Pasando los cuarenta

La verdad es que este ansia emprendedora llega a cansar un poco. No por los emprendedores en sí, que me parecen personas muy valientes para los tiempos que corren. Cansa por todo lo que hay alrededor. Todo ese despliegue de «buen rollismo» que parece que engloba al mundo de las startups.

Y digo que me cansa porque, los que hemos sido emprendedores hace tiempo, sabemos que no todo el monte es orégano y que lo que realmente estamos viviendo es una etapa en la que a este país le viene mejor no contar con tanto paro, aunque los que estén trabajando no cobren un euro y las estén pasando canutas, mientras buscan de dónde sacar para el próximo seguro de autónomo. Por eso el público objetivo de todas las campañas de emprendimiento van dirigidas a los más jóvenes. Tienen menos experiencia en el mercado y,por norma general, son más impulsivos.

Tampoco es que me parezca mal, algo tendrán que hacer los jóvenes para vivir y no sumirse en el desánimo general. Pero en algunos casos, reconozco que se parecen mucho a ovejas llevadas al matadero. Y en este país todavía no se perdona el fracaso ni se ve como una muesca más en el bastón, más bien al contrario.

Así que cuando veo un emprendedor que pasa de los cuarenta, como Guido, no puedo evitar empatizar con él. Primero porqueme resulta digno de admiración la gente que mantiene el entusiasmo, incluso después de llevarse unos cuantos palos laborales. Y segundo porque es un verdadero placer atemperar el entusiasmo con la experiencia, el resultado parece mucho más cercano al éxito.

El mundo de la tecnología y las startups también necesita séniors, no confundamos modernidad con exclusión. Emprendamos, por supuesto, pero mejor con alguien con experiencia al lado.

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