidarme"

La retinopatía diabética es una patología que afecta a la retina de los pacientes diabéticos, por la que los vasos sanguíneos que suministran sangre a la retina se lesionan por el alto nivel de azúcar volviéndose frágiles, lo que ocasiona hemorragias o desprendimientos que causan pérdida de agudeza visual, bien de manera lenta o bien de forma brusca”, aseguró esta mañana el doctor Alfonso Manrique de Lara, oftalmólogo y jefe de la Unidad de Retinopatía Diabética de la Clínica Oftalmológica Gran Canaria.

Manrique de Lara ofreció una rueda de prensa para concienciar a los pacientes diabéticos de los cuidados que deben mantener a raíz de conocer su enfermedad, por ejemplo no fumar, hacer ejercicio físico y realizar una dieta saludable. El oftalmólogo estuvo acompañado de un paciente, Raimundo Montero, que padece un edema macular debido a su diabetes.

“La retinopatía diabética y el edema macular son las dos complicaciones que llevan a los pacientes diabéticos a la ceguera y las responsables de que la diabetes continúe siendo la primera causa de ceguera en la población en edad laboral en el mundo occidental, a pesar de los avances de los últimos años. Se estima que padecen retinopatía diabética unos 80.000 canarios, de los que 5.000 pueden quedarse ciegos en los próximos años”, aseguró Manrique de Lara.

Raimundo Montero descubrió que era diabético hace 14 años. Cuenta que “un día, de repente, notó como una mosca en el ojo. Incluso asegura que hizo el ademán de apartar la mosca con la mano”, pero viendo que el problema persistía se decidió a ir al oftalmólogo. Según Raimundo Montero, en la consulta le explicaron que la diabetes ya le había afectado a la vista. Asegura que “como la diabetes no duele ni sientes nada, uno no pone especial interés en cuidarse”. Montero afirma que ahora ya sabe que debe ser riguroso con su dieta y que “no debe comerse 20 papas, sino tres”. El doctor Manrique de Lara se apresura a corregirle “mejor comer sólo una papa, Raimundo”

Se estima que la diabetes deja ciegos a 100 canarios al año, aunque el 90% de los casos se podría evitar con un diagnóstico precoz. Los riesgos de desarrollar retinopatía diabética aumentan con el paso del tiempo, de manera que tras cinco años de padecimiento de la diabetes, el 23% de los pacientes presenta retinopatía diabética, a los diez años el 60%, y a los quince el 80%, de los que el 30% tendrá graves problemas de vista si no controla su patología con un oftalmólogo.

El embarazo puede acelerar el desarrollo de la retinopatía en mujeres diabéticas. Por su parte, los diabéticos juveniles tienen mayor riesgo de padecer retinopatía diabética.

La única forma de diagnosticar la retinopatía diabética es la realización de un examen de fondo de ojo, un control que debe realizarse todo paciente diabético en el momento en el que se diagnostica su enfermedad, y, posteriormente, periódicamente de acuerdo con la valoración realizada por su oftalmólogo. Además, resulta fundamental un control estricto de la glucemia del paciente diabético, ya que los niveles elevados son el principal factor de empeoramiento de la retinopatía diabética.

Las inyecciones intraoculares de antiangiogénicos o de corticoides de liberación lenta suponen una novedad en el tratamiento de los pacientes diabéticos porque han sido autorizadas hace poco, para el tratamiento del edema macular. Tradicionalmente, el láser y la vitrectomía son las técnicas más utilizadas para tratar la retinopatía diabética, resolviendo sus complicaciones (hemorragias vítreas o desprendimiento de retina traccional) o, por lo menos, evitando su progresión.

La prevención es el mejor arma contra el avance de la retinopatía diabética, pero a pesar de que es sabido que la diabetes supone un grave riesgo para la vista, el 40% de las personas que la padecen nunca se ha sometido a una exploración oftalmológica.

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