Otro premio caído del cielo para la UD

El Numancia, como lo fue el Eibar una semana atrás, se descompuso en el trámite final y permitió resarcirse a una Unión Deportiva sin propuesta ni recursos; un equipo que no ha ganado en cuatro jornadas de temporada y que cada vez es más ineficaz para generar pánico en sus adversarios.

Viernes, 17 de julio 2020, 11:37

Lobera reconocía tras el empate frente al Eibar que el equipo tenía un problema. Debió mascullar esa idea durante toda la semana, porque en Los Pajaritos dio la vuelta al equipo en más de la mitad de sus titulares. Hasta seis futbolistas diferenciaban a la Unión Deportiva del equipo que había encallado hace siete días en el Gran Canaria. Y eso que el profesional aragonés no pudo contar aún con Aranda, Masoud y Apoño, fichajes concretados en la última semana.

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Vicente Gómez y Javi Castellano se volvieron a ubicar en paralelo en la medular, Nauzet recuperó plaza en la banda derecha y la mayor de las sorpresas fue la elección de Tana, por delante de un degradado Momo, en el costado izquierdo.

Numancia y Las Palmas quisieron frontales desde el principio. Primero percutió el representativo, con una internada de Nauzet que incomprensiblemente no atinó a rematar Chrisantus bajo palos. Acto seguido, un golpe duro de Vicente, el del Numancia, desde la esquina del área movió el fleco a Barbosa.

La alta tensión del comienzo dejó una sensación espumosa. Las Palmas tardó mucho en volver a inquietar a Biel Ribas, y el Numancia apenas amenazaba a Barbosa.

Con el balón correteando como un bulto sospechoso para ambos contendientes, la Unión Deportiva quería mirar al partido desde un prisma en principio inexorable en su filosofía, el de tratar el esférico con respeto. Pero con el nexo en el centro del campo abierto en canal, sin pausa y criterio en el toque, era mucho más dinámico el intento soriano por acercarse al área insular desde el tránsito raseado. De hecho, fue milagroso que Barbosa acertara a sacar un taconazo en el área pequeña de Juanma. No encontró nunca la Unión Deportiva una zona confortable en el campo. Con el sable entre los dientes, sin recortes en el esfuerzo, pero a distancias lejanísimas entre las unidades desplegadas sobre el campo de juego.

Con un latifundio inabarcable como campo de despliegue ofensivo, encima el Numancia encontró un lugar por donde horadas la mermada propuesta canaria. Galán, que a la media hora ya cargaba con una amonestación en su estadística, fue cada vez más exigido, y cada vez más superado por los usuarios de su zona. Incapaz de hacer daño en el barrio de vanguardia, Las Palmas retrocedió hasta su área, donde consumió casi toda la primera parte en un trance muy molesto.

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No cambió el cuadro en la segunda mitad. El Numancia fue más intenso, con más músculo y vigor. Las Palmas ralentizaba siempre la posesión del esférico, dando tiempo a los quitadores del Numancia a llegar con diligencia al robo por anticipación. Esa es una historia recurrente, que estrangula al grupo de Sergio Lobera y que le ha impedido ganar en las cuatro semanas que ya han pasado desde que comenzó la competición.

El Numancia era más duro, pero ya no tenía tanto viento de cola. La frecuencia del partido era la que decidía Julio Álvarez, siempre por encima de los constructores insulares. Así, en una acción de arrastre, en el que la pelota deambuló por el campo de forma circular por deseo expreso del galvanizador rojillo, llegó el balón al grancanario Juanma en la divisoria. Éste en un gesto de mariscal oteó el horizonte y, tras escrutarlo con una mirada limpia de adversarios, creyó entrever un espacio descubierto a la espalda de Aythami Artiles. Fue el origen del gol local, con el central de Arguineguín, debutando, dando un paso adelante inadecuado, y con Sergio Enrich habilitado para dominar la pelota con el pecho, llevarla al verde, y hacerla crujir contra la red de Barbosa.

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Era el justiprecio apropiado al despliegue de fuerzas y méritos de ambos equipos. Y no hubiera sido una mala jugada de la fortuna que todo se hubiera acabado en ese instante.

Lobera dio espacio a Momo y a Tato, que han perdido algo de su favor en las últimas semanas. Sin éxito la apuesta por Tana, dio a Asdrúbal su lugar en el campo, para que el canterano se comiera la vertical desde la izquierda sobre la portería visitante. Ninguna fórmula resultó apropiada.

Hasta que alguien sacó del bolsillo el trébol de las cuatro ojos, un balón perdido en el área fue rematado por Aythami Artiles contra el cuerpo de Biel Ribas, y en la búsqueda de la segunda acción cayó desplomando en la hierba. Se consignó un penalti que admite debates. Nauzet Alemán desafió las leyes de la salud coronaria y envió un globo centrado sobre el arquero, vencido este a su izquierda. Así, sin hacer más, la UD sumó un punto.

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